Salvados del naufragio

Ha sido un camino largo y lleno de zozobra para los supervivientes de la antigua Cenemesa, pero los trabajadores de la fábrica reinosana –la actual Cantarey– comienzan a vislumbrar un horizonte de estabilidad tras la llegada como nuevo propietario del grupo industrial Gamesa.
La irrupción del grupo vitoriano ha venido a salvar una situación de deterioro empresarial que abocaba a Cantarey al cierre por causas que, en opinión de los trabajadores, eran imputables en buena medida a errores de gestión del anterior propietario. Apostar por un solo cliente, aunque sea tu socio tecnológico, tiene sus riesgos, y los gestores de Cantarey hasta la reciente llegada de Gamesa –el grupo holandés Buce– tuvieron ocasión de comprobarlo. Buce, que vio con claridad las posibilidades de negocio que se abrían para Cantarey en el campo de la energía eólica, no supo sin embargo diversificar su clientela y su excesiva dependencia de Lagerway colapsóa la empresa.

Un punto de no retorno

Cuando en enero de 2000 el holding holandés se hizo cargo sorpresivamente de la planta de Reinosa que ABB había heredado de Cenemesa, su falta de bagaje industrial provocó alguna reticencia. No era muy descabellado pensar que podía ser la coartada de ABB para deshacerse de la planta sin el ruido que hubiesen provocado los conflictos y dejar en manos del nuevo titular el trabajo ingrato de poner punto final a una de las fábricas más antiguas de la región. Sea como fuere, su aparición aportaba una mínima esperanza. Los recortes de plantilla –de los que una parte sustancial fue recolocada en la infausta aventura de Alfacel– no habían bastado para que ABB reconsiderara su decisión de distanciarse de un centro de trabajo que nunca había entrado en sus planes estratégicos. La cesión de la empresa a Buce por un euro, permitió al grupo ABB desentenderse del problema, y el holding holandés especializado en recoger empresas en dificultades se hacía cargo de otra más.
Antes de la llegada de Buce, ABB Reinosa ya había empezado a fabricar generadores para el emergente sector de la energía eólica con tecnología de la firma holandesa Lagerway. La nueva dirección de la empresa potenció esta línea de negocio y continuó fabricando los modelos diseñados por Lagerway, a la que iban destinados la totalidad de los generadores producidos en la nueva Cantarey.
Durante algo más de año y medio, la asociación con Lagerway, que había diseñado un eficaz modelo de generador eólico de accionamiento directo (direct drive) funcionó satisfactoriamente. Países como Japón y Corea se interesaban por los generadores fabricados en Reinosa y desde el mercado nacional comenzaron a llegar algunos pedidos.
En mayo del 2001, Cantarey desarrollaba un prometedor prototipo de Lagerway, basado también en la tecnología de accionamiento directo pero de menor tamaño, lo que facilitaba su transporte y manipulación. Para contrapesar la excesiva dependencia de la firma holandesa y diversificar su cartera de clientes, los responsables de Cantarey iniciaron un acercamiento a una empresa norteamericana que fabricaba un modelo de accionamiento directo basado en imanes. La carga de trabajo de Cantarey auguraba en aquellos momentos halagüeñas perspectivas para la fábrica.
Sin embargo, todo se torció en el otoño de ese mismo año. Un importante pedido de aerogeneradores con destino a Japón, equipados con los generadores que Cantarey fabricaba para Lagerway, fue rechazado por el cliente por defectos en alguno de sus componentes. Las pérdidas generadas por aquel rechazo han llevado a Lagerway al borde de la quiebra, y las cosas no fueron mucho mejor para Cantarey. En una arriesgada decisión, la empresa reinosana había fabricado 50 generadores para la empresa holandesa con el único respaldo de una promesa de compra y no sólo no pudo cobrar los generadores ya entregados, sino que se encontró sin salidas para el stock que almacenaba. Treinta y ocho de aquellos generadores sin contrato todavía se encuentran en las naves de Cantarey esperando destino. Esta fallida operación supuso para la empresa de Reinosa un quebranto económico cercano a los mil millones de pesetas.

