Miradas en corto
El protagonista de ‘Banda Sonora Original’ vive su vida con ese añadido que sólo proporciona el cine, una música de fondo capaz de realzar algunos momentos, que le previene, le alarma o le anuncia el encuentro amoroso. Con esta idea, Álvaro de la Hoz cosechó hasta siete premios en diversos festivales y concursos de cortometrajes de carácter nacional.
El director de ‘Banda Sonora Original’ es uno de los más veteranos de quienes se mueven en el circuito cántabro de los cortos. De hecho, Álvaro de la Hoz y su equipo han evolucionado hasta alcanzar un cierto grado de profesionalización, con la creación de una productora, Burbuja, y una creciente especialización en las funciones, que asemeja su forma de trabajar a los métodos del cine profesional. El director se centra en los aspectos creativos y ha ido delegando tareas como la fotografía, el montaje o la producción.
Los 3.000 euros conseguidos en los premios le han servido a De la Hoz para amortizar la inversión del rodaje y poder afrontar su siguiente trabajo, el documental ‘Cuando yo me haya ido’. Con un coste de apenas 1.600 euros, ‘Banda Sonora Original’ resultó un cortometraje barato, incluso para un mundo donde todo se hace con una enorme modestia. «Conseguimos mucho material gratis y muchos descuentos, hubo gente del equipo que venía de fuera y se pagó su viaje. La gente hizo bastantes sacrificios. Si hubiera habido remuneración, hubiera costado 12.000 euros», dice.
La barrera de la música es, por el momento, la única frontera cinematográfica que ha conseguido traspasar Álvaro de la Hoz. Pero tanto él como el resto de realizadores de cortometrajes se encuentran con otras muchas y la más desanimante es la carencia de un circuito estable de exhibición, lo que a su vez da lugar a otro de los problemas, la dificultad para financiar los proyectos.
La ausencia de salas de cine que proyecten cortos obliga a los realizadores a peregrinar de festival en festival y de concurso en concurso, algo que por sí mismo supone todo un trabajo. Y al ser un formato relativamente novedoso, en Cantabria aún no existen ayudas públicas específicas que complementen las inversiones privadas. Al menos, pueden contar con algunas colaboraciones que suelen canalizar la Dirección General de Juventud o la Consejería de Cultura, que este año cuenta con una convocatoria para obras audiovisuales.
Las dificultades se salvan con buena voluntad: los ayuntamientos acceden a que sus calles se conviertan en escenarios, a pesar de que la gran mayoría no dispone del formulario oficial para solicitarlo o el permiso escrito para rodar, porque ni siquiera habían contemplado esta posibilidad.
Algunas ventanas
Los ciclos de cortometrajes de directores cántabros comienzan a asomarse a la programación cultural de instituciones, como la Obra Social de Caja Cantabria. Recientemente, el Ayuntamiento de Bezana organizaba la muestra Sotocine y en Camargo se clausuraban los Martes de Corto. Citas que se suman a acontecimientos que empiezan a ser clásicos, como los concursos de la Universidad de Cantabria o del Ayuntamiento de Torrelavega.
También las Mar Sessions, las jornadas culturales que organiza la Autoridad Portuaria en la antigua caseta de bombas del puerto de Santander, junto al dique de Gamazo, exhibirán este año cortometrajes de directores cántabros.
Silencio, se produce
Aurelio es un trabajador de una sucursal bancaria al que le queda poco para su jubilación y siente que algo dentro de él no marcha bien. Siempre ha tenido la idea de atracar su oficina. Como el protagonista de su corto, ‘El sueño del caracol’, Francisco Oceja también ha dedicado mucho tiempo a darle forma a su idea. Hace más de un año llegó a sus manos un texto con el que el periodista Marcos Díez Manrique ganó el Certamen de Relato Breve del Ayuntamiento de Camargo 2005. Francisco convirtió el relato en un guión y empezó a pensar en cómo transformar la idea en un cortometraje.
“La planificación es vital para no perder dinero y ahorrar esfuerzos”, explica. Lo primero es conocer todas las necesidades que surgirán en la grabación. Como el corto se desarrolla en una oficina bancaria, hubo de pedir ayuda para rodar a Caja Cantabria, que ofreció facilidades. Todo queda recogido en el guión técnico y el desglose de las necesidades de producción.
Pero sobre el papel no aparecen los imprevistos: problemas con las personas, los materiales o la lluvia. El rodaje de ‘Banda Sonora Original’ llegó a estar paralizado y pasó de los diez días previstos a catorce. «Es un trastorno tremendo. Por una parte, para el equipo y los actores, a los que no se les está pagando, pero que ceden su tiempo y tienen limitaciones de horarios. El material de iluminación es alquilado, lo pides a Madrid, lo traes… Un día, dos días supone un retraso, dinero, hay que volver a negociar con la empresa de alquiler y eso afecta al presupuesto», explica Álvaro de la Hoz.
