La ciencia al día

La memoria de trabajo no está perdida

Con el paso de los años es fácil olvidar dónde hemos dejado las llaves o el paraguas pero ya se ha detectado que la causa de este déficit cognitivo está en la memoria de trabajo y es una pérdida que se podría revertir.
Aunque se sabe desde hace mucho tiempo que la pérdida de memoria es algo vinculado a la edad, hasta ahora se desconocían los motivos biológicos. La realidad es que con el envejecimiento se acumulan niveles excesivos de la molécula CAMP, lo cual provoca el debilitamiento de las señales neuronales.
Es un hecho que, en el cerebro de personas de mediana y avanzada edad, las redes neuronales tienen conexiones más débiles y se activan con menos intensidad que las de los jóvenes. Pero, en pruebas llevadas a cabo con animales se ha mostrado que es posible revertir esa pérdida con un fármaco que se usa para tratar la hipertensión; sin embargo, antes de poder utilizarlo será necesario comprobar sus resultados directamente en humanos.

Un gorro para el conductor

El tiempo que tarda un conductor en frenar se puede reducir gracias a un sistema de electrodos que envía señales al cerebro. El sistema se basa en la técnica de la electroencefalografía (EEG) e identifica la intención de frenar 13 centésimas de segundo antes de que el conductor pise el pedal. De manera que, a una velocidad de 100 kilómetros por hora, la distancia de frenado se reduce en 3,66 metros.
Se ha descubierto que la intención de frenar es claramente detectable en el cerebro, pero fue una sorpresa que fuera tan predecible.
No obstante, aún pasará un tiempo hasta que este avance pueda ser aplicado en situaciones de conducción real, porque, hoy por hoy, el conductor tendría que llevar sobre su cabeza un gorro de plástico con 64 electrodos cubiertos con un gel conductivo.Y los gorros son bastante incómodos, se tarda media hora en prepararlos y el usuario ha de lavarse la cabeza para quitarse el gel después de habérselo puesto.

Dos lunas

Hubo un tiempo, antes que surgiera la vida en la Tierra, que la Luna tuvo una compañera más pequeña, según una teoría que se acaba de difundir a través de la revista Nature.
Esa segunda Luna desapareció, al parecer, tras chocar con su hermana mayor hace unos 4.400 millones de años. El choque se habría producido a una velocidad muy lenta de forma que el material de la segunda luna habría acabado fusionándose con el hemisferio lunar que no es visible desde la Tierra.
Durante décadas, los científicos han intentado comprender por qué el lado visible de la Luna tiene una superficie relativamente plana en comparación con la gran cantidad de cráteres y montañas de más de 3.000 metros de altura que hay en el lado oculto.
Según esta nueva tesis, la explicación es que hubo una serie de colisiones cósmicas, cuyo punto de partida se produjo hace 4.000 millones de años cuando un planeta del tamaño de Marte impactó contra la Tierra. El material dio lugar a nuestra Luna y a ese otro cuerpo lunar más pequeño.

Las armaduras, poco prácticas

No podemos decir que no nos lo imaginásemos pero, según una reciente investigación, para los combatientes de la Edad Media llevar puesta una armadura era tan agotador que podría haber decidido el resultado de algunas batallas famosas. Influyó, concretamente, en la de Agincourt (1415), donde unas escasas fuerzas inglesas derrotaron a número superior de caballeros franceses.
Las armaduras pesaban entre 30 y 50 kilos, pero en el siglo XV este aditamento bélico formaba parte de una auténtica carrera armamentista, en cuyo marco se perfeccionó el arco y la ballesta, además de las propias armaduras, que daban más protección pero implicaban una mayor torpeza.
Aunque siempre se había estimado que la armadura reducía la capacidad de actuación de sus portadores, hasta ahora no se había medido cuánto. Un equipo científico ha calculado cuánta energía consumían quienes las usaban, midiendo la cantidad de oxígeno que inhalaban y el dióxido de carbono que exhalaban. Caminar y correr con una armadura no sólo requiere el doble de energía que hacerlo sin ella, sino que la pechera y la placa de la espalda afectan a la respiración.

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