Vuelven los buscadores de petróleo

El sur de Cantabria sigue estando en el mapa de los buscadores de gas y petróleo. Esta vez no se trata de la comarca de Valderredible, cuya proximidad a los yacimientos burgaleses de La Lora animó años atrás a prospecciones que concluyeron sin éxito, sino de la zona colindante con las Merindandes vizcaínas. Un gran área, a la que se le ha dado el nombre de Angosto-1, que se asienta sobre territorios de Burgos, Cantabria y, en menor medida, del País Vasco. En total, 26.119 hectáreas, parte de ellas en el municipio de Soba, sobre las que un holding formado por la Sociedad de Hidrocarburos de Euskadi, Cambria Europe y Heyco Energy Holdings han conseguido autorización para investigar la existencia de hidrocarburos. El permiso de prospección otorgado por el Consejo de Ministros tiene una duración de seis años y será la Sociedad de Hidrocarburos de Euskadi la que lleve a cabo los trabajos.
La inversión prevista durante ese periodo en la perforación y en las medidas de control medioambiental se aproxima al millón de euros que, obviamente, los adjudicatarios de la exploración perderán si no tienen éxito.
El área a explorar se encuentra mayoritariamente situada en la zona burgalesa de Espinosa de Los Monteros y El Ribero, donde la Sociedad de Hidrocarburos de Euskadi ya es titular de otros permisos de investigación.

El precedente de Valderredible

Han sido varias las tentativas para encontrar una bolsa de petróleo o de gas en el sur de Cantabria y el norte de Burgos, donde hay condiciones geológicas que podrían propiciarlo. Sin embargo, los resultados han sido hasta ahora frustrantes. El último intento tuvo lugar hace seis años, cuando YCI España, un consorcio en el que participaban empresas norteamericanas y españolas, lo buscó en la pequeña localidad de Población de Arriba, cercana a Polientes.
Si la exploración no dio resultados no fue por falta de medios ni de empeño. En los meses que duró aquella prospección se llegó a perforar a 4.500 metros de profundidad, mucho más de lo previsto inicialmente, pero las muestras de gas que se obtuvieron no bastaron para justificar la explotación del yacimiento. Sí dejaron, en cambio, el insólito espectáculo de una plataforma de perforación petrolífera levantada en un paraje despoblado de Cantabria, donde un grupo multinacional de trabajadores tuvo que enfrentarse, además, a un invierno realmente duro. Unas imágenes que pueden volver a repetirse ahora en otro rincón de nuestra geografía.
Desde entonces no han cambiado las expectativas de la región, pero sí el precio del petróleo, que se ha triplicado. Un incentivo evidente para explotar yacimientos que en otros tiempos hubiesen sido despreciados por su escasa productividad.

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