Una startup del Idival desarrolla un innovador dispositivo quirúrgico

La herramienta optimiza las cirugías de abdomen abierto a pacientes con traumas e infecciones graves

Es la primera vez que un proyecto del Idival para desarrollar un utensilio quirúrgico da lugar a la creación de una empresa. Federico Castillo, cirujano de Valdecilla, Patricia Zorrilla, ingeniera del área del Instituto, y su equipo, formado por Gerardo García y Fernando Quevedo, han creado un innovador sistema de tracción mecánica para facilitar la labor del cirujano durante las intervenciones de abdomen abierto. Esta tecnología cántabra ofrece un mejor acceso a la cavidad abdominal, evita daños en zonas circundantes y acelera la recuperación del paciente


El talento y la experiencia de un cirujano son claves en una operación de alto riesgo, pero hay otro factor determinante en el resultado final de la intervención, disponer de material quirúrgico de última generación. 

Federico Castillo, cirujano de Valdecilla, y Patricia Zorrilla, una de los integrantes del equipo de ingeniería del Idival, han desarrollado Dynatract, un dispositivo quirúrgico que permite tratar el abdomen abierto y evitar muchas de las complicaciones derivadas de estas operaciones en pacientes con traumatismos graves o con infecciones abdominales severas a los que no es posible cerrar la pared abdominal tras la cirugía.

 “Estamos operando a personas cada vez más delicadas porque la expectativa de vida ha aumentado. Atendemos adultos muy frágiles a los que no se les puede realizar cirugías superagresivas”, explica Castillo para justificar la necesidad de nuevas herramientas.

Patricia Zorrilla y Federico Castillo realizan una medición para testar el nuevo dispositivo que han desarrollado.

Su aparataje consiste en un sistema de tracción de los bordes de la pared abdominal con varios anclajes. El cirujano puede ir adaptando la apertura de la cavidad abdominal en función de las necesidades de la intervención, que pueden variar sustancialmente a lo largo de la operación.

Para ello, basta con ajustar levemente el cable que une las fijaciones, mediante pequeños movimientos de tensión y distensión. El prototipo ya está patentado, y aunque no se ha testado con humanos, ha superado una fase preclínica con animales con muy buenos resultados, lo que apunta a una pronta comercialización. 

Una alternativa a la alternativa

Una versión preliminar del sistema de tracción mecánica.

Solo hay un producto similar en el mercado, un desarrollo de origen canadiense denominado Abra, que requiere muchos más anclajes y que, a diferencia del Dynatract, no están unidos por un mismo cordón, sino por pares horizontales. El Abra presenta dos desventajas claras: resulta “muy difícil” de implantar –lo que complica la labor del cirujano– y obliga a colocar los anclajes directamente sobre la pared abdominal, mientras que en la herramienta cántabra los puntos de contacto son solidarios, para minimizar los daños colaterales.

Patricia Zorrilla reconoce que el diseño es elemental pero permite un buen acceso a la cavidad abdominal, facilita el cambio de apósitos y evita posibles lesiones en el borde aponeurótico, un tejido conectivo fibroso y denso donde se insertan varios músculos, entre ellos el recto abdominal y los oblicuos.

La cirugía abierta resulta más compleja con el Abra canadiense, porque el cirujano se ve obligado a retirar los anclajes y volver a colocarlos cada vez que necesita cambiar los apósitos que absorben el excedente de líquido intestinal. Eso “crea un daño tremendo en el abdomen. Cuando vimos aquel dispositivo, nos convencimos de que debía haber una alternativa más sencilla y segura para los pacientes”, relata Patricia.

De patente en patente

La actividad de Federico Castillo va mucho más allá de los quirófanos. Lo demuestra la simbiosis profesional que ha establecido con la ingeniera Patricia Zorrilla desde que en 2016 lanzaron su primera patente conjunta. 

Detrás vinieron otras ocho, entre ellas un nuevo balón intragástrico para pacientes con obesidad y un apósito protector de vísceras abdominales basado en la terapia de presión negativa, cuyo objetivo es facilitar la cicatrización en cirugías aplicando presión subatmosférica en la herida como forma de tratamiento no invasivo, un proyecto que está teniendo un gran éxito comercial. El Idival y el Servicio Cántabro de Salud (SCS) firmaron hace tres años un contrato de licencia en exclusiva con la multinacional 3M, que lo comercializa a través de su filial KCI Manufacturing Unlimited Company.

A cambio, el Idival percibe royalties por las ventas en Europa y Estados Unidos, lo que atestigua que el trabajo de los investigadores cántabros también puede ser una fuente de ingresos antes inimaginable. “Tenemos la ilusión de dar sentido a nuestro trabajo y que tenga una transferencia real a los pacientes”, señala Zorrilla.

Vista exterior de las instalaciones del Idival. FOTO: RAMIRO SILVESTRE

El recorrido que han de superar los investigadores para que un desarrollo tecnológico pase del laboratorio al mercado suele estar lleno de obstáculos. De hecho, son contadas las iniciativas que llegan a comercializarse. Por el camino se quedan las que no consiguen los recursos económicos que se requieren para afrontar los ensayos clínicos –que deben ser previamente autorizados– o para conseguir la escalabilidad del producto.

Por lo general, el desarrollo de un dispositivo pasa por varias fases de prototipado antes de alcanzar la versión definitiva y, durante todo el proceso, los inversores se arriesgan a no recuperar nada, en caso de fracaso.

Incluso si tiene éxito, se requiere apoyo económico para afrontar la fabricación y comercialización (algo que casi siempre pasa por compañías multinacionales) y es indispensable que este material de grado médico cuente con el marcado CE, que certifica que cumple los requisitos comunitarios de seguridad. 

Los creadores de Dynatract destacan que el proyecto ha salido adelante gracias al talento de sus ingenieros –entre ellos Fernando Quevedo y Gerardo García–, a la inquietud del cirujano Federico Castillo por dar respuesta a una necesidad quirúrgica, y a los medios del Idival. No obstante, necesitan más apoyo para que no muera antes de alcanzar el éxito comercial.

Si el Idival no participa en el capital social de Dynatract, la continuidad de la empresa estará comprometida y ellos mismos se enfrentarán a una situación de incompatibilidad laboral, lo que les impediría continuar en sus empleos a la vez que impulsan el proyecto. “Tendríamos que dejar nuestro trabajo y embarcarnos en un proyecto de alto riesgo y eso es complicado”, reconoce.

Aún con estas sombras sobre el horizonte, sus desarrolladores son optimistas, y no solo por el potencial comercial que ven en el dispositivo y el beneficio que supondrá para muchos pacientes. Dinatrack ha sido uno de los 17 proyectos europeos que han conseguido financiación en el Programa Deep Tech Venture Builder 2025, un dinero con el que, por el momento, podrán seguir impulsando la iniciativa.

David Pérez


La experiencia en Colombia que inspiró a Federico Castillo

Fernando Quevedo, Gerardo García, Patricia Zorrilla y Federico Castillo.

Detrás de Dynatract, hay décadas de experiencia clínica. Federico Castillo relata que su primer contacto con la cirugía de abdomen abierto se remonta a los años 90, cuando se formaba como cirujano en Colombia, un país que por entonces tenía muy altos índices de traumas abdominales por heridas de bala y violencia urbana. “Allí, muchos pacientes llegaban con el intestino tan inflamado que, tras la operación, no se podía cerrar el abdomen”, rememora. 

Una solución rudimentaria pasaba por utilizar una bolsa plástica —conocida como la ‘bolsa de Bogotá’— que permitiera mantener la cavidad abierta sin comprimir los órganos internos.

Realizar un cierre forzado, explica Castillo, podía ser letal: “El paciente se moría porque se comprimía tanto que se tapaba la vena cava. No llegaba sangre al corazón y se dañaban los riñones”.

Con el tiempo, aparecieron métodos más seguros y controlados, como la terapia de presión negativa, que emplea espumas para drenar los líquidos del abdomen y favorecer la recuperación.

No resolvía, en cambio, otro problema grave: Al mantenerse la cavidad abierta durante días, la aponeurosis –la capa fibrosa que recubre los músculos abdominales– se retraía, dificultando e incluso imposibilitando el cierre definitivo de la pared abdominal. Para evitarlo, se comenzaron a desarrollar nuevos parches como el de Wittmann, que sirve como prótesis temporal de la fascia, la membrana fibrosa que cubre los músculos abdominales.


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