Francisco (Chisco) Oceja ya ha hecho sus cuentas. ‘El sueño del caracol’ tendrá una duración de entre 17 y 22 minutos. Empezará a grabar el 22 de septiembre y el rodaje le ocupará diez días, para cada uno de los cuales ha presupuestado 1.050 euros. Alquilar la cámara de cine cuesta entre 350 y 450 euros por jornada y no hay muchas alternativas, sólo hay dos empresas en toda España que se dediquen a ello. “No puedes presentarte a premios de cinematografía si no has rodado en cine”, explica Chisco.
La película virgen cuesta unos 150 euros al día. Y en los sueldos de los actores y técnicos, a pesar de ser muy comedidos, desembolsará otros 450 cada jornada de rodaje. El trabajo que se dedica a la producción es difícil de cuantificar. Y después vendrá la posproducción: tendrá que ir a un laboratorio a Madrid para revelar el negativo, hacer el positivado, el montaje e insertar la banda sonora. Tener su corto montado y una copia le costará 10.000 euros, que se suman a los otros 10.000 del rodaje.
¿Y de dónde sale ese dinero? El Ministerio de Cultura tiene una convocatoria específica para cortometrajes. Aunque aún no se la han concedido, Francisco espera que le cubra el 75% de los gastos de producción pero sabe que nada de eso está seguro. Más complicada resulta la tarea de reunir dinero privado. El realizador ha conseguido convencer a varios amigos para que inviertan en ‘El sueño del caracol’, de forma que espera llegar a cubrir los gastos de material y los salarios del personal. El problema es que los modestísimos beneficios, si se llegan a conseguir, llegarán a medio o largo plazo y para eso, el corto debe lograr, algún premio en un festival, ya que la ausencia de un circuito estable de exhibición de cortometrajes hace imposible rentabilizarlo por otras vías.
Eclosión digital
Francisco rodará en cine, pero lo cierto es que la relativa explosión de jóvenes realizadores que empieza a notarse en Cantabria tiene más que ver con las nuevas tecnologías de edición en vídeo, que han abaratado extraordinariamente los procesos y los han simplificado. Con un ordenador de gama media y el programa informático adecuado, el proceso de montaje se puede hacer en casa, con el consiguiente ahorro de desplazamientos, material y procesos productivos.
La multiplicación de los jóvenes realizadores también está relacionada con la receptividad de una generación que ha convertido la imagen en su propio lenguaje. Y, por supuesto, la aparición de unos referentes, que se han convertido en un revulsivo para los cineastas locales: Nacho Vigalondo, Cre-Acción Films (la productora de los hermanos Montero que ya ha ganado dos premios Goya), y Daniel Sánchez Arévalo, autor del reciente ‘Azul oscuro casi negro’. Aunque hayan desarrollado su carrera fuera de Cantabria, sus éxitos son el espejo en que se miran muchos otros realizadores de la región.
Cuestión de estilos
“Es un viaje en el que el protagonista se va encontrando con elementos que aparecen en la obra de Rilke”. El trabajo que prepara Carlos Suárez, Linker, sigue la estela de su anterior obra, ‘Los cautivos’. Blanco y negro expresionista y sin texto; sólo imagen y música. Y mucho simbolismo.
Linker se encuentra ahora en la fase de grabación, con jornadas que van de las ocho y las catorce horas. Tener un estilo propio imprime unas características especiales a la forma de trabajar. Por supuesto que sigue siendo imprescindible la planificación que, en este caso, no está reñida con la libertad creativa. “Trabajo con un guión muy abierto, tengo una idea muy clara de lo que quiero hacer y la desarrollo. Pero para mí, el rodaje es pura improvisación, es como el poeta: notas el calambre y te viene la inspiración”.
Sentir ese calambre les costará a él y al equipo de seis personas que han creado la productora Star Films 4.000 euros, un dinero que saben que será muy difícil recuperar a pesar de las buenas críticas que recibe Linker en festivales y concursos.
El historiador cinematográfico José Ramón Saiz Viadero ha contabilizado hasta treinta nombres de cineastas locales en el trabajo que ahora prepara sobre las nuevas generaciones del cine en Cantabria. «Estamos en un momento de eclosión, porque se han juntado varias generaciones con bastante talento. La factura técnica es buena, superior a la idea. Convendría que los guiones estuvieran a la altura y que los actores se prepararan para esta función». Saiz Viadero augura que algunos de estos creadores llegarán a la industria del cine profesional. Al fin y al cabo, son expertos en superar barreras, como la de la banda sonora que antes sólo oían los espectadores de las películas y ahora pueden escuchar los protagonistas. El cine en corto sólo reduce la duración de las películas, pero no la de los sueños.