Una cántabra plantea una alternativa legal a la piratería

A lex de la Iglesia, adalid de los derechos de los internautas, publicaba hace unos meses en su twitter que era posible aunar los intereses de la industria del cine con el de los usuarios de la Red, apuntando como ejemplo la creación de un videoclub on line en el que era posible descargarse largometrajes de forma legal y previo pago. El director de cine y ya expresidente de la Academia se estaba refiriendo a Facilvisión, el proyecto firmado por la cántabra María Luz Villamil.
Propietaria de un videoclub convencional, esta joven emprendedora de Noja decidió dar el salto a la Red con la intención de ofrecer una alternativa legal a la piratería. Para no vulnerar los derechos de los creadores, pidió asesoramiento a un abogado especializado en nuevas tecnologías y estableció alianzas con la SGAE, que recibiría una cantidad por cada visionado en concepto de derechos de autor, y con Telespectadores Asociados de Cataluña (TAC), una organización de consumidores, asociada a ICmedia, que se encargaría de hacer las críticas de las películas en el nuevo portal.
Una vez que hubo desarrollado el software para el alquiler on line de las películas –cuestión en la que ha invertido mucho tiempo y dinero–, sólo le restaba disponer de los contenidos necesarios para poner en marcha este videoclub virtual, es decir, de las películas digitalizadas para poder ser descargadas en internet. Para conseguirlo, contactó con la distribuidora con la que ya trabajaba y, en vista de que no disponía de ese formato, recurrió a las propias productoras (Warner, Paramount, Columbia Pictures, etc) sin obtener respuesta. Fue entonces cuando decidió digitalizar las películas ella misma.
Facilvisión arrancó en marzo de 2010 con 450 títulos a los que pronto se fueron añadiendo otros, como en cualquier videoclub convencional. Algo que nunca llegó a ocurrir porque mes y medio después de haber echado a andar su sitio web, Mª Luz decidió cerrarlo porque no quería vulnerar los derechos de explotación de las productoras: “Legalmente podía haberla mantenido en funcionamiento, pero no lo hice porque mi intención nunca fue actuar de mala fe sino hacer lo correcto”, apunta.

Una experiencia breve pero exitosa

La experiencia, aunque breve, sirvió para demostrar que existe un publico potencial dispuesto a pagar por descargarse películas en internet. De hecho, en poco más de un mes y sin haber dado ninguna publicidad a la web, el videoclub ya contaba con más de 400 socios. La empresaria todavía conserva los mensajes de apoyo que recibió de los internautas.
Aunque todavía no hayamos interiorizado el concepto de pagar por contenidos que es posible conseguir de forma gratuita, Mª Luz está convencida de que hay mucha gente que prefiere hacerlo así “por una cuestión de principios”, ya que rechazan la piratería, o por asegurarse que las películas tengan una calidad aceptable de imagen y sonido.
En ningún caso considera que el precio juegue un papel disuasorio, ya que en su servidor on line se podían alquilar películas entre un euro y 3,50, tarifas similares a las de un videoclub normal pero con la comodidad de no tener que desplazarse. El pago se realizaba mediante la compra de un bono y su recarga a través de un procedimiento similar al que utilizan la mayoría de los videoclubs de calle con cajero.
El funcionamiento de Facilvisión es muy sencillo. Basta registrarse en la página, con un nombre y un correo electrónico, para acceder al catálogo de títulos y visionar el elegido tantas veces como se quiera (tecnología streaming) en las siguientes 48 horas. Transcurrido ese tiempo, el servicio se desactiva y la película no queda en poder del usuario.
Villamil ha cuidado tanto los pequeños detalles que esta plataforma cuenta, incluso, con un servicio de control parental para evitar que los menores contraten contenidos sin el consentimiento de sus progenitores.

Aliarse con las nuevas tecnologías

Formada en Administración de Empresas y en Marketing, la emprendedora nojeña renunció a un buen empleo en la banca para quedarse en su localidad natal y formar una familia. Hoy es madre de tres hijos y hace años que posee un videoclub convencional que también ha sido pionero en la villa por ofrecer sus servicios las 24 horas del día a través de cajeros automáticos para el alquiler de películas y máquinas de vending con todos los productos necesarios para una buena sesión de cine en el sofá.
La empresaria tiene claro que el futuro de su sector pasa por aliarse con las nuevas tecnologías así que, sin abandonar su cinebank (“la mejor fuente de información a pie de calle sobre los gustos y costumbres de los clientes”, dice) seguirá adelante con su proyecto on line.
La barrera que ha de salvar no es física –ya que, gracias a internet, las películas pueden viajar desde Noja hasta el lugar más recóndito del mundo– pero sí económica, porque las productoras le exigen un importante desembolso por hacerse con las licencias de explotación.

‘Volveré pronto’

Confianza en la viabilidad de su proyecto no le falta, de ahí que haya desarrollado un completo plan de empresa con la ayuda del Programa Emprecan del Gobierno de Cantabria y ahora centre sus esfuerzos en encontrar la financiación necesaria para reanudar la actividad de Facilvisión: “Espero volver a abrirlo más pronto que tarde”, afirma rotunda.
Pese a que la piratería es la principal amenaza para los videoclubs, no tiene miedo a que copien su idea: “Es posible que haya gente que quiera hacer lo mismo pero yo ya tengo mucho camino andado”. Lo dice porque desarrollar la plataforma ha sido un proceso largo y muy costoso, por lo que ya se ha planteado subdistribuir las películas a otros videoclubs que quieran seguir su ejemplo o, al menos, comercializar este software entre otro tipo de empresas que quieran sacar rendimiento a sus webs con el uso del video.
A los videoclubs que se quejan del panorama tan negro que asola al sector les recomienda progresar en lugar de achacar sus males al progreso. Logre o no su empeño, sabe que internet es la única salida para que su película tenga un final feliz.

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