PANORAMA INTERNACIONAL
LA VUELTA DE LA ECONOMIA REAL
Hay una visión extrema que dice que el poder del sector financiero debe reducirse, tanto en su capacidad de provocar desastres como en sus recursos, para mejorar la productividad y las actividades de otra economía más real. Pero esta visión es errónea
(…) Habría que preguntarse si tener un gran sector real hace a la economía más flexible. Japón y Alemania son poderosos manufactureros pero ambos parecen igualmente susceptibles a esta crisis, en parte porque han confiado en un consumo exterior sostenido por las finanzas para conseguir demanda para sus exportaciones
(…) El sector financiero y la producción no son alternativos sino complementarios. La economía real confía en la financiación tanto por el capital y la inversión como por los consumidores, capaces de ahorrar, prestar y cambiar de consumo a tiempo.
Las regulaciones financieras deben actuar para afrontar los fallos que se han revelado ahora, pero su finalidad no debe ser embridar a las finanzas en beneficio de la economía real.
Financial Times
ADIOS AL LIBRE COMERCIO
Las pasadas Navidades había pocas razones para hacer un brindis. Que el crédito se contraiga, los precios de los activos se hundan y la demanda se estruje son noticias malas en sí mismas pero también la mayor amenaza para los mercados abiertos en la era de la globalización ya que, por primera vez en más de una generación, dos de los motores de la integración mundial, el comercio y los flujos de capital, se están volviendo del revés simultáneamente (…)
Esto forzará a realizar ajustes violentos y los países que confiaban en las exportaciones, como China o Alemania, irán a la deriva a menos que puedan impulsar rápidamente el consumo doméstico.
La fidelidad de los políticos a los mercados abiertos es ya más retórica que real. En cuanto las economías se debiliten, el escepticismo popular crecerá. Este peligro es mayor aún en Estados Unidos, donde las quejas se habían escuchado antes, incluso, de la recesión y, ahora que sus exportaciones están cayendo, también las economías emergentes pueden convertirse en menos amigas del comercio (…)
A los políticos, desde Washington a Pekín, se les presiona para que ayuden a las industrias con problemas, sin considerar las consecuencias para el comercio, y los movimientos en los tipos de cambio también pueden impulsar respuestas proteccionistas (…)
Si juntamos todo esto, para un partidario del libre comercio es difícil no preocuparse.
The Economist
TIEMPOS DE PRUEBA
La economía de la UE tiene todo el derecho a presumir, porque se ha cumplido el décimo aniversario del euro. Pero sería equivocado pensar que con este cumpleaños se han terminado los problemas. Cuando el paro ataca y los negocios se hunden, las críticas hacia la moneda única y el Banco Central Europeo crecen. Y en los países donde más sufren, Italia y Grecia, cada vez hay más voces que cuestionan si entrar en el euro fue una buena idea. No obstante, para la mayoría, los costes de dejar esta moneda superan a las penas de permanecer. Y en la práctica, lejos de promover reformas, el euro ha brindado a gobiernos débiles, como el italiano, una protección contra los mercados de capitales que, de otra manera, habrían castigado su pusilanimidad (…)
En sentido estricto, los criterios de Maastricht nunca tuvieron mucho sentido económico, pero el mensaje que hay detrás, el de que la entrada irreversible en esta moneda obliga a hacer reformas para hacer las economías más flexibles y competitivas, es sensato. En la medida en que se cuide al euro, la próxima década debería ser tan exitosa como ésta. Si no fuera así, cabe esperar diez años muy duros.
The Economist
¿ES NECESARIA LA RECESION?
Con esta suave brisa que corre es difícil ver cualquier perspectiva de recuperación bajo la capa gélida de permafrost helado. Sin embargo, la recesión parece especialmente temible dada la amplitud y la escala de los buenos tiempos que la precedieron. Hemos vivido por encima de nuestras posibilidades y algunos economistas de la Escuela Austriaca dirían que nos hacía falta una lección de recesión.
(…) Las empresas pueden y deben caer y los políticos no deberían darles subvenciones ni prevenir el necesario ajuste que ha de tener lugar.
(…) La opinión de los austríacos se explica por su devoción al libre mercado. Pero la amenaza real al capitalismo y a la democracia es la depresión y el desempleo, no la política fiscal anticíclica.
Financial Times