Un edificio de cristal para la Escuela de Adultos de Torrelavega

Será la cuarta sede en sus 28 años de historia, pero esta vez contará con un lugar propio y con unas instalaciones que superan lo que los responsables de la Escuela de Adultos de Torrelavega hubieran podido soñar. El edificio que albergará este centro educativo se encuentra ya en la cuenta atrás para su puesta en marcha. Un espectacular inmueble de fachadas acristaladas cuya atractiva imagen es –como lo será en un futuro el proyectado Centro de Emprendedores– un hito en el proceso de remodelación del barrio torrelaveguense de la Inmobiliaria.
Ha sido gracias a los fondos europeos asociados al Plan Urban como se ha podido dar satisfacción a una vieja demanda de la capital del Besaya, la de dotar al Centro de Educación de Adultos de unas instalaciones adecuadas. Más de un millar de personas pasan cada año por sus aulas buscando completar lo que por circunstancias diversas no les fue posible en su etapa escolar, como obtener una formación básica o concluir los estudios de secundaria. Pero también para formarse en habilidades que mejoren su desarrollo personal, como el aprendizaje del inglés, la informática o talleres de contenido muy diverso.

Un edificio transparente

Como si fuese una metáfora de la visibilidad que se quiere dar a la importante función social que cumple esta Escuela de Adultos, el edificio que la albergará ha sido diseñado como un volumen completamente acristalado, incluidos sus tabiques interiores, lo que lo convierte en un espacio diáfano y muy luminoso. En este edificio de cuatro alturas se reúnen, en torno a dos patios de luces, los talleres y laboratorios, la zona administrativa y los despachos del profesorado, además de las aulas, situadas en las dos últimas plantas. En un anillo perimetral se han dispuesto las áreas comunes, como la biblioteca, zonas de estudio, los vestíbulos de planta y las escaleras.
El edificio tiene cerca de 3.000 m2 y se ha formado a partir de módulos de 5×5 metros, el tamaño de las aulas más pequeñas, pensadas para doce alumnos. Las grandes, de 10×5 metros, tienen capacidad para 25 alumnos. En total, la nueva Escuela dispondrá de 13 aulas. En la planta baja se encuentran los talleres y laboratorios, aunque son salas polivalentes, diseñadas para que puedan albergar cualquier otra actividad docente.
El espacio que rodea a estas zonas actúa como un colchón térmico y acústico, al separar a las aulas y despachos de las fachadas acristaladas. Para filtrar la radiación solar, el vidrio de las fachadas lleva una discreta serigrafía que atenúa el impacto sin restar luminosidad.
También se ha optado por el vidrio para los paneles interiores que separan las aulas. Esta elección tiene una finalidad avalada por la experiencia práctica, la de reducir el ruido por el simple hecho de que los ocupantes de cada aula son conscientes de la presencia de otros estudiantes al lado. En palabras de los arquitectos que lo han diseñado, “la transparencia hace de las aulas espacios educativos abiertos, permitiendo ver cómo se enseña, reduciendo el ruido en las áreas de tránsito y creando una atmósfera común que mejora la predisposición de los alumnos”.
La nueva sede del Centro de Educación de Adultos es obra del estudio 1004arquitectos, creado en 2008 por cuatro jóvenes profesionales, y que un año después ganó el concurso de ideas convocado para este proyecto.
Una de las premisas de las que partía la convocatoria era la de concebir el edificio como parte del parque que se prevé construir en la zona (Miravalles), al que servirá de acceso. Para integrar mejor su propuesta en ese entorno, este estudio de arquitectura ideó una pequeña colina artificial sobre la que levantar el edificio, de manera que su acceso principal se realiza por la primera planta. El diseño permitía, además, liberar buena parte del terreno, al optar por un edificio muy compacto. Nada menos que el 80% de la parcela quedaba libre para su urbanización o para dar cabida a otro proyecto, una ludoteca que complementa las instalaciones de la Escuela de Adultos.
Lo que no se ha llegado a construir son las dos plantas de garaje que inicialmente se incluían en las bases de la convocatoria. La intención era la de que una empresa privada se hiciera cargo de la financiación y explotación de ese parking, pensado para residentes y no para dar servicio a la Escuela. Al quedar desierto el concurso para su adjudicación, acabó descartándose.

Una pieza angular del Plan Urban

El Centro de Formación de Adultos Caligrama se fundó en el año 1987 para dar formación reglada y no reglada a personas mayores de 18 años, y ayudarlas en su desarrollo personal. Es una de las once escuelas de adultos que hay en la región y presta servicio a Torrelavega y su comarca.
Tras una primera sede en un aula de Nueva Ciudad, pasó al instituto Zapatón y, en 1997, se instaló en el Instituto Marqués de Santillana. Allí ha venido compartiendo aulas con los estudiantes de Secundaria de ese centro, con las lógicas limitaciones de espacio y de horario.
A la creciente demanda de sus servicios, todos ellos gratuitos, se unía el hecho de no poder crecer y de que las clases solo podían impartirse por la tarde, para no interferir con el horario lectivo del Instituto.
El hecho de que muchos de sus alumnos fuesen personas mayores y con dificultades de movilidad hacía aún más necesario contar con una sede propia, sin barreras arquitectónicas, pero era imprescindible resolver la financiación. La respuesta llegó con el Plan Urban aprobado para el barrio de La Inmobiliaria, un programa destinado a regenerar esa trama urbana con la ayuda de los fondos europeos Feder.
“Es la obra que más apoyo ha concitado de todo el consejo sectorial del Plan Urban, es decir, de los vecinos, comerciantes y de todos los los afectados por este Plan, porque todos han percibido la oportunidad que este edificio supone para la Inmobiliaria”, enfatiza Pedro Aguirre, concejal delegado del Urban.
Desde el Ayuntamiento de Torrelavega, y contando con el apoyo de la entonces Consejera de Educación, Rosa Eva Díaz Tezanos, se inició la materialización del proyecto, con un presupuesto de cuatro millones de euros, de los que la Consejería de Educación –de la que dependen estos centros–, aceptaba aportar un máximo de un millón y medio de euros; el resto se repartiría entre el Ayuntamiento de Torrelavega y los fondos europeos.
La obra se adjudicó en agosto de 2013 a una UTE formada por Vías y Construcciones y la empresa local Codelse, que presentaron la oferta más económica, 2,9 millones de euros, un 28,5% por debajo del precio en que fue licitada.
Tras superar algunos problemas iniciales de cimentación, la obra ha proseguido a buen ritmo y, prácticamente concluida, ha dado lugar a uno de los edificios que van a contribuir a la renovación estética de la capital torrelaveguense.

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