El emigrante que creó un imperio

Ángel Losada nació en Soba en 1908 y hubiese sido ganadero, como otros muchos de sus vecinos y familiares, de no haberse embarcado para buscar fortuna en América. Al fin y al cabo, era otra de las salidas profesionales para los muchachos de la zona. Como él, fueron muchos. Tenía sólo quince años y el honor de haber viajado en la primera travesía del ‘Cristóbal Colón’, el barco más ambicioso que nunca tuvo la Trasatlántica. Era el año 1923, y cuando llegó a México empezó en una ciudad perdida, Apan, del departamento de Hidalgo.
Los quince primeros años trabajó, como la mayoría de los emigrantes, en una modesta empresa creada por familiares que se fueron antes. Luego creó su propio negocio de semillas, ultramarinos y distribución de cerveza.
Quien crea que su carrera fue fulgurante, se equivoca. Pasaron cuarenta años desde su desembarco hasta sacar los primeros resultados de su esfuerzo, creatividad y sacrificio. En 1962, con otros siete socios, creó el primer supermercado Gigante, una tienda de autoservicio cuyo enorme tamaño hacía honor a su nombre (tenía nada menos que 32.000 metros cuadrados, lo que la convertía en la mayor de todo Latinoamérica), y donde se vendían desde animales domésticos a productos de farmacia o automóviles. Más tarde, Gigante se convertiría en una cadena cuyas dimensiones también respaldarían la denominación.
Desde que en 1940 vio esta fórmula comercial de autoservicio en Estados Unidos, Losada llevaba pensando en poner en marcha algo semejante y lo cierto es que tuvo el éxito que imaginaba, aunque cuando llegó al mercado alguien se le había adelantado, una tienda denominada Aurrerá. El tiempo convertiría a ambos en los grandes rivales de una carrera por extender sus respectivas cadenas por todo el país.
Losada eligió la capital para poner en marcha su idea y entre 1963 y 1977 abrió once grandes superficies, con un formato siempre semejante. Un solar de alrededor de 25.000 metros cuadrados, de los que 7.000 u 8.000 están ocupados por la tienda (para nosotros, un hipermercado) y el resto es aparcamiento.
Para 1987, cuando absorbió la cadena Astra, con sus 23 tiendas, ya sumaba 82 y había comprado todas las participaciones a los socios que empezaron con él. En 1991 su enseña se convirtió en la primera del país que llegaba al centenar de establecimientos y un año después adquiría el grupo Blanco (90 centros comerciales) y El Sardinero, creado por otro emigrante santanderino, apellidado Fernández, con ocho tiendas que en ese momento regentaban ya sus sucesores.
En 30 años, Losada había organizado el mayor imperio comercial de Hispanoamérica, con una cuota de mercado del 25% en la capital del país –probablemente la ciudad más poblada del mundo–, un 70% en Guadalajara y un 55% en Monterrey. Su volumen de negocio en 1992 era de 150.000 millones de pesetas, al cambio, y su plantilla de 27.000 personas, con unos beneficios anuales de alrededor de 7.000 millones de pesetas y una enorme liquidez. La salida a bolsa de un 10% del capital por entonces le reportó a la familia unos 15.000 millones de pesetas.
En 1994, las ventas de sus establecimientos se situaban ya en los 350.000 millones de pesetas y Losada aparecía en el ranking de las personas más ricas del mundo, elaborado por la revista norteamericana Forbes, con un patrimonio valorado en 1.300 millones de dólares (170.000 millones de pesetas).
Losada, que invariablemente pasaba los veranos en su chalet de Pérez Galdós, siempre siguió muy de cerca la realidad comercial española. No acababa de entender que no hubiese surgido en el país una fórmula como la suya, de grandes superficies donde se vendía en régimen de autoservicio absolutamente de todo, incluso coches. Cuando empezaron a aparecer los hipermercados en España, no sólo no se tranquilizó su espíritu, sino que se sintió personalmente afectado por el hecho de que las cadenas francesas se hiciesen rápidamente con el sector, sin encontrar réplica entre los empresarios españoles. Tanto que, a sus ochenta años, se puso a buscar terrenos por los alrededores de Santander para crear un centro comercial suyo, pero acabó desanimado por las dificultades que planteaba la gestión del suelo en la región. Sólo pudo resarcirse animando a los propietarios de El Corte Inglés –el comercio que más admiraba– y con los que siempre tuvo una gran relación, a que abriesen una tienda en la capital cántabra.
En la década de los 90, Losada trasladó las responsabilidades del grupo a su hijo, Ángel Losada Moreno, que poco antes había pasado por el dramático episodio de un secuestro. Gigante se vio afectado por el duro golpe económico que sufrió el país –el llamado Efecto Tequila– que además tuvo el efecto de abaratar la entrada de competidores extranjeros. Por ello, ralentizó el ritmo de aperturas y se diversificó con otros formatos comerciales. A comienzos de la década actual, el grupo estaba compuesto por 134 medianas superficies Gigante, 41 bodegas (tiendas de superdescuento), 15 tiendas SuperPrecio, 34 SuperG, 40 restaurantes Tocks, 53 tiendas Office Depot y 48 establecimientos de artículos electrónicos Radioshack.

Actividad filantrópica

Losada nunca olvidó los muchos años que pasó en el campo, algo que no resulta muy habitual en la burguesía mexicana y siempre que tuvo oportunidad pidió la mejora de las condiciones de vida en el medio rural, que conocía bien. Cuando a los 48 años se fue a vivir a la capital, en parte lo hizo impelido por el hecho de que sus cuatro hijos –tres mujeres y un varón– entraban en la edad universitaria y quería darles la mejor formación.
A pesar de su carácter conservador, siempre tuvo un espíritu social, que le llevó a dar entrada a los trabajadores en el capital de Gigante. También ha sido un benefactor de muchas causas, como se ha recordado en México tras su muerte. En los últimos años, su presencia en el despacho casi estaba exclusivamente relacionada con estas actividades filantrópicas.

Competencia dura

Actualmente, la familia Losada Moreno controla el 66% de las acciones del Grupo Gigante, cuyo valor nominal es de 2.675 millones de pesos, aunque el valor real es muy superior. Sólo los activos inmobiliarios del grupo fueron valorados en 2002 en 5.279 millones de pesos. Un 13% de la sociedad está controlada por Inbursa, el brazo financiero del multimillonario Carlos Slim.
Gigante es ahora la tercera cadena de supermercados de México, con una cierta presencia en el sur de los Estados Unidos y en varios países de Centroamérica. En los últimos años, su política conservadora le ha creado algunos problemas de caída del margen operativo, como consecuencia de la agresiva competencia del gigante norteamericano Wal-Mart, que con una política de promociones y expansión a ultranza se ha convertido en la primera cadena mexicana, pocos años después de entrar en el país.
La irrupción del líder mundial de las tiendas de autoservicio, Wal-Mart ha cambiado las estrategias de Gigante, hasta el punto de buscar alianzas con las otras dos grandes cadenas de capital nacional, Comercial Mexicana y Soriana, con las que ha formado una entidad denominada Sinergia, cuyo objetivo es desarrollar proveedores nacionales y aprovechar las economías de escala que pueden generar en las compras tres cadenas de tal tamaño.
Unos tiempos muy distintos a aquellos en los que Angel Losada levantó su imperio comercial.

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