Los nuevos retos de las obras públicas
El I y el II Plan Regional de Carreteras han coincidido con la extensión de la red de autovías del Estado, que está muy próxima a cerrar los dos ejes básicos que atraviesan Cantabria de Este a Oeste y de Norte a Sur. Este hecho, unido a la renovación de la Nacional que parte desde Colindres hacia Burgos, permite dar por casi completada la red de infraestructuras viarias, un hecho histórico si se tienen en cuenta las reivindicaciones realizadas durante muchos años en este sentido. Incluso en el caso de que se retrase la culminación de la Autovía de la Meseta con respecto a la fecha más probable (febrero de 2006) no restarán más de dos años para que se produzca esta situación.
Las carreteras, por fin, están a punto de dejar de ser noticia en Cantabria y, de hecho, su presencia pública en los medios de comunicación es ya notoriamente inferior. Simplemente, existen. El penúltimo paso de esta normalización ha sido el acondicionamiento de los puertos de montaña de la red secundaria, que el Gobierno regional ha acometido en los tres últimos años y que está prácticamente concluida.
Aparentemente, Cantabria ha dispuesto siempre de un gran mallado de carreteras, dado que cuenta con casi 2.000 kilómetros de vías autonómicas y de 600 estatales, con un ratio de kilómetros por habitante muy superior a la media nacional. En la práctica no es así. La especial orografía de la región y la dispersión poblacional ha exigido un gasto muy elevado en esta materia pero eso no quiere decir que sea suficiente. La red de carreteras no está bien distribuida y eso ha contribuido al despoblamiento del interior, lo que, a su vez, ha agravado el problema del transporte rural, al no quedar suficiente clientela para rentabilizar las líneas de autobús.
Es posible que las mejoras hayan llegado tarde y ya no haya posible vuelta atrás para evitar el despoblamiento interior. Pero aún caben esperanzas y, de hecho, quedan actuaciones pendientes que pueden colaborar a ello, como la Autovía Dos Mares, que enlazaría con la cuenca del Ebro, articulando una parte del sureste de la región.
El resto de las infraestructuras están prácticamente acabadas (Puerto de Santander y aeropuerto) o muy avanzadas (el nuevo Valdecilla). Eso no quiere decir que se vaya a reducir por el momento el nivel de inversiones, porque restan los saneamientos –extraordinariamente caros de ejecución– que, por tardíos se van a quedar prácticamente sin financiación comunitaria. Y no puede olvidarse que la vivienda, ya sea de promoción pública o privada, mantiene un nivel de inversión histórico en el sector de la construcción.