La UE desvela las emisiones contaminantes de cada industria

El mapa cántabro de puntos contaminantes muestra una especial concentración en Torrelavega, donde se asientan las principales empresas productoras de dióxido de carbono (CO2), óxidos de azufre (SO2) y óxidos de nitrógeno (NOX).
En el Registro Europeo de Emisiones Contaminantes (EPER en sus siglas inglesas) se incluyen las empresas que están por encima de los umbrales que obligan a efectuar notificación al registro, en alguna de las 50 sustancias contaminantes que se valoran. Su presencia es, por tanto, estadística y no significa que sus emisiones superen los límites legales establecidos.
El inventario europeo de emisiones es fruto de las conclusiones de la Declaración de Río de Janeiro de 1992 y se alimenta con datos aportados por las propias empresas que luego son verificados por los Gobiernos regionales. Los valores españoles que figuran corresponden a las emisiones de 2001.
De acuerdo con estos datos, la zona de Torrelavega, la más densamente industrializada de la región, soporta a cambio una de las mayores concentraciones contaminantes del país. Sus empresas lanzan al aire anualmente 1,4 millones de toneladas de CO2, un gas incoloro e inodoro, aunque ligeramente ácido, que produce el efecto invernadero, una cuantía equivalente a las emisiones de 78.000 coches, pero muy alejada de las emisiones de dióxido de carbono que originan las grandes centrales térmicas de carbón.
En la zona también son elevadas las emisiones industriales de monóxido de carbono, otro gas incoloro e inodoro, que está originado por combustiones incompletas de hidrocarburos y que puede resultar preocupante con la atmósfera baja y sin vientos, ya que es tóxico.
Otro contaminante con fuerte presencia son los óxidos de azufre (SOx), responsables de la lluvia ácida. Todo ello se une a la importante carga de emisiones al agua que padece la comarca, sobre todo en compuestos orgánicos halogenados, como consecuencia de la actividad papelera, ya que se suelen utilizan como blanqueantes, y cloruros.
La abundante utilización de gas natural como combustible en las centrales de producción de energía evita una mayor emisión de CO2 a la atmósfera de la zona, pero a cambio hace que también sean notables las de óxidos de nitrógeno –un gas muy reactivo con otros contaminantes–.
En el entorno de la Bahía de Santander se concentra otro foco significativo de emisiones y sufre unas circunstancias parecidas a las que se dan en la cuenca del Besaya, aunque la carga contaminante es menor y los vientos procedentes del mar facilitan su dispersión.
Todas las empresas han conseguido reducir muy significativamente las emisiones de contaminantes más peligrosos, como el mercurio que se emplea como catalizador en algunos procedimientos químicos, y el de las sustancias organocloradas. No obstante, las aguas de la región reciben aún una fuerte carga de metales y de sales.
Uno de los problemas con más incidencia sobre la población son las emisiones de pequeñas partículas (PM10), que por su notoriedad, causan más inquietud social, aunque su carga contaminante sea menor. Un problema habitual en las fundiciones cercanas a Santander y en algunas de las industrias de la zona de Torrelavega que alimentan sus calderas con carbón.
El Registro Europeo no incluye, ni mucho menos, todas las empresas contaminantes, un censo mucho más numeroso, pero sí están en él las mayores industrias de la región. En Cantabria no supera el umbral de la declaración ninguna de las instalaciones ganaderas, pero en otras comunidades donde se asientan muchas explotaciones intensivas es relativamente frecuente su presencia en el registro, y la carga contaminante declarada por varias de ellas supera a la procedente de algunas industrias.

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