ONCE cierra y OID desafía

La ONCE ha cerrado varias de las oficinas administrativas que tenía repartidas por el país, dentro de su estricto plan de recorte de gastos, entre ellas las de Torrelavega y Laredo.
La Organización de los Ciegos ha derivado a los bancos algunas de las tareas administrativas y comerciales que hacían estas delegaciones, que también prestaban atención psicológica, tramitación de subvenciones o cursos, algo que ha inquietado a los partidos políticos cántabros. También causó enojo el hecho de que, de todas las agencias cerradas, sólo en la de Torrelavega se iban a producir despidos, ya que en el resto se procedió a la recolocación de los trabajadores. Finalmente, sólo ha habido una rescisión de contrato y ha sido negociada.
En Cantabria, los 930 afiliados y 260 trabajadores de la ONCE conservan la sede de Santander, pero hay provincias enteras, como Ávila, Zamora o Soria, donde la Organización deja de tener estructura administrativa, un claro síntoma de las dificultades que tienen los ciegos para cambiar la tendencia a la baja de sus ingresos.
Desde 2002, la facturación de la ONCE ha caído un 17,2%, pero ha sido la bajada del 5,5% en el último año la que ha impulsado a tomar medidas drásticas y ha puesto en evidencia que todos los juegos tienen un ciclo de vida: También los cupones dan síntomas de agotamiento.
Los intentos para revitalizar el sorteo más tradicional de la ONCE y la búsqueda de nuevos juegos, como la lotería rápida, no han dado el resultado esperado y tampoco la batalla legal contra la Organización Impulsora de Discapacitados, que se lanzó por las bravas a la venta de boletos en las calles y se defiende de las denuncias de ilegalidad interpuestas por la ONCE como gato panza arriba, gracias a un ejército de abogados.
La OID es la sucesora de Prodiecu, otra organización que causó no pocos dolores de cabeza a los ciegos y que acabó por disolverse cuando la entonces ministra de Asuntos Sociales, Matilde Fernández, consiguió que la ONCE absorbiese a gran parte de sus trabajadores minusválidos, mediante la creación de un grupo industrial. Una iniciativa que también debía servir para la diversificación de los negocios de los ciegos, evitando que dependiesen únicamente del cupón. Pero ni el grupo industrial dio muchas satisfacciones a la ONCE ni la desaparición de Prodiecu despejó el horizonte de competidores. Casi inmediatamente después, su impulsor, un torrelaveguense de origen andaluz llamado Demetrio González Otero puso en marcha otra, la OID, y ahora ni la ONCE está en las boyantes condiciones económicas de los primeros años 90 para repetir el proceso de absorción, ni lo haría aunque pudiese, ni el Gobierno parece dispuesto a implicarse para resolver el problema.
Mientras tanto, Prodiecu sigue vendiendo su cupón por todo el país, algo que aparentemente no es posible, dado que las loterías son un monopolio del Estado del que sólo ha hecho una cesión expresa a la ONCE. Para más irritación de los ciegos, la OID ni siquiera se molesta en organizar un sorteo propio para decidir el número premiado, sino que se vale del que realiza la ONCE.

La ONCE hace economías

La competencia de los cerca de 2.500 vendedores de la OID es fuerte, pero no es nueva y los problemas de los ciegos se extienden también a aquellas zonas donde la presencia de la Organización de Discapacitados es menor. Por ese motivo, la ONCE ha optado por cerrar las delegaciones que tenían una baja actividad. Con este ahorro y un recorte en el sueldo de sus directivos de un 12% pretende hacer las economías suficientes como para ajustarse a la caída de ingresos.
Los cierres no tienen por qué afectar a los vendedores, que cada vez tienen menos dependencia de estas unidades administrativas. Desde hace años cuentan con un TPV, que les permite ofrecer números a la carta, determinar con seguridad los cupones premiados y hacer la devolución de los no vendidos. Asimismo, cuentan con un móvil corporativo con el que pueden resolver las cuestiones que les surjan.

La OID, en todas las polémicas

Por su parte, de la OID poco se sabe, fuera de los foros judiciales donde se sustancian la catarata de denuncias planteadas por la ONCE y los recursos que ha presentado la propia Organización de Discapacitados contra decisiones gubernativas que les han impedido vender en algunos puntos. Apenas hay fotos de su presidente, que también lo es del club de fútbol Rayo Cantabria, pero eso no impide que la OID se haya lanzado a una política de publicidad muy agresiva (ha patrocinado la camiseta de varios equipos de Primera División) y ahora trate de meter baza en cuantas polémicas nacionales surgen. No sólo denunció a Spanair por el accidente del avión de Barajas, sino que avaló a un socio desconocido como candidato a la presidencia del Real Madrid e incluso han presentado una denuncia contra el Defensor del Menor de Madrid por una supuesta prevaricación al actuar contra Belén Esteban por hacer uso de su hija con fines lucrativos. Como acompañamiento, la OID realizó una recogida de firmas en favor de Belén Esteban. Su última iniciativa ha sido denunciar al Organismo Nacional de Loterías ante el Defensor del Menor por utilizar niños para cantar los números en el sorteo de Navidad.
La OID no renuncia a ninguna otra plataforma que le pueda dar visibilidad pública, incluidas las más caras. El pasado año consiguió superar los vetos derivados de su incierta situación legal y contrató un faldón publicitario en el partido España-Turquía que TVE retransmitió el 1 de abril, a pesar del recurso presentado por la ONCE, y un spot en un partido de semifinales de la Champions retransmitido por Antena 3. El hito más reciente de esta organización nacida en Torrelavega es haber colocado sus felicitaciones de Año Nuevo entre los últimos spots emitidos por las televisiones nacionales la pasada Nochevieja, cuando los precios alcanzan cifras estratosféricas. Curiosamente, en el mismo momento en que la Delegación de la ONCE en Torrelavega dejaba de existir y, con ella, una presencia administrativa de 60 años.

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