Gasolina con golosinas

Durante cuarenta años, la estación de servicio Vidal de la Peña ha observado los cambios que se han ido sucediendo en su entorno y que han modificado profundamente la principal entrada a Santander. Desde este observatorio ha asistido a la transformación en una autovía de la antigua carretera de Parayas, que daba acceso a la ciudad por la fachada marítima, y, más recientemente, a la conversión del cruce de La Marga en una imponente glorieta, pieza clave del futuro distribuidor.
Ahora ha llegado el momento del cambio para la propia estación de servicio, que ha reformado sus instalaciones para ampliar y rediseñar la tienda y adecuar la zona de surtidores a las nuevas exigencias medioambientales.
Tras cuatro meses de obras, el resultado ha sido una tienda mucho más atractiva y con una mayor gama de productos, y una gasolinera con modificaciones que, si bien no se aprecian a simple vista, incorporan los últimos avances técnicos en control de los depósitos y recogida de vertidos de hidrocarburos que se puedan producir accidentalmente.

Dura competencia

La venta de artículos de primera necesidad en las estaciones de servicio se han revelado como la mejor estrategia para luchar contra la paulatina pérdida de rentabilidad del combustible. En una docena de años, Cantabria ha pasado de 39 puntos de suministro –entre estaciones de servicio y surtidores aislados– a 140. No sólo ha habido un incremento desmesurado de la oferta, sino que se ha producido un cambio cualitativo, con la durísima competencia de las gasolineras abiertas en los centros comerciales, donde el combustible se utiliza como reclamo para otras compras. Un conjunto de razones que puede explicar que Cantabria suela aparecer en las estadísticas del Ministerio de Industria como la región con los precios de gasolina y gasoil más bajos. Si a esto se le suma el control que tienen unas pocas compañías petroleras sobre el suministro a las estaciones de servicio se entiende la necesidad de diversificar el negocio que han sentido los expendedores.
El camino elegido ha sido el único posible: la conversión de la gasolinera en un área multiservicio en la que, además de repostar, el cliente puede aprovisionarse de otros productos, desde prensa, golosinas y bebidas hasta artículos de parafarmacia o complementos para el automóvil. Una forma de ahorrarle un viaje hasta los puntos de venta habituales o de sacarle de un apuro cuando los comercios están cerrados.
Vidal de la Peña aplicó esta estrategia de diversificación hace ya nueve años, con tan buenos resultados que ha optado por duplicar la superficie de la tienda, incorporando el espacio de un pequeño almacén. Así ha podido obtener una zona de ventas de 104 m2, aumentar notablemente la gama de artículos y mejorar la circulación entre los expositores. La tienda también ha incorporado un horno de pan, con una ambientación que recrea la de una confitería.
El empleo de la madera y de metales cromados para la decoración interior de la tienda junto a la utilización de colores anaranjados y verdes contribuye a crear una imagen bastante alejada de la estrictamente funcional de otras áreas de servicio.
La tienda sólo supone un 12% de la facturación, pero sus márgenes son más elevados que los del combustible y su aportación podría ser mucho mayor si las gasolineras consiguieran revocar la prohibición de vender tabaco, un artículo que hasta hace poco actuaba como un reclamo muy eficaz para otras ventas, incluida la de combustible.

Mejoras técnicas

E grupo Carrera Motor, propietario de la estación de servicio Vidal de la Peña, ha aprovechado la ocasión para adaptar las instalaciones a las nuevas normativas. Una de las reformas ha sido el traslado de la descarga de los camiones cisterna a la zona de surtidores. Anteriormente se realizaba desde el vial anejo, que se ha convertido en vía pública tras ser cedido al Ayuntamiento por la Autoridad Portuaria. La gasolinera cuenta con seis depósitos de entre 20.000 y 25.000 litros, que han de recargarse frecuentemente, si se tiene en cuenta que cada año vende unos cinco millones de litros de combustible.
Otra de las modificaciones introducidas ha sido la recogida de aguas hidrocarburadas, las utilizadas para limpiar los pequeños derrames de combustible que se pueden producir al utilizar los surtidores o al rellenar los depósitos de la gasolinera. Una ligera pendiente en la plataforma conduce ese agua hacia una canalización que finaliza en un tanque donde se separan los hidrocarburos. Esos residuos son retirados después por un gestor autorizado.
Para el control de los depósitos se ha introducido una sofisticada sonda que permite conocer el nivel de ocupación, además de detectar si hay fugas, si se ha filtrado agua o la temperatura a que se encuentra el combustible. La estación de servicio ya fue pionera en el uso de estos modernos sistemas de medición, cuya fiabilidad es tan alta que el Ministerio de Industria permite sustituir con ellos algunas de las revisiones periódicas que están obligadas a hacer las gasolineras de sus depósitos.
Vidal de la Peña cuenta con una plantilla de diez personas para atender la tienda y la estación de servicio, que van a poner especial interés en fidelizar a un cliente que, con la escalada de los precios petróleo, es cada vez más sensible a las diferencias en el precio del combustible, pero que no deja de apreciar un buen servicio.

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