Daniel Pérez. ACADEMIA ALPE:

Daniel Pérez es el propietario de la Academia Alpe, que lleva funcionando desde 1950. Desde entonces, miles de alumnos han pasado por sus instalaciones, ubicadas junto al túnel del Pasaje de Peña de Santander. Pérez tomó en 1995 el relevo de su padre, fundador del negocio, algo que no le debió resultar extraño, porque desde los tres años correteaba por la Academia. El empresario lanza un mensaje de optimismo a sus alumnos: “Aprobar una oposición no es complicado”, pero eso sí, “si estudian todos los días y asisten a clase con regularidad”.

P.- ¿Una academia es un negocio o una vocación?
R.- Mi padre comenzó con ella hace ya sesenta años. De todos modos, no me gusta demasiado que se utilice el término de Academia, ya que nos consideramos un centro de formación. En este tipo de actividad, tiene que predominar la vocación, las ganas de transmitir y de formar, porque si no te gusta enseñar estás perdido.

P.- ¿Cuándo se hizo usted con las riendas?
R.- Desde crío he mamado el negocio, puesto que desde los tres años correteaba por los pasillos del centro. Aunque estuve cinco años en una fábrica, luego me incorporé a Alpe, trabajando estrechamente con mi padre, que me transmitió el saber hacer. En 1995, se jubiló y me hice cargo yo, en un proceso gradual.

P.- ¿Ha cambiado la actividad en este tiempo?
R.- Bastante. Se ha duplicado el tamaño de las instalaciones y en el apartado académico hemos ido evolucionando. En un principio, formábamos a los alumnos en Secretariado, Mecanografía… Posteriormente, durante quince años, fuimos centro de formación profesional. A partir de 1986 y hasta ahora nos hemos centrado en las oposiciones a las Fuerzas Armadas y cuerpos de Seguridad del Estado; seguridad privada, bomberos, bibliotecas, ayuntamientos, Gobierno de Cantabria, Justicia… Pero también hacemos cursos de informática y formamos a empresas. Ahora estamos inmersos en el proyecto Prodiform IV que permite a las empresas formar gratuitamente a sus trabajadores. Desgraciadamente, en Cantabria estamos a la cola en este aspecto.
P.- ¿Por qué el nombre de Alpe?
R.- Buena pregunta. Se corresponde con los apellidos de mi padre: Pérez Alonso.

P.- ¿Cuál es el motivo por el que tantas personas escogen su Academia para preparar las oposiciones?
R.- El trato personalizado. Nos gusta tratar a los clientes como alumnos, estar encima de ellos y, lógicamente, que nuestros profesores estén a la altura. No nos gusta jugar con el dinero de la gente. Si yo detecto que una persona escoge algo para lo que creo que no está capacitado, se lo hago saber.
P.- ¿Tiene alumnos de toda la región?
R.- Sí, incluso a personas de comunidades vecinas, como el País Vasco, que vienen a prepararse para oposiciones a las Fuerzas Armadas o a los cuerpos de seguridad del Estado. Influye el hecho de que nuestra ubicación es muy buena, junto al Pasaje de Peña, y muy cerca de la estación de tren.

P.- ¿Qué tipo de alumnos pasan por su centro de estudios?
R.- Aquí vienen personas de todas las edades, porque se dan cuenta que cualquier edad es buena para seguir formándose y adquirir conocimientos y de que es la mejor inversión para nuestro tiempo. A lo largo de la historia de Alpe habrán pasado por ella miles y miles de alumnos. Ahora mismo, hay 600 matriculados.

P.- Es curioso que la labor de su centro haya sido reconocida por la Policía.
R.- El Ministerio del Interior nos otorgó una distinción honorífica por la calidad de la formación en materia de seguridad. Es algo de lo que estoy muy orgulloso, pero tampoco me gusta presumir de ello.

P.- ¿Predica con el ejemplo y su profesorado se recicla constantemente?
R.- Sí, claro. Ahora mismo, están realizando cursos de oratoria. También se forman en habilidades sociales, primeros auxilios y nuevas tecnologías. En la actualidad, la plantilla es de treinta personas, entre profesores, colaboradores y administrativas.

P.- Usted es como un padre para algunos alumnos.
R.- Me gusta estar pendiente de ellos, orientarlos y resolver los problemas que se generan en el día a día. Hay que tener en cuenta que en algunas oposiciones, como seguridad privada, se exigen muchos trámites burocráticos que hay que cumplir taxativamente y hay que transmitir a los alumnos puntualmente cada paso que deben dar.

P.- ¿Sacar una oposición es muy complicado?
R.- Aprobar una oposición no es complicado. Pero el opositor debe de ser consciente de que tiene que estudiar todos los días, asistiendo a clase de forma regular. Y debe darse cuenta de que en cuatro meses no se puede sacar, pero que a partir del año puede estar bien preparado. Ahora, la gente supone que va a haber muchos recortes en la oferta de plazas públicas, pero en determinadas áreas de la Administración no va a ser así. Y puede ser que no obtenga el premio a la primera, pero, por ejemplo, en el Gobierno de Cantabria existe una bolsa de empleo que funciona muy bien. Tengo que reconocer que las oposiciones de Justicia y Auxiliar Administrativo nos dan muchas alegrías, por el índice de aprobados. Hay que valorar mucho la seguridad y calidad de vida que conlleva ser empleado público.

P.- ¿Tantos de sus alumnos aprueban?
R.- Un gran porcentaje, y lo publicamos en nuestro tablón de anuncios. Si no fuese así, nuestra academia estaría vacía.

P.- ¿Existe mucha rivalidad entre las academias? ¿Son demasiadas las que hay?
R.- Tenemos una buena relación y una competencia sana. Y creo que las que estamos ahora somos suficientes para cubrir la demanda.

P.- ¿A qué desafíos se enfrenta el sector? ¿Ha pensado en que las oposiciones se preparen por Internet
R.- Hay que abrir nuevas vías de negocio. Este año hemos preparado, por primera vez, las oposiciones a Secundaria y estoy muy satisfecho de los resultados. Además, estamos desarrollando nuestro portal educativo para que los alumnos que no puedan asistir en alguna ocasión a las clases, no se queden descolgados. Pero, tengo claro que lo esencial es que asistan a clase de forma presencial.

P.- Usted, ¿también da clases?
R.- Doy clases de psicotécnico y estoy habilitado para impartir formación en determinadas áreas.

P.- ¿Vive para trabajar?
R.- Yo no diría tanto. Aunque entre semana entro a las ocho de la mañana y, muchas veces, salgo a las 8.30 de la noche, llego a casa, desconecto y tengo el fin de semana libre para mí y para mi familia. Reconozco que tengo mucha responsabilidad pero me encanta mi trabajo.

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