Pretende hacer un polígono industrial con actividades vinculadas al transporte marítimo

Una década después del desmantelamiento de los antiguos depósitos de Campsa, la Autoridad Portuaria de Santander se dispone a dar un contenido a los terrenos liberados por la petrolera, una campa de 150.000 metros cuadrados tan estratégicamente situada a la entrada de Santander que podría ser calificada como la mejor parcela de la ciudad.
El interés demostrado por varios operadores por el aprovechamiento de ese área ha animado a la Autoridad Portuaria a crear un ente mixto para decidir sobre su desarrollo. El Puerto se hizo con ese terreno a través de una expropiación forzosa, al entender que resultaba imprescindible para las necesidades futuras del tráfico portuario y su intención es desarrollar un polígono de actividades logísticas para el almacenamiento, la manipulación y la distribución de los productos que se embarcan o desembarcan en los cercanos muelles de Raos.
“No podrá ser almacenamiento puro y duro –señala el presidente de la Autoridad Portuaria, Christian Manrique– sino que debe producir un valor añadido. Podemos crear una zona para consolidación de contenedores o un lugar donde se realicen las primeras inspecciones de maquinaria antes de su llegada a los puntos de venta o montaje de bienes de equipo para su posterior distribución; incluso, podría haber instalaciones complementarias de la planta de tratamiento de pescado, como cámaras de frío. Cualquiera de estos contenidos repercutirá en la riqueza de la ciudad y en el empleo”, concluye Manrique.
La búsqueda del ‘actor industrial’ que comparta con la Autoridad Portuaria la puesta en marcha de ese nodo para la redistribución de las mercancías con origen o destino en puertos de mar, se hará mediante concurso y hay ya entidades financieras y constructoras interesadas en jugar ese papel. Lo que el Puerto quiere asegurar es que las actividades que se realicen estén, en todo caso, ligadas al tráfico portuario, una condición que se incorporará al pliego concesional.
Lo que se persigue es que la zona de actividades logísticas (ZAL) sirva de asentamiento para compañías no sólo cántabras sino también nacionales e internacionales. La urbanización de esos terrenos que en su día ocupó Campsa también permitirá asentar servicios auxiliares de los que carece toda la zona y la Autoridad Portuaria quiere aprovechar la oportunidad que representa la remodelación de este espacio portuario para dar una entrada digna a la ciudad, acorde con los nuevos tiempos. Para ello consensuará con administraciones y agentes sociales una solución estética que “satisfaga al mayor número de ciudadanos posible”, en palabras de Manrique.

Un terreno disputado

La decisión de Campsa, reconvertida ahora en Compañía Logística de Hidrocarburos, de cerrar los depósitos de Santander levantó una gran expectativa sobre el destino final de esa inmensa campa, capaz de albergar quince campos de fútbol. En los planes de CLH estaba la venta a una inmobiliaria, para la construcción de viviendas, operación con la que pensaba obtener cerca de 5.000 millones de las antiguas pesetas. Sin embargo, la decisión de la Autoridad Portuaria de instar la declaración de utilidad pública de esos terrenos frenó esa operación.
La aprobación por el Ministerio de Obras Públicas, en 1995, del Plan de Usos de los Espacios Portuarios despejó el camino a la expropiación de ese suelo, por el que la Autoridad Portuaria pagó finalmente 814 millones de pesetas, una cantidad muy alejada de las pretensiones de CLH, que mantuvo abierto un litigio para recuperar la propiedad hasta 2004. En esa fecha, el Tribunal Supremo zanjó el largo pleito, confirmando la legalidad del Plan de Utilización de los Espacios Portuarios con el que el Puerto de Santander buscaba asegurar su desarrollo futuro. Parte del terreno expropiado fue destinado a la construcción de la nueva Lonja, así como de los almacenes para las artes de los pescadores. Ahora albergará, también, la nave que va a construir la Organización de Productores de Cantabria –un concesionario del que forman parte los armadores de altura– destinada al preparado y almacenado de pescado fresco para su distribución. Un ejemplo más de la importancia que han cobrado los pocos espacios disponibles para el desarrollo de los tráficos portuarios.

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