Viesgo, de mano en mano

En quince años, Viesgo ha cambiado de manos cuatro veces. Del Banco Santander a Endesa, primero como filial independiente y más tarde absorbida; luego fue vendida a la italiana Enel y ahora pasa de Enel a E.On. Se ha convertido en la moneda de cambio del sector eléctrico español y en esta suerte de vaivenes ha acabado en manos alemanas, como muchas otras industrias cántabras. Tantas que ahora mismo una parte sustancial del producto interior bruto de la región depende de compañías germanas: E.On, Bosch-Siemens (la antigua Corcho), Bosch Treto, Bosch Sistemas de Frenado, Edscha, Bravo Bippus, Main Metall…
La confluencia de OPAs sobre Endesa ha tenido un final inesperado, al triunfar el tercer postor en liza y una de las carambolas del proceso ha provocado el cambio de manos de Viesgo. La italiana Enel, mucho más interesada en tomar un gran trozo del pastel eléctrico español a través de Endesa, no ha dudado en entregar, a cambio, Viesgo a E.On, junto a algunas centrales propias de generación y las participaciones que tenía en Francia, Italia, Polonia y Turquía. Unas ventas que compensarán a los gestores de E.On del desgaste que les ha supuesto perder la OPA, aunque su intención es seguir haciendo compras en España para convertirse en uno de los grandes operadores energéticos del país.
Viesgo fue una plataforma de entrada en España del gigante italiano Enel, pero su pequeño tamaño no era suficiente para satisfacer sus aspiraciones. Por otra parte, el sector eléctrico ha dejado de ser un buen negocio, al menos en la distribución de energía, donde los precios están regulados por el Gobierno y es imprescindible contar con un buen lote de plantas generadoras para sacarle alguna rentabilidad.
Enel pagó casi 2.000 millones de euros a Endesa por Viesgo y varias plantas de generación repartidas por España, pero no estaba demasiado satisfecha de los resultados que estaba obteniendo. El grupo, compuesto por Viesgo Generación, Viesgo Distribución y Viesgo Servicios, tuvo unas pérdidas el pasado año de 5,56 millones de euros (casi mil millones de pesetas) como consecuencia de la subida de los precios del carbón y del gas que consume para producir energía, y facturó 972 millones en la venta de kilovatios.

Centrales poco rentables

El problema de la rentabilidad no es fácil de resolver, ya que, frente a otros operadores, sus plantas de generación son más antiguas –la mayoría de carbón– y registran pérdidas (12,9 millones de euros el pasado año) como consecuencia de la necesidad de adquirir derechos de emisión de CO2. En 2006 pagó por este concepto 85 millones de euros.
Ya el año anterior la empresa cántabra había perdido 32,5 millones de euros y si estas cifras se recortaron sustancialmente en el último ejercicio fue, en buena medida, por las plusvalías de 15 millones de euros que obtuvo al vender a Fenosa su 30% de la sociedad de energías renovables Eufer.
E.On se quedará ahora con Viesgo, lo que representa 2.400 megavatios de potencia instalada y 650.000 clientes repartidos por Cantabria (la mayoría), Palencia y Asturias. Además, va a comprar la central de carbón de Endesa en Cádiz; los ciclos combinados catalanes de Foix y Besós y un contrato de suministro de 450 MW de energía nuclear durante diez años (el equivalente a la producción de Garoña). Con todo ello reunirá 4.300 MW, y la expectativa de tener 2.400 más en 2010, cuando finalicen tres proyectos de centrales de gas que Viesgo y Endesa se traían entre manos en Escatrón (Teruel), Algeciras (Cádiz) y Foix.
La posición de la compañía alemana en España no va a ser, en cualquier caso, demasiado cómoda. En generación va a contar con algo más del 5% del mercado, aunque con varias centrales de carbón poco eficientes, y en la comercialización sólo tendrá los clientes de Viesgo, que apenas suponen el 2% del consumo nacional. Muy lejos todo ello del objetivo de Bernotat, presidente del grupo E.On de estar entre los tres primeros operadores eléctricos del país, por lo que cabe presumir que la empresa cántabra va a ser utilizada para la compra de otras compañías nacionales y no es difícil ponerle nombre a esta intención: Fenosa o Iberdrola. De nuevo, a esperar acontecimientos.

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