Tres piscinas municipales cubiertas a la vez

Hay obras públicas que por sí solas testimonian el espíritu de toda una etapa de Gobierno y el escenario económico que las hizo posibles. Es el caso de las tres magníficas piscinas cubiertas que los ayuntamientos de Colindres, Ribamontán al Mar y Val de San Vicente están a punto de poner a disposición de sus vecinos. Observadas a la luz de las penurias del presente y de la práctica desaparición de nuevas infraestructuras financiadas con dinero público, sólo cabe escandalizarse por el gasto o sentir nostalgia de una época no muy lejana en el tiempo y cuyos ecos –la finalización de aquellos proyectos– son ahora los únicos vestigios de actividad en el sector de la obra pública.
En la primavera de 2007 se acumulaban sobre la mesa del entonces consejero de Cultura y Deportes, Javier López Marcano, cinco peticiones de otros tantos ayuntamientos para que se construyese una piscina cubierta en sus municipios. Las firmaban los alcaldes de Colindres, José Angel Hierro; Marina de Cudeyo, Severiano Ballesteros; Ribamontán al Mar, Francisco Asón; Val de San Vicente, Miguel Angel González Vega y Torrelavega, Blanca Rosa Gómez Morante. La Consejería se veía obligada a establecer un orden de prioridades, ante la imposibilidad de satisfacer todas a la vez, o buscar una fórmula que permitiese no relegar a nadie en la ejecución de esas obras.
La propuesta de los técnicos fue crear un Consorcio que agrupase a los cinco ayuntamientos y que sería el encargado de licitar a la vez la construcción de todas las piscinas. El Gobierno cántabro se comprometía a financiar la totalidad de las obras (más de 34 millones de euros) a través del Consorcio, con pagos anuales que se extenderían durante los siguientes diez años. A cuenta de los ayuntamientos corría, además de la puesta a disposición de los terrenos en los que se construirían las piscinas, la redacción de los proyectos.
Con la financiación de la obra civil resuelta, surgieron las dudas sobre la capacidad de los ayuntamientos para hacer frente a los notables gastos de mantenimiento de las instalaciones, una vez que entren en servicio. Al menos, hasta que se aseguren un flujo suficiente de usuarios. En los municipios más grandes, como Colindres, el plan de viabilidad encargado por la Corporación sí lo veía posible, pero en los de menor tamaño esa sostenibilidad con recursos propios era más cuestionable.
Por ello, se modificó el convenio, para incluir el compromiso del Gobierno cántabro de hacerse cargo del déficit que genere el funcionamiento de las piscinas durante los diez primeros años. En ese tiempo, la explotación correrá a cargo de la empresa privada que las ejecute. Transcurrido ese periodo la gestión y el mantenimiento de las piscinas recaerá en los propios ayuntamientos.
Las posibilidades que abría la fórmula del Consorcio, inédita en Cantabria, atrajo la atención de otras dos localidades que también aspiraban a una piscina pública, Ramales de la Victoria y Suances, aunque finalmente solo esta última se incorporó a la iniciativa.

Tres proyectos concluidos

Los más diligentes en cumplir con las obligaciones que les imponía el convenio fueron los ayuntamientos de Colindres –cuyo alcalde, José Angel Hierro, fue elegido presidente del Consorcio–, Ribamontán al Mar y Val de San Vicente. De ahí que sean estas tres las piscinas que se concluyen ahora, situadas en el propio Colindres y en las localidades de Latas y Pesués.
Hay razones que explican que las obras aún no se hayan ejecutado en los otros dos municipios aspirantes. Suances, aunque de hecho pertenece al Consorcio, todavía no ha presentado el proyecto ni ha puesto a disposición de esta entidad los terrenos donde construir la piscina cubierta. En Marina de Cudeyo, la situación económica y la relativa proximidad de la piscina cubierta de Latas le ha llevado a renunciar a la que pensaba construir en Rubayo, aunque no a la financiación. La corporación quiere que el Consorcio destine el dinero a otra infraestructura deportiva (padel, pistas de tenis o polideportivos) todavía por determinar.
En el caso de Torrelavega la demora se explica por el cambio del proyecto inicial hacia otro más ambicioso. Como en el resto de los ayuntamientos, el planteamiento inicial de la corporación torrelaveguense era construir una piscina de seis calles y 25 metros. Sin embargo, desde la propia Consejería se alimentó la idea de que la creación del Consorcio era una oportunidad para dotar a Cantabria de una piscina olímpica y que fuese Torrelavega quien la acogiera. De esta manera se podrían celebrar competiciones oficiales en la región. Pero eso obligaba a resolver un problema: en el lugar inicialmente previsto no cabía una instalación de esas características, por lo que era necesario proceder a una modificación del Plan Especial del Campus antes de poner los terrenos a disposición del Consorcio. Un trámite que todavía no se ha completado.
La de Torrelavega será la última de las piscinas cubiertas que ejecute el Consorcio, una fórmula difícilmente repetible en un escenario económico tan austero como el actual, pero que ha cumplido su función de dotar a esos municipios de unas instalaciones modélicas que, además de elevar la calidad de vida de quienes las van a disfrutar, aportan unos edificios con una cuidada estética.

Suscríbete a Cantabria Económica
Ver más

Artículos relacionados

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.

Botón volver arriba
Escucha ahora   

Bloqueador de anuncios detectado

Por favor, considere ayudarnos desactivando su bloqueador de anuncios