Retrasos en los pagos

Los efectos sobre la marcha de la empresa no se hicieron esperar; en octubre de 2001 la dirección de Cantarey comunicó a sus proveedores una demora en los pagos, que desde entonces fueron sufriendo sucesivos aplazamientos. La deuda acumulada con los suministradores de Cantarey, entre los que se encuentran algunas empresas de Cantabria, ascendía ya a mil millones de pesetas cuando Gamesa se ha hecho con el control.
Si el profundo bache en que cayó la empresa no desembocó en una interrupción de los pagos a la plantilla, que salvo algún retraso continuó cobrando, fue gracias a las otras líneas de producción de Cantarey. La reparación de motores de locomotoras para Renfe y la venta de varios grandes motores para el metro de Bilbao permitieron algunos flujos de liquidez, aunque la producción de la factoría había descendido a la mitad de su capacidad de trabajo. Los impagos a los proveedores –con la acería asturiana de Duro Felguera como uno de los principales perjudicados– había cortado la llegada de suministros y la situación financiera de la empresa se había hecho insostenible.
La oportuna llegada de Gamesa, con la que Cantarey mantenía contactos desde noviembre de 2001 como potencial cliente de sus generadores, ha venido a resolver una situación para la que no se veía salida en manos de sus anteriores gestores.

Una negociación difícil

La negociación para la entrada de Gamesa ha sido una de las más difíciles que se recuerdan en la Consejería de Industria, dado que se solapaban muchos frentes que era necesario cerrar de forma simultánea: Buce, acreedores, plantilla, antiguos trabajadores de Alfacel…
Gamesa, finalmente, ha pagado 800.000 euros por las acciones (133 millones de pesetas) y ha aportado cinco millones de euros al capital social para restablecer la situación patrimonial. El nuevo propietario ha sido también el encargado de negociar con los acreedores de Cantarey, a los que ha propuesto una quita en las cantidades adeudadas a cambio de convertirles en proveedores preferentes.
Para las 140 personas de plantilla ha supuesto un indudable alivio el modo como se ha resuelto la crisis, pero también han debido hacer concesiones. En el acuerdo alcanzado con los nuevos propietarios se congelan los salarios durante un año y se flexibilizan las horas de trabajo. A cambio, el grupo vitoriano se compromete a nuevas contrataciones que, según manifestaba el consejero delegado de Gamesa, Iñaki López Gandasegui, podrían dar lugar a una plantilla de 200 puestos de trabajo en dos o tres años. Entre los incorporados se encontrarán al menos 15 de los trabajadores del fallido experimento de Alfacel, tras el acuerdo al que ha llegado Gamesa con algunos afectados por el cierre de la fábrica de tripa artificial.

Un grupo líder en generación eólica

Gamesa quiere hacer de Cantarey el principal centro de producción de generadores para su división eólica, el principal área de negocio de este grupo industrial. De los 766 millones de euros facturados por este grupo industrial en el año 2000, casi la mitad provenían de la fabricación de aerogeneradores.
A diferencia de otros fabricantes, Gamesa Eólica diseña y produce sus propias torres, palas y raíces de pala, además de realizar el diseño y desarrollo tecnológico de nuevos aerogeneradores y su ensamblaje. Con los generadores de Cantarey conseguirá una integración vertical completa, abarcando todas las facetas del negocio, algo de especial utilidad para una empresa que se ha especializado en la construcción de parques eólicos llave en mano, incluyendo el posterior servicio de mantenimiento.
Gamesa se ha convertido en el segundo fabricante mundial de aerogeneradores, pero tiene también intereses en otros negocios, con una división aeronáutica, actividades industriales, de energía y de servicios. Tras la incorporación de los 140 trabajadores de Cantarey, la plantilla del grupo asciende ya a cerca de 5.000 empleados.
El propósito de los responsables de Gamesa es el de mantener la independencia de Cantarey, que seguirá contando con su propia red comercial y con sus propios productos, incluyendo los motores de tracción e industriales. En este esquema, Gamesa Eólica será el principal cliente de los generadores que se fabriquen en Reinosa, pero no el único, como señala el consejero delegado del Grupo, Iñaki López: “Con Gamesa como único cliente podría ser suficiente, pero queremos potenciar comercialmente Cantarey para que tenga otros y diversificar su mercado”.
Gamesa ha efectuado ya un primer pedido de 50 generadores del prototipo más pequeño diseñado por Lagerway, y a lo largo del año se incrementará la carga de trabajo en otros 300. Una situación impensable apenas unos meses atrás cuando la única perspectiva para Cantarey era el cese de su actividad a corto plazo.

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