El despertar de
La Hermida

Cantabria es una región especialmente favorecida por la abundancia de aguas termales. Un recurso regalado por la naturaleza, cuya valoración ha ido en aumento al compás del renovado interés por la balneoterapia. El potencial de negocio que encierra no ha pasado desapercibido y la región está conociendo un notable resurgimiento de las estaciones termales. No obstante, quedan aún muchos recursos por aprovechar. De los siete balnearios históricos, tan solo cuatro se encuentran en activo –Liérganes, Puente Viesgo, Las Caldas de Besaya, y Alceda–; el intento de rehabilitar el de Ontaneda no ha fructificado, y los dos restantes, –Solares y La Hermida– después de largos años en desuso, por fin cuentan con proyectos para su apertura. El pasado mes de mayo se anunciaba la rehabilitación del balneario de Solares que contará en el 2005 con un hotel de cuatro estrellas, y la sociedad Aguas de La Hermida ha presentado un proyecto para la recuperación de las instalaciones termales de esa localidad lebaniega, cerradas desde hace más de sesenta años. Pero si en el caso de Solares la ejecución del proyecto no plantea ya más problemas que los estrictamente constructivos, el intento de rehabilitar el balneario de la Hermida debe sortear todavía otras dificultades.

Un proyecto con incertidumbres

Las instalaciones termales de La Hermida son unas de las más antiguas de Cantabria y su ubicación en una zona de elevada afluencia turística convierte este manantial de aguas muy cálidas en uno de los más atractivos para su puesta en uso. Sin embargo, la rehabilitación de las instalaciones, insistentemente pedida por el Ayuntamiento de Peñarrubia donde se asienta, ha topado hasta el momento con el obstáculo que representan las divergencias entre los antiguos titulares del derecho de explotación de las aguas y los nuevos concesionarios.
La inactividad de la sociedad que ostentó en el pasado los derechos de explotación de esas aguas, llevó a la Administración a convocar en 1995 un concurso público para adjudicar nuevamente el aprovechamiento del manantial. Sorprendentemente, al concurso no acudieron los anteriores titulares de la concesión y propietarios del edificio –entre los que se encuentra la familia del editor de El Diario Montañés, Mariano Linares– y un grupo de ingenieros de minas se hizo con la concesión de las aguas termales, a través de una sociedad creada al efecto denominada Aguas de la Hermida.
La particular ubicación del manantial, situado en las márgenes del Deva, en una angosta zona del desfiladero de La Hermida, hacía casi imprescindible el entendimiento con los antiguos titulares de la concesión, que continúan siendo propietarios de la finca en la que se levantan los restos del antiguo hotel y las primitivas instalaciones para bañistas. Encajado entre las inmensas rocas calizas que apenas dejan hueco para la carretera y el río, el lugar difícilmente permite encontrar otro emplazamiento.
Los contactos entre Aguas de La Hermida y los anteriores concesionarios, a los que se ofreció la compra de la finca o la cesión de los derechos sobre el agua, no dieron ningún fruto y los sucesivos proyectos presentados por Aguas de La Hermida ante la Consejería de Industria para rehabilitar las instalaciones chocaron con una actitud poco receptiva de la Administración regional, que no parecía interesada en verse salpicada por el conflicto.
El cambio de titularidad en la Consejería se ha traducido en un mayor interés por parte del Ejecutivo cántabro en la recuperación del balneario, y en la actualidad el proyecto para rehabilitar las instalaciones termales presentado por Aguas de la Hermida está a la espera de que se apruebe el informe de impacto ambiental. Sin embargo, aun cuando obtenga luz verde para su ejecución, quedará por remover el obstáculo de la falta de acuerdo con los propietarios de la finca. Una situación que de no resolverse podría hacer necesario el recurso a la expropiación forzosa, en opinión de un portavoz de Aguas de La Hermida: “Llegará un momento en que la Administración tendrá que aplicar la ley. Si no llegamos a un acuerdo, la Administración se verá obligada a expropiar los terrenos, porque lo que quiere es que se aprovechen esos recursos”.

Un complejo hotelero

La idea inicial de Aguas de La Hermida se centra en la recuperación de la antigua edificación de baños, dos galerías de 900 metros cuadrados, contiguas al inmueble en ruinas del viejo hotel, de las que conservarán su aspecto original dotándolas de un equipamiento moderno.
Las nuevas instalaciones tendrían capacidad para atender un mínimo de 250 bañistas al día y un máximo de 500, con circuitos de calor y relax, un área de reumatología, otra de respiratorio, fisioterapia y rehabilitación funcional y salas de tratamiento estético. La inversión prevista en el proyecto se aproxima al millón y medio de euros, incluyendo una zona de aparcamiento en el mismo recinto con capacidad para 63 plazas, una piscina cubierta y la rehabilitación de la capilla que se encuentra dentro de la finca.
Pero el objetivo último de los promotores del proyecto apunta a la recuperación del antiguo hotel, respetando la estética original del inmueble. Con ese objeto, han entablado conversaciones con un grupo hotelero nacional ya implantado en Cantabria, con el fin de convertir La Hermida en un referente turístico de primer orden en la zona de Liébana.

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