Alfa traslada su sede a Madrid
El censo de grandes empresas cántabras va a sufrir otra baja significativa, la de Cementos Alfa, y no porque cierre su planta de Mataporquera sino por la intención de Portland Valderrivas de trasladar su sede a Madrid, una intención que ya ha quedado plasmada en la reforma de sus estatutos. Portland Valderrivas ha iniciado una reordenación de las sociedades de su grupo, a través de absorciones. El primer paso ha sido la venta de Lemona y el segundo la desaparición de las filiales de sus cementeras y hormigoneras, absorbidas por sus respectivas matrices. Pero el proceso de repliegue no se va a quedar ahí, porque tampoco el primer nivel se va a salvar de la absorción, como es el caso de Uniland, aunque se mantendrá su marca en el mercado.
La excepción, por el momento, es Cementos Alfa y no porque Portland Valderrivas piense que se trata de un caso distinto, sino por el coste económico, ya que el grupo no posee el 100% de la cementera cántabra, sino el 88% y eso le obligaría a adquirir el 12% restante, que está en manos de la familia Masaveu (Tudela Veguín, con un 11,5%) y de otros minoritarios. Portland reconoce que no tiene dinero para hacerlo. No obstante, sí tiene intención de trasladar la sede de Cementos Alfa de la calle Josefina de la Maza, de Santander, a la sede central del grupo, en Madrid.
Malos tiempos para Portland
El hundimiento de la construcción ha dejado maltrechas a muchas empresas vinculadas y no son excepción las cementeras, que antes habían conocido beneficios históricos, y esto es lo que le ha sucedido a Cementos Portland, del grupo FCC, y a sus participadas, entre ellas la cántabra Cementos Alfa. La empresa de Mataporquera, que en el pasado era capaz de convertir la tercera parte de su facturación en beneficios, ahora tiene pérdidas (7 millones de euros el pasado año), como sus hermanas de grupo.
Portland Valderrivas no ha conseguido cumplir los objetivos que se había marcado en julio de 2012, cuando llegó a un acuerdo con sus acreedores para reestructurar la deuda y eso le provocaba un serio problema, ya que forzaba a una amortización anticipada de los créditos. Finalmente, ha conseguido negociar una prórroga con BBVA, Santander, Bankia y otros prestamistas, lo que le da cierta tranquilidad hasta finales de año. Ese acuerdo también evita que FCC se vea obligada a hacer una recapitalización inmediata de 200 millones de euros en su filial.
Al negociar la refinanciación de 2012, la compañía aprobó un plan de viabilidad que suponía el despido de casi 600 trabajadores, de los cuales una treintena correspondían a Alfa, una de las fábricas que salió mejor librada, ya que el plan también contemplaba el cierre de tres plantas.
A pesar de estas medidas, la evolución del negocio no fue como se suponía y, ante el desplome de las ventas, Portland Valderrivas anunció a mediados del pasado año otro ajuste adicional, con la extinción de 173 puestos de trabajo en el negocio del cemento y en la estructura central y 276 empleos en la fabricación de hormigón, transportes, áridos y morteros, además de expedientes temporales de empleo o reducción de salarios. Todo ello no impidió que, al finalizar el ejercicio, el grupo cementero tuviera unas pérdidas de 129,8 millones de euros, si bien han sido la mitad que en el ejercicio precedente.
El principal problema es que el mercado interior no remonta. El mercado nacional del cemento cayó el año pasado un 19% y la cifra de negocio del grupo bajó un 17%, hasta situarse en 541 millones de euros, con un ebitda de 50,4 millones (-25,7%).
Alfa: Más ventas, pero más pérdidas
La planta cántabra tuvo una evolución algo distinta al resto del grupo. El pasado año perdió 7 millones de euros, casi el doble que el ejercicio anterior, aunque creció muy significativamente la venta de cemento, como consecuencia de las exportaciones que realiza a través del puerto de Santander, que han pasado a representar el 56% de las ventas totales, 16 puntos más que el año anterior.
En el cemento, las exportaciones no suelen ser un buen síntoma, porque los precios en el mercado internacional son muy inferiores a los del mercado interno, y eso da lugar a la aparente paradoja de que la empresa cántabra haya aumentado sus pérdidas vendiendo bastante más que el año anterior y después de realizar 26 extinciones de contratos. En la actualidad la planta tiene 106 trabajadores.
La fábrica cántabra, en cualquier caso, no corre peligro, pero el grupo cementero propiedad de Esther Koplowitz es consciente de que no puede mantener indefinidamente una situación financiera precaria, en la que incluso se ha visto obligado a pignorar las acciones de Alfa para respaldar sus créditos.
Si el mercado del cemento no remonta, y no parece que vaya a hacerlo a corto plazo, porque la patronal del sector, Oficemen, teme una nueva caída del 8% en el consumo nacional, el grupo Portland Valderrivas se verá obligado a llegar a un acuerdo con los bancos acreedores para que conviertan parte de la deuda en capital, o tendrá que buscarse un socio industrial o financiero fuera del país. Es decir, que habrá otro accionista de control.