La auditoría cumple 50 años en Cantabria

En octubre de 1957 la prensa local daba noticia de la apertura de un despacho de auditoría de cuentas en la calle Fernández de Isla, de Santander. Un joven y desconocido intendente mercantil, Enrique Campos Pedraja, mientras continuaba los estudios de Profesor y daba clases en la Escuela de Comercio, se ofrecía para impartir un servicio a las empresas cuya utilidad la mayoría de ellas desconocía. En España prácticamente no había precedentes de auditores y, mucho menos, en una pequeña provincia.
Las técnicas de auditoría habían nacido en las escuelas contables de EE UU y ya estaban extendidas por Centroamérica. Campos debió suponer que antes o después se utilizarían en España, porque a los diecinueve años se embarcó en la compra a plazos de una enciclopedia de auditoría de doce tomos, de origen norteamericano y trasladada al español por la editorial mexicana UTEHA.
A pesar del desconocimiento inicial, el crédito profesional de Campos creció con rapidez y en pocos años era el asesor de la mayor parte de los gremios de la provincia en las negociaciones con Hacienda para fijar los cupos tributarios anuales de cada uno.
Hoy, a los 50 años de la creación de su despacho, la asesoría de Enrique Campos y Asociados tiene más de medio centenar de trabajadores y es una de las principales auditoras del país, si se excluyen las multinacionales. A pesar de estar asentada lejos de Madrid o Barcelona, donde se encuentran las sedes de las grandes compañías, entre sus clientes hay empresas nacionales de tanto relieve como el grupo Teka y entidades como la certificadora Aenor o Unesa, patronal de las eléctricas.
Campos es también presidente del Colegio de Economistas de Cantabria y fundador de CEMIDE.

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