Un museo entre despachos

Los empresarios suelen personalizar su oficina con fotos de la familia o con cuadros de su pintor preferido, pero no hasta el extremo de trasladar sus aficiones a su lugar de trabajo para compartirlas con sus compañeros y con todo aquel que quiera conocerlas. Eso es lo que hace singular a Seficosa, una asesoría que varias veces al año se convierte en una sala de exposiciones en torno a las tradiciones culturales y a los valles pasiegos, las dos grandes pasiones de su fundador, Carlos López D´Hers.
Hace cuatro años exhibió por primera vez un Belén Pasiego. Las figuritas las encargó ex profeso en un taller murciano (Artesanía Serrano), cuyo propietario supo interpretar a la perfección lo que quería López D’Hers debido a sus ascendientes cántabros y a los paisajes y cabañas pasiegas que recreó para la ambientación la artista de Entrambasmestas Teresa Riancho.
El año pasado Carlos López D’Hers fue un poco más allá y acogió toda una procesión de Semana Santa en los pasillos de sus oficinas, compuesta por una serie de pasos en miniatura que el asesor ha ido comprando a distintos artesanos y en tiendas religiosas del Sur de España. Pero, aunque se trate de una iconografía típicamente andaluza, los pasos discurren por escenarios pasiegos creados por la misma artista que confeccionó los fondos del Belén: “Ese contraste llama mucho la atención”, comenta satisfecho López D’Hers mientras muestra cómo uno de los pasos, el de la Virgen de la Esperanza, pasa por delante de la Iglesia de Alceda, en Ontaneda, rodeado de nazarenos.
El asesor defiende que la muestra es “única” en España porque los tronos –los pasos– casi nunca se muestran al público, salvo en el escaparate de algún comercio. Suelen estar en viviendas particulares como la del actor Antonio Banderas que, como buen malagueño, tiene uno en su casa.
La primera procesión de Seficosa constaba de cuatro pasos pero la de este año ya ha sumado nueve y López D´Hers tienen intención de seguir ampliándola. “La del que viene será la apoteosis artística”, advierte. Ha llegado a un acuerdo con unas jóvenes artistas de Murcia para que le fabriquen réplicas en barro de los pasos de Salzillo, un escultor barroco que cuenta con su propio museo en esta ciudad.
Conseguir nuevos pasos no le preocupa tanto como encontrar espacio en la oficina para exponerlos, una vez que su peculiar procesión ha alcanzado ya los ocho metros de largo.
Un colegio religioso se ha ofrecido a acoger el Belén Pasiego, que pronto tendrá que buscar otro emplazamiento para llegar a un público más amplio. Pero, de momento, permiten las visitas en la asesoría, en grupos reducidos y en un horario acotado para alterar lo menos posible el ritmo normal de trabajo.
Aunque sí son las más originales, no son las únicas actividades promovidas por Seficosa. La asesoría también patrocina a equipos regionales de futbito y al club de balonmano femenino de Camargo  y celebra una fiesta de los Reyes Magos, con un reparto de regalos a los hijos de los empleados. Con todo ello, López D´Hers busca proyectar su labor a la sociedad y crear lazos de amistad entre los miembros de su nutrida plantilla, compuesta por 34 personas que se reparten entre sus centros de Santander, Castro Urdiales, Laredo y Puente San Miguel.

Recuperar las tradiciones

Aunque tanto el Belén Pasiego como la procesión de Semana Santa tienen un marcado carácter religioso, Carlos López D’Hers insiste en que le motiva más la parte artística y cultural de estas tradiciones y su deseo de preservarlas para que no se pierdan.
Ese mismo amor por las costumbres de antaño le ha llevado a impulsar dos pequeños museos etnográficos en el Valle del Pas. A pesar de que este profesor mercantil nació en Santander y se define como “capitalino de asfalto”, pocos conocen mejor que él la comarca pasiega: “Antes no sabía ni lo que era una azada pero me casé con una torancesa y empecé a interesarme por el estilo de vida de los campesinos y por los avatares y penurias que sufría la gente como mi suegro, que era carretero”.
La vida en el campo le llenó tanto que acabó rehabilitando una casona en San Vicente de Toranzo para pasar los fines de semana y las vacaciones junto a su familia. Eso fue hace 25 años y, desde entonces, ha recorrido los pueblos de Cantabria para recoger todo lo que iba encontrando por las calles y casas pasiegas, desde un carro abandonado hasta un candil: “Pensé que todo aquello había que ir guardándolo para que los niños supieran que antes de los tractores con aire acondicionado existieron los arados”, dice.
Nunca pensó llegar a reunir tantos objetos, aunque raramente los ha conseguido de forma gratuita: “Hasta un botijo tuve que comprárselo a un niño que bajó de una cabaña para vendérmelo al precio que él quiso”. El carácter de los pasiegos tampoco le ha facilitado las negociaciones: “Una vez, tardé media hora en subir los seis peldaños de una cabaña para convencer a sus dueños de que estaba recogiendo cosas con la intención de crear un museo”, añade.
Todas las aventuras que ha vivido por el monte con un cuévano a la espalda se han plasmado en dos museos. Uno de ellos, titulado ‘El Hombre y el Campo’, es un homenaje a la forma de vida de las gentes pasiegas y está abierto al público. Se encuentra en el Barrio Riancho de San Vicente de Toranzo, junto a la fábrica de El Buen Pastor, y hace años fue cedido a la asociación cultural de este valle para que cualquier interesado pudiera visitarlo.
Entre otros objetos de valor cuenta con una cocina pasiega de más de 200 años de antigüedad que conserva muchos de los utensilios de entonces y con la mayor colección de yugos que existe en el mundo (156), con la que esperan entrar en el Libro Guiness.
La otra colección, también centrada en temas pasiegos, está en la casa particular del asesor y la reserva para su familia y amigos.
López D’Hers reconoce que la responsabilidad que conlleva ponerse en la piel de otros empresarios para ayudarles a tomar decisiones le genera mucha tensión: “Te llevas los problemas a la cama, los rumias con la almohada, que es buena consejera, pero al final necesitas desconectar”. Y sostiene que haberse pasado los fines de semana con el buzo puesto, limpiando los objetos que iba encontrando por el campo, le ha liberado de sus preocupaciones profesionales durante años.
Ahora son sus hijos y nietos los que disfrutan de la casa de Toranzo mientras él encuentra refugio en Marbella, sobre todo en Semana Santa, no vaya a ser que se le escape algún paso.

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