El negocio papelero resucita

En apenas tres años, la cuenca del Besaya ha conseguido recobrar su perdido protagonismo en la industria papelera, una tradición iniciada en los años cincuenta con la creación de Sniace e interrumpida abruptamente por la crisis de esta empresa en 1992.
La recuperación de esta línea de producción y los cien puestos de trabajo que hasta el momento ha posibilitado, se debe esta vez a la iniciativa de un grupo de industriales procedentes de las distintas ramas de este sector, que han creado una empresa, Papelera del Besaya, expresamente diseñada para aprovechar las sinergias con los negocios que poseían.
Desde su creación en 1999, Papelera del Besaya ha producido anualmente más de 50.000 toneladas de papel de impresión y escritura. Sus ventas del pasado año alcanzaron los 40 millones de euros (7.000 millones de pesetas) y el objetivo para el 2004 es incrementarlas hasta llegar a los 11.000 millones, por lo que esta actividad casi llegará a facturar todo lo que en su día vendía Sniace con las cuatro fabricaciones.
Parte de esta progresión se sustenta en las expectativas generadas por una nueva línea de producción, un papel para fotocopias e impresión, denominado Xpress Altamira, que está llamado a convertirse en el producto más representativo de Papelera del Besaya.

La gestación de Papelera del Besaya

En el origen del proyecto se encuentra la capacidad de un grupo de empresarios para crear una papelera moderna a partir de los restos de dos naufragios –la suspensión de pagos de Sniace y la quiebra de Papelera Española–.
La solución ideada para la fábrica de Torrelavega por quienes reflotaron la antigua Papelera Española, transformada en la actual Pastguren, pasaba por integrar la fabricación de papel en la planta de Aranguren (Vizcaya) donde elaboran la pasta de celulosa, eliminado los costes logísticos que suponía el transporte de la materia prima a otras fábricas.
La cuantiosa inversión que exigía el proyecto hacía aconsejable la búsqueda de apoyos y Pastguren encontró en la firma alicantina Jofer el socio adecuado. Sin embargo, la producción de pasta de papel de la fábrica de Aranguren (algo más de 70.000 toneladas al año) superaba con mucho la capacidad de transformación de las máquinas inicialmente instaladas. La necesidad de aumentar la fabricación de papel llevó a los gestores de Pastguren a interesarse por la maquinaria de Sniace, en ese momento fuera de uso, y que seguía siendo la de mayor tamaño de España.

Del papel prensa al papel de escritura

Los contactos con Sniace derivaron en un nuevo planteamiento: las instalaciones de la antigua fábrica de papel de la empresa torrelaveguense, que comenzaba a recuperarse de la grave crisis por la que atravesó a comienzos de los noventa, podía ser el lugar idóneo para crear una nueva fábrica, que se abastecería con la materia prima traída desde Vizcaya. “En principio” –recuerda el director general de Pastguren y de Papelera del Besaya, Josu Beascoechea– “la idea era trasladar la máquina a Aranguren, pero vimos que también tenía otras ventajas dejar la máquina aquí y traer desde un lugar bastante cercano la pasta”.
El producto a fabricar ya no sería el tradicional papel prensa que elaboraba Sniace a partir de pasta mecánica, sino papel de línea blanca, destinado a escritura y fabricado a partir de pasta química, es decir, con la pulpa de eucalipto cocida y blanqueada. El suministro de madera, vital en un país deficitario en este producto, quedaba asegurado por la participación en el proyecto de dos empresarios madereros, Luis Bada y Ramón Villapol (el 80% de la madera que se transforma en pasta en la planta de Pastguren procede de eucaliptales de Cantabria). Dos inversionistas más, José Múgica y Juan Lera completaron el núcleo inicial de accionistas, y en junio de 1999 Papelera del Besaya iniciaba su andadura con un capital social de 1.000 millones de pesetas.

Un salto cualitativo

Los 7.000 millones de pesetas de ventas obtenidos al tercer año de actividad reflejan la buena acogida del mercado al nuevo papel que se elabora a orillas del Besaya. Desde su creación, la nueva empresa papelera ha invertido cerca de 3.000 millones de pesetas en inmuebles y maquinaria y produce diariamente 160 toneladas de papel con gramajes que van desde 60 hasta 140 gramos por metro cuadrado. El 67% del papel se fabrica en bobinas y el resto cortado en Din A4, aunque el objetivo es repartir la producción al 50% entre cada una de las modalidades.
La fabricación prevista para este año se eleva a 57.000 toneladas, pero la planta tiene una capacidad limitada y sus propietarios, entre los que se sigue contando Sniace que ha reducido su participación desde el 30% inicial hasta el 0,5%, han aprobado un nuevo plan de inversiones de 2.350 millones de pesetas para ampliarla. Las mejoras que se van a introducir en la factoría permitirán elevar la producción hasta alcanzar en el 2004, las 80.000 toneladas, la décima parte del papel que se fabrica anualmente en España.

El papel de la madurez

La empresa de Torrelavega ha completado su catálogo de productos con el lanzamiento de un papel para fotocopias y fax, que está considerado como el más exigente en toda la gama offset. Se trata del producto cuya demanda tiene mayor crecimiento en el mercado y su fabricación supone para cualquier papelera alcanzar la madurez tecnológica. “La calidad del papel de fotocopia” –señala Josu Beascoechea– “viene marcada por las exigencias de la máquina que lo va a usar; el papel tiene que estar a la altura de la mecánica y las actuales fotocopiadoras exigen un papel sin defectos”. Estas circunstancias hacen que el nuevo producto signifique la mayoría de edad de la papelera y pueda servir para impulsar a todos los demás.
La confianza de la empresa torrelaveguense en este nuevo papel le ha llevado a comercializarlo con marca propia, con lo que se vincula claramente al resultado que obtenga en el mercado. Las previsiones iniciales asignan a la fabricación del Xpress Altamira un 20% de la producción total de Papelera del Besaya.
El mercado del papel es muy abierto y la fábrica exporta alrededor del 38% de su producción a países de la Unión Europea (Gran Bretaña, Francia y Alemania), y mantiene una puerta abierta en el mercado iberoamericano a través de Brasil, a donde ha llegado también con su producto.

El compromiso medioambiental

Los empresarios eran conscientes de la conflictiva relación de las actividades de Sniace con el entorno ambiental, que está en trance de reconducirse, y una de sus preocupaciones ha sido la de minimizar los efectos medioambientales de la papelera. Para conseguirlo se han marcado el objetivo de reducir el consumo de agua a unos niveles muy inferiores a los fijados en el plan sectorial acordado entre las industrias fabricantes de papel y el Ministerio de Medio Ambiente. Papelera del Besaya pretende reducir a la mitad, en este mismo ejercicio, los 24 metros cúbicos de agua por tonelada de papel producido que ahora utiliza. La empresa simultaneará este esfuerzo con el de adaptación a la norma de calidad medioambiental ISO 14001, que está en proceso de obtener simultáneamente con la norma de calidad ISO 9002.

Suscríbete a Cantabria Económica
Ver más

Artículos relacionados

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.

Botón volver arriba
Escucha ahora