Los minusválidos se emancipan
Si se hiciese un ranking de las empresas de la región en función del volumen de empleo, Soemca, con 272 trabajadores aparecería entre las veinticinco primeras. La iniciativa laboral de los padres de minusválidos ha arraigado gracias a los programas europeos Horizon y, en estos momentos, la empresa dispone de las dos mayores lavanderías industriales de la región, dos lavanderías comerciales, la gestión de cuatro lavanderías más en centros hospitalarios o residencias, una empresa de confección, una planta de selección de residuos urbanos y varios contratos de mantenimiento ambiental.
La situación actual, sin embargo, no es precisamente la mejor, dado que la asociación matriz, Amica atraviesa una situación muy difícil ante una inesperada y drástica reducción de las subvenciones anuales que recibe de la Consejería de Bienestar Social por sus otras actividades no lucrativas con minusválidos, desde la formación a la atención domiciliaria de minusválidos psíquicos profundos que no pueden valerse por sí mismos ni siquiera para su propia higiene personal.
Soemca se creó como una escuela de formación para el empleo y no como una actividad lucrativa que pudiese financiar las otras actividades de Amica. Por ese motivo, sus beneficios han ido cada año a amortizar la deuda bancaria que generan las inversiones para la apertura de nuevos centros de trabajo. Sólo en la lavandería industrial de Maliaño (Alba III) el grupo ha invertido casi 500 millones de pesetas y tiene prevista una ampliación por importe de 245 millones en el caso de que consiga adjudicarse el lavado de ropa del Hospital Valdecilla, que está previsto sacar a concurso muy pronto. Soemca lava actualmente entre 18 y 20 toneladas de ropa cada día, que aumentarían en cinco más si obtiene el contrato de Valdecilla.
El grupo ha concentrado en su lavandería de Torrelavega su clientela de hostