Un puerto que mira al espacio
El pasado verano los pasajeros de un puñado de cruceros de pabellón norteamericano vieron el campeonato del mundo de fútbol a través de Santander. Obviamente no eran conscientes de ello, pero la señal que llegaba por tierra desde Sudáfrica se enviaba al satélite a través de las primeras parabólicas que Erzia había instalado en el Parque Científico y Tecnológico de Cantabria y, gracias a la constelación de satélites que opera su socio estadounidense MTN, llegaba a los barcos, junto a la banda ancha de Internet y la telefonía. Era la primera experiencia de un telepuerto que ya tiene varias decenas de clientes, la mayor parte de ellos compañías navieras y televisiones, aunque tampoco faltan organismos de Defensa.
Las oportunidades hay que aprovecharlas, y Erzia encontró la suya al conocer que la compañía norteamericana MTN, que gestiona comunicaciones a través de satélite, no estaba muy satisfecha con el servicio que recibía en un telepuerto ubicado en Rotterdam (Holanda). Erzia, una joven ingeniería cántabra vinculada a la tecnología aeroespacial, había tenido varios contactos con la compañía norteamericana y sus principales socios (Luis García, fundador, y Javier y Roberto González, responsables de Hierros Tirso) se plantaron en Miami para ofrecer al consejo de administración de MTN la instalación de un telepuerto en Santander en el que la compañía norteamericana fuese copropietaria. La propuesta fue aceptada. Se creaba una joint venture en la que Erzia tendría el 51% de las acciones y MTN el 49%.
La nueva empresa se garantizaba una importante clientela cautiva desde el primer día de actividad, las comunicaciones por satélite con origen o destino en Europa que anteriormente la compañía norteamericana tenía que contratar con el telepuerto holandés.
Año y medio después de iniciar las obras, el telepuerto santanderino está prácticamente acabado, aunque varias de las antenas llevan meses funcionando, controladas desde unas oficinas improvisadas y un centro de proceso de datos que ha tenido que ir trasladándose a medida que avanzaba la obra.
Ya no tendrán que cambiar más veces de sitio, pero seguirán creciendo, con la instalación de nuevas antenas parabólicas. Por el momento hay una decena, de entre seis y diez metros de diámetro, y alguna, gigantesca, de quince, a la espera de montaje. A medida que se incorporen nuevos clientes, se irán levantando más, hasta llegar a la veintena que caben en la amplia parcela que posee la compañía en el extremo sur del Parque Tecnológico. Desde ese lugar estratégico, donde ningún edificio interrumpe los apuntamientos de las antenas, se envía la señal de comunicaciones de banda ancha al satélite o se recibe, dos tareas que pueden hacer simultáneamente sin problemas, lo mismo que pueden atender a la vez a decenas de clientes, al utilizar frecuencias distintas.
Clientes extranjeros
Las comunicaciones por satélite han dejado de ser una opción cara y restringida a usos muy específicos. Hay países en desarrollo que probablemente se salten la construcción de cableados terrestres ya que pueden conseguir una cobertura más rápida por satélite y con menos inversiones. No es el caso de España, uno de los países con una red de cable más tupida y potente del mundo, incluso eso no evita recurrir al satélite para las comunicaciones con barcos o con terceros países. De hecho, la mayor parte de los clientes que ha captado el telepuerto santanderino hasta ahora son extranjeros.
Su condición de carácter comercial (es el primero de este tipo en España) le permite atender a todo tipo de clientela, sin descartar la vinculada a la defensa, una de las principales fuentes de negocio para el sector. Tanto en el ámbito civil como en el militar, las perspectivas son muy favorables en una actividad cuya facturación ha seguido creciendo a pesar de la crisis.
La rapidísima progresión de las antenas de telefonía terrestre puede ser el espejo donde se miren los telepuertos, los únicos que pueden transportar la señal a partir de donde la tierra se acaba. Pero no son solo los barcos los que demandan conexiones en banda ancha (hasta ahora sólo disponían de un enlace convencional con el satélite, con utilidades muy esquemáticas de telefonía y fax), sino también los ejércitos, que telecomandan aviones espía y pretenden tener contactos permanentes con sus unidades terrestres de combate e, incluso, con cada uno de los soldados, para darle instrucciones individualizadas o para recibir toda la información visual que capten en la zona de operaciones.
Con una gama de clientes muy amplia y unas necesidades que se disparan a medida que se descubren más posibilidades y se mejoran los sistemas de orientación de la antena del cliente con el satélite (una tecnología que desarrollan otras empresas ubicadas en el PCTCan), la perspectiva es muy ilusionante. Para los hermanos González, propietarios del Grupo Tirso y socios de Erzia desde hace años, también va a ser una oportunidad para que Cantabria se signifique en otros ámbitos científicos, como el sanitario, dado que las antenas permitirán transmitir operaciones quirúrgicas en directo a cualquier lugar del mundo, asistir a congresos a distancia o multiplicar la audiencia potencial de un acto universitario.
La puesta en marcha del Telepuerto ha conllevado numerosos viajes entre España y Estados Unidos tanto de los socios españoles como de los norteamericanos, que están muy satisfechos de su experiencia cántabra. Ya hay varios ingenieros estadounidenses que trabajan junto con los españoles en la nueva instalación y algún directivo de la compañía norteamericana está especialmente interesado en trasladar su residencia a Santander.
Montaje de radomos
El Telepuerto no necesitará una gran plantilla (unas quince personas) pero todos los trabajadores serán muy cualificados. Erzia ha conseguido que a su alrededor se cree, además, una planta de montaje de antenas para barcos, los radomos esféricos que suelen verse en los mástiles o sobre el puente de mando de algunos buques. En realidad se trata de una antena parabólica cubierta con un globo de fibra de vidrio que la protege sin atenuar la señal.
Las antenas de los barcos son especialmente complejas, dado que mientras las terrestres sólo tienen que desplazarse en un eje para hacer el seguimiento del satélite, el oleaje obliga a que las antenas marinas se muevan en dos ejes simultáneamente.
El socio norteamericano ha decidido que estas antenas esféricas se monten en Santander cuando su destino esté en barcos que se mueven por puertos europeos. Una vez montada, un equipo de la empresa cántabra se desplazará al puerto donde recale el barco para proceder a su instalación.
La nave de montaje, cubierta por un techo de madera laminada en forma de ola que da un aspecto singular al edificio, se completará con un espacio para I+D+i, lo que no impedirá que Erzia continúe realizando en su red tradicional los trabajos de ingeniería en los que está especializada.