Un jet a la puerta

En España hay ya unos 200 aviones privados. Un número relativamente modesto si se compara con los más de 1.000 de Francia, pero que permite ver con relativa frecuencia algunos de estos reactores en Parayas. Casi todos son propiedad de compañías de aerotaxis o de empresarios que, cuando no los utilizan, dejan que se exploten en alquiler, para hacer más llevaderos los gastos o pagar menos impuestos.
Hasta ahora, ninguna compañía de vuelos privados se había decidido a emplazar un aparato de estas características en Santander. La única iniciativa en este sentido, puesta en marcha hace diez años por una empresa local, fracasó, probablemente por haber elegido un modelo de avión de hélice poco adecuado a la demanda de una clientela de ejecutivos que necesita volar rápido y en parte por no haber contado con ningún apoyo público, ni siquiera para el transporte de órganos destinados al transplante, para el que se utilizaban empresas foráneas.
Julio Pantín, piloto y copropietario de Alelca Aviación tiene un modelo de negocio muy distinto. Él ya cuenta con buena parte de la clientela que necesita para justificar la presencia del aparato en Parayas, porque lleva años en este mercado, y no tendrá que amortizar el coste de los aparatos, que han sido adquiridos por un grupo de inversores. Su objetivo es llegar a las 500 horas de vuelo anuales y, por su experiencia, cree que Santander las puede proporcionar.
La clientela habitual de estos aparatos corporativos está compuesta por empresarios, ejecutivos, futbolistas, artistas, toreros y personas que ya conocen las ventajas y comodidades de su funcionamiento. Tampoco son inhabituales familias que han de desplazarse juntas a una boda o a un funeral. Y es que el coste por pasajero baja mucho cuando el avión se ocupa por completo hasta el punto que, con cuatro pasajeros, el precio individual acaba por resultar equiparable al de un billete business en una aerolínea convencional, con la ventaja de que el cliente fija la hora de salida y de retorno y no espera, sino que es el avión el que le espera a él.

Los precios

Un vuelo a París con disposición del avión durante todo el día cuesta a partir de 5.000 euros, ya que la tarifa es de unos 2.700 euros por hora de vuelo. Pero el cliente sabe que un avión privado le puede evitar una noche fuera de casa, porque elude cualquier problema de combinación de vuelos, y el ahorro de tiempos es tan sustancial que podría mantener sin problemas una reunión por la mañana en España, otra por la tarde en Alemania y volver a dormir a su domicilio.
El avión corporativo está acondicionado con butacones de cuero; lleva como tripulación un comandante, un copiloto y una azafata, y a bordo se sirve un catering de lujo. El pasajero, si lo desea, es recogido en su domicilio y llevado a pie de aparato. Una vez llega a su destino, otro coche le espera en las escalerillas del avión. Por lo general, los controles de seguridad que ha de pasar en los aeropuertos son mucho más livianos que los del resto de los mortales, que no se libran de descalzarse y quitarse cuantos objetos metálicos y complementos lleven encima, incluido el cinturón.
Frente a los aviones de hélice anteriores, los reactores que ahora utilizan estas compañías alcanzan una altura y velocidad semejantes a las de las líneas comerciales. Eso ha llevado a la aviación corporativa a hacerse un hueco en todos los aeropuertos, aunque muy pocos cuentan con aviones residentes, como va a tener Santander. Por lo general, ese hecho sólo se produce en las grandes ciudades.
La decisión de Julio Pantín de establecer una base en Santander está condicionada por una circunstancia familiar (aunque su origen es mexicano, está casado con una santanderina) y por ser un mercado que conoce bien. Después de treinta años volando; de ejercer como jefe de operaciones de Aeromadrid, donde llegó a tener más de cien instructores a su cargo, y de desempeñar ese mismo puesto en tres compañías de aviación corporativa, sabe que en Cantabria surgen más vuelos de este tipo de los que podrían esperarse de su escasa población, entre otras cosas, por la intensa actividad transplantadora del Hospital Valdecilla.
Una vez asentado el avión en Santander cabe suponer que esa actividad aumentará, aunque sólo sea por el sensible abaratamiento de los vuelos que produce esta circunstancia, dado que, anteriormente, el cliente tenía que sufragar también el desplazamiento del aparato desde Madrid y el retorno a su base.

Aviones nuevos

La empresa propietaria del Citation que operará en Santander tiene otros cuatro aparatos más, uno de los cuales lo va a destinar a Londres y resto los repartirá por distintos aeropuertos nacionales. Tienen menos de cuatro años de antigüedad y, como todos los aerotaxis, son operados por pilotos a los que se exige la misma formación y horas de vuelo que para llevar un avión de una línea aérea. La seguridad es idéntica, según Julio Pantín, quien recuerda que en España nunca se ha accidentado una aeronave corporativa.
Cada aparato ha de tener al menos dos comandantes y un copiloto, para asegurar las rotaciones, de forma que siempre han de ir en la cabina dos pilotos. Es precisamente el coste de estas plantillas muy cualificadas para un número de horas de vuelo muy pequeño, en comparación con las que realiza un avión comercial, uno de los factores que impide popularizar más las tarifas.
Disponer de un avión como el que dispone de un taxi, nunca será barato, pero para muchos de quienes lo utilizan siempre será rentable, porque su tiempo vale más.

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