Diseño en la piel

“Nosotras hacemos que las señoras adelgacen dos centímetros y crezcan otros dos”. Beda Herrezuelo ha aprendido muchas cosas en la tienda de su familia de la que es gerente desde 1997, entre otras, a buscar la satisfacción de los clientes y, aunque en sus diseños asume una dosis de riesgo, el poder testar a diario a la clientela es casi un colchón de seguridad. Al menos, eso es lo que indican los resultados. Su banco de pruebas santanderino ha demostrado que los gustos no son muy distintos en países de culturas muy diferentes y sus colecciones están triunfando en los lugares más insospechados. En pocas semanas habrá una tienda con el nombre de la diseñadora santanderina en Dubai y sus colecciones de zapatos y bolsos –siempre en cuero– ya se comercializan en boutiques de muchos países, entre ellos algunos tan punteros en moda como Francia o Italia.
Beda es un torrente de conceptos perfectamente hilvanados pero, en cambio, despacha su aventura exterior en dos palabras: “Aquí no hay más que un mercado. Si producimos para España, producimos para todo el mundo”.
Ella estaba acostumbrada a ir a buscar las mejores pieles allí donde hiciera falta y a rogárselas a los fabricantes que surten a las grandes marcas internacionales hasta convencerles. “Y con la piel en la mano, el diseño sale solo”, dice.
Probablemente no sea tan sencillo como ella sostiene, porque ni siquiera es fácil identificar el animal de procedencia en muchas de las ocasiones, ahora que la industria ha ampliado sustancialmente el número de especies que acaban curtidas (entre ellas, anguilas, sapos o vistosos lagartos orientales) y los tratamientos que aplican, lo que da como resultado texturas y colores cada vez más variados. Pero Beda se ha movido entre pieles toda la vida y especialmente desde los 16 años, cuando comenzó a atender al público en una de las tiendas de la familia, aprovechando la confusión que causaba en ese momento la apertura de otra más en la calle Calvo Sotelo.

Un pintor que acabó diseñando bolsos y zapatos

Su padre, Lucio Herrezuelo, un pintor autodidacta y apasionado que acabó haciendo bolsos de cuero y zapatos de diseño por iniciativa de su mujer, consolidó una marca bien conocida dentro y fuera de Santander y un grupo de tiendas. El le demostró a Beda que trabajaba una materia prima llena de sensaciones y le aconsejó “que nadie salga de la tienda sin haber tocado la piel con los ojos cerrados”.
Su padre había empezado en 1965 con una tienda de bolsos y marroquinería en la Calle San José en la que se limitaba a vender. En realidad, era su mujer la que estaba interesada en el mundo de la moda y acabó por convencerle de que en un mundo donde sólo había bolsos negros y marrones para el invierno y blancos y azules para el verano, quedaba mucho hueco para la imaginación. Le llevó a Italia y allí descubrieron los bolsos blandos, los colores, los diseños… La tienda de San José se convirtió en una revolución para la ciudad y eso le permitió abrir otra más en la calle Lealtad donde añadió los accesorios y comenzaron los bolsos y zapatos a juego y los coordinados.
Herrezuelo compró dos máquinas y empezó a hacer bolsos. Fabricar los zapatos requería una estructura industrial bastante mayor y se asoció para ello con un fabricante conocido en toda España, Looky, hasta que en los años 80 creó su propia marca de zapatos, Lucio Herrezuelo, con diseños propios que subcontrató en Menorca, donde hay mucha más tradición en esta actividad.
Con la desaparición de Lucio Herrezuelo, la familia recogió velas y se reconcentró en las tiendas, donde también vende otras marcas de prestigio. Beda acabó siendo la sucesora al frente del negocio, un puesto para el que no parecía predestinada. Ella había seguido diseñando las colecciones de la marca familiar, pero acabó por añadir lo que define como sus propias extravagancias, eso sí, diferenciándolas de la colección ‘Lucio Herrezuelo’ con su propio nombre, por lo que pudiera ocurrir.
El primer par de zapatos ‘Beda Herrezuelo’ dejó lívido al propietario de la industria menorquina que fabrica los diseños de la familia, al presentarse Beda con unas pieles de cobra y el empeño de que las cabezas se colocasen sobre las punteras. A las 24 horas, con el modelo ya en la mano, las opiniones eran muy distintas. Alguien se ha tomado la molestia de recuperar una foto de aquel diseño ‘Cobra’ para una colección de salvapantallas de ordenador, lo que indica que no ha perdido su capacidad para sorprender.
En realidad, aquel primer par de zapatos rompedor era producto de un enfado. Beda venía de Italia, donde no había hallado la modernidad y elegancia que buscaba para la tienda de Calvo Sotelo y puso sobre la mesa de sus fabricantes menorquines las pieles de serpiente, lagarto y cocodrilo que había comprado, dispuesta a hacer ella misma lo que no encontraba.
Beda vuelve de cada feria como Caperucita (ella misma hace el símil), con una bolsa de recortes de pieles de colores, herrajes, tacones, boquillas… “Con tanta riqueza de materias primas, de calidades y de colores, la imaginación se dispara sola”, sostiene.
Sus colecciones de zapatos y bolsos casi siempre apuestan por el color, la elegancia y una pizca de fantasía y probablemente esa capacidad de atraer las miradas es lo que ha hecho conocida a la diseñadora santanderina en poco más de tres años y el que los ‘bedas’ –el nombre por el que comienzan a ser conocidos sus zapatos– conquisten un lugar en los escaparates más exclusivos de las tiendas francesas, rusas, italianas o canadienses.

El salto internacional

“Gracias al trabajo en equipo, yo pude permitirme algunas extravagancias y caprichos”, explica. Es ahí donde empezó a gestarse Beda Herrezuelo, con diseños más provocadores que la colección familiar y, en principio, solo para las tiendas de Santander, hasta que sus fabricantes menorquines le insistieron para que llevase esas colecciones a otros lugares.
A ella le asustaba la internacionalización, pero sus fabricantes decidieron hacer la colección y llevarla a la feria italiana Micam, una referencia mundial para todo el sector del diseño en piel. “La sorpresa es que gustó muchísimo a tiendas de países que no imaginas que puedan estar tan cerca de tus gustos. Casi siempre son mercados emergentes, que quieren modernidad y una dosis de provocación”, explica.
Eso condujo a la diseñadora cántabra a la feria OBUV de Moscú y, a partir de ahí, a exponer sus colecciones en todas las ferias internacionales, donde ya es habitual un corner con la marca Beda Herrezuelo. El siguiente paso en esta rápida carrera que apenas tiene dos años de trayectoria ha sido el contar con representantes en Italia y Francia, algo que muy pocos diseñadores españoles han conseguido.
Una época de crisis no es el mejor momento para una aventura semejante, pero el público que adquiere sus diseños en otros países suele tener un poder adquisitivo muy alto, el necesario para adquirir unos zapatos o bolsos realizados con materiales muy caros.
Dispuesta a cuidar todos los detalles, cuando en septiembre se abra una tienda con su nombre en Dubai, cuya promotora es una mujer de la familia real que gobierna los Emiratos Arabes, tendrá un escaparate como el de Calvo Sotelo, con los bolsos, las botas, los zapatos, los coordinados… y en la enseña añadirá la palabra ‘Santander’. “Aunque no pueda fabricar aquí, al menos, lo llevo en el nombre”, se justifica.
Su intención no es crear una franquicia, pero no va a desaprovechar la posibilidad de vender en otros países por esta vía y tiene perfectamente claro el patrón de funcionamiento que han de seguir quienes apuesten por su marca. El concepto ‘Beda Herrezuelo’ es algo más que el diseño e incluye también el trato al cliente o la forma de exhibir las colecciones.

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