Somos como nos ven

El doctor Peraita abrió la primera clínica privada de cirugía estética de Cantabria en el año 1981 pero desde entonces las cosas han cambiado mucho en este campo: «Entonces no había ningún cirujano plástico en Cantabria. Ni en la sanidad pública ni en la privada. Hará cinco años, más o menos, se inauguró este servicio en Valdecilla y actualmente en nuestro entorno más próximo hay una decena de cirujanos especializados en este área de la medicina», dice.
El crecimiento de estos servicios médicos ha sido constante durante estas décadas, tanto de los meramente estéticos –es decir, todos aquellos tratamientos que no precisan de cirugía, desde las infiltraciones a las depilaciones o la farmacología– como los que requieren intervenciones quirúrgicas realizadas por un cirujano especialista MIR. Y de una actividad basada en el prestigio de un médico individual se ha pasado a otra dominada por grandes grupos empresariales más despersonalizados pero que pueden crear una marca de referencia, a base de divulgarla hasta que sea perfectamente reconocible en cualquier lugar del país: »Yo creo» –analiza el doctor Peraita– «que publicitar nuestros servicios es algo lógico, al fin y al cabo, es información que el ciudadano puede necesitar; ahora bien, convencer a la gente para que vaya a tu clínica para motivar una facturación y toda esta labor propagandística de los grandes centros de medicina estética no es algo que me parezca médicamente necesario».

20.000 pacientes

Franquicias de este negocio, abrumadoramente publicitadas en los medios de comunicación forman parte ya del paisaje urbano, por lo general para cubrir un campo que no atiende la medicina pública, que en la cirugía estética sólo atiende la de carácter reparador. En Cantabria este fenómeno es aún reciente pero imparable. Varios centros de medicina estética, no necesariamente quirúrgicos, se han abierto en la capital para satisfacer a una clientela fundamentalmente femenina, que requiere de infiltraciones para difuminar las arrugas del rostro o de los productos farmacéuticos que tratan de retrasar otros síntomas propios del envejecimiento: «Dentro de cincuenta años –dice el doctor Peraita –los tratamientos estéticos, incluida la cirugía, van a ser tan habituales como lo son hoy las visitas al dentista. En parte porque es una medicina cada vez más segura y en otra parte porque, a medida que pase el tiempo, va a ofrecer mejores resultados».
En treinta años de profesión, el doctor Peraita ha tratado a unos 20.000 pacientes. Teniendo en cuenta los 500.000 habitantes de Cantabria y la reciente proliferación de clínicas, puede deducirse que el porcentaje de personas que consultan estos servicios médicos es más elevado de lo que cabría suponer y la tendencia es creciente o lo era, al menos, hasta el comienzo de la crisis, que también se está notando en los resultados de las clínicas de estética.

‘Todo el mundo quiere gustar’

El físico, lo queramos o no, es nuestra tarjeta de presentación. Vivimos en una sociedad visual y la mayor parte de nuestro tiempo lo pasamos contemplando cosas. A los paisajes –la única posibilidad visual de nuestros antepasados– se han unido las pantallas de móviles, de ordenadores, de televisores, de cine… Y en esta sociedad visual todo el mundo, salvo contadas excepciones, quiere gustar. «Nosotros –continúa el doctor Peraita– diferenciamos bien entre el paciente que siente un alto nivel de estrés por alguna circunstancia física con la que no está conforme y el que tiene un nivel de estrés bajo. Tienen dos tratamientos diferentes. El primero, presionado por el problema que nos viene a consultar, requiere una solución inmediata. No te puedes equivocar en eso. Para ese paciente tenemos que funcionar un 80% como médicos y un 20% como estéticos, teniendo en cuenta que, a veces –solo a veces– su problema requiere una intervención psicológica y no médica. Luego está el paciente más relajado. Para ese podemos funcionar casi al 100% como estéticos pero sin olvidar que somos médicos».
Los hombres acuden cada vez más a los centros de medicina estética y buscan, en su mayoría, reparar los daños ocasionados por el paso del tiempo, pero los clientes de estos servicios médicos siguen siendo fundamentalmente mujeres, el 85% según el doctor Peraita. “La mujer ya empieza a plantearse si requiere de tratamientos estéticos cuando comienza a descubrir su cuerpo en la pubertad. Esto es así, guste o no guste. La competitividad física en las mujeres es muy alta. Pero a mí me parece que, salvo que exista un problema realmente importante de malformación o de asimetría, retocar el cuerpo de una mujer con un aumento de mamas, rinoplastia, etc, no se debe hacer antes de los veinte años».
El envejecimiento, en una sociedad donde priman tanto los valores de la juventud, también es uno de los motivos por los cuales los hombres y las mujeres acuden al especialista estético. Las bolsas de los ojos, las arrugas de pata de gallo, la papada, la flaccidez de los brazos, los descolgamientos o la caída de los pechos, en donde se manifiesta este proceso natural de deterioro físico, constituye una fuente de ingresos para los centros de medicina y cirugía estética ya que la presencia física de los hombres y las mujeres cada vez es más tenida en cuenta también en el ámbito laboral.
«Las soluciones que damos a los problemas del envejecimiento –recalca el doctor Peraita– vienen a partir de los cuarenta años. A mí parecer tienen mucho que ver con las fases más críticas de la vida. Pero, a partir de esta edad, los tratamientos ya no tienen que ser propiamente quirúrgicos, porque en la mayoría de los casos no existe un problema estructural sino la lógica aspiración de tratar de mantener una apariencia agradable, atractiva».
Para saber quién se es, los hombres y las mujeres de hoy se miran en el espejo. Si lo que ven no les gusta ya lo pueden remediar. Este es el principio básico en el que se sustenta el creciente negocio de la medicina estética.

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