La movilidad vertical de Santander, una bombona de oxígeno para la construcción

Ya hay diez itinerarios en funcionamiento y el Ayuntamiento ha invertido 18 millones de euros en su construcción

La escarpada orografía de Santander genera importantes desniveles entre sus diferentes calles y barrios y dificulta el acceso a algunos núcleos de población, un problema que se agrava a medida que avanza la edad media de los vecinos. Esa evolución justifica que en los últimos doce años se hayan multiplicado los ascensores, funiculares, escaleras y rampas mecánicas, que no han conseguido evitar la existencia de las cuestas pero permiten abordarlas con más facilidad. Eso sí, a cambio de una inversión relevante: solo en los últimos años se han invertido 18 millones de euros en estas obras de accesibilidad.


En Santander hubo que esperar para tener sistemas mecánicos de movilidad vertical, cuando en muchas otras ciudades de orografía irregular los ascensores y funiculares llevaban funcionando décadas. En 2007 se inauguraron las primeras escaleras mecánicas en la calle Alceda, que comunica las calles Vargas y Alta, con Gonzalo Piñeiro como alcalde.

Era un avance muy modesto, pero sirvió para comprobar el éxito que tienen las escaleras mecánicas en la vialidad urbana. Con Íñigo de la Serna de alcalde, las iniciativas se multiplicaron. La primera obra ambiciosa fue el funicular del Río de la Pila (en 2008), que incluía rampas y escaleras mecánicas para conectar dos niveles de la ciudad y no dos calles. En 2011 se construyeron las escaleras y ascensor del grupo de Santa Teresa; en 2014, las escaleras y rampas de Antonio Mendoza… Antes de dejar su cargo de primer edil, el exministro inauguró otras tres más.

El funicular del Río de la Pila ayuda a salvar un gran desnivel.

Su sucesora, Gema Igual, ha mantenido el mismo empeño en estos proyectos de movilidad desde que recibió el bastón de mando y ha tejido una red de conexiones transversales que conecta la ciudad en sentido norte-sur, el más dificultoso, por la loma que parte estas dos vertientes de la ciudad.

La inversión acumulada en ascensores, escaleras y rampas mecánicas ya supera los 18 millones de euros, lo que ha supuesto una bombona de oxígeno para muchos vecinos que antes no podían salir cómodamente de sus barrios, pero también para el sector de la construcción, especialmente vital en unos tiempos en los que las inversiones públicas de los gobiernos nacional y local han estado prácticamente paradas.

Empresas como Ferrovial Agroman, Siec o Ascan han realizado algunas de estas obras y otras como ThyssenKrupp, IMEM o Schindler han aportado los elementos mecánicos. Estas mismas empresas son adjudicatarias del mantenimiento, lo que también les supone unos ingresos recurrentes.

La ciudad cuenta ya con una decena de rutas mecanizadas, que han cambiado significativamente la movilidad entre el centro (con la cota de la bahía) y las zonas altas. Con los proyectos de Enrique Gran y Porrúa a punto de inaugurarse, únicamente quedan en el horizonte intervenciones puntuales en los barrios con especiales dificultades para la movilidad de los vecinos.

Con más o menos importancia, este tipo de actuaciones no desaparecerán ya que son, junto con las subvenciones para actualizar edificios e instalar ascensores en viviendas, las que más demandan los vecinos de los distintos barrios.

Futuro

Entre las actuaciones próximas, está prevista la construcción de un ascensor que conectará la plaza de Jesús de Monasterio con la de Juan José Ruano, en el Cabildo, (con un coste de 1,5 millones de euros) y se licitarán las rampas y escaleras que unirán la Avenida del Faro con Valdenoja (casi 2 millones de euros).

Aún está por confirmar  si a lo largo de esta legislatura se realizará alguna obra más de este tipo pero, durante la campaña electoral, la alcaldesa Gema Igual propuso conectar Jesús de Monasterio con Juan XXIII, a través de la calle Florida, un tramo que podría continuarse por Juan José Pérez del Molino, hasta convertirse en otra alternativa más para enlazar con General Dávila.

La regidora también planteó el desarrollo del eje Casimiro Sainz-Alto de Miranda, con la implantación de rampas mecánicas en el primer tramo de la calle Canalejas, donde la pendiente es más pronunciada.

Otro proyecto por confirmar sería la instalación de elementos mecánicos para unir con las escaleras y rampas el paseo marítimo desde Gamazo hasta el Gurugú.

Uso multitudinario

El éxito de estos itinerarios de movilidad vertical es incuestionable, ya que ayudan a salvar pendientes pronunciadas y a conectar barrios que estaban aislados. El Ayuntamiento asegura que entre principios de 2018 y julio de este año, doce millones de personas han utilizado estas instalaciones mecánicas.

Las escaleras mecánicas facilitan a los vecinos de muchos barrios la movilidad, especialmente aquellos en los que la población es de avanzada edad.

Las más populares han sido las escaleras mecánicas de la calle Alceda, que conectan Vargas con Isaac Peral, y tienen más de 130.000 usuarios mensuales, seguida por los ascensores de la calle Castilla y las rampas de Antonio Mendoza, que unen Numancia con General Dávila. Ambas superan casi todos los meses la cifra de 100.000 usuarios.

La batería de escaleras y rampas han acabado por hacer mucho más accesible la ciudad, aunque revelen, a la vez, el envejecimiento de la población.

María Quintana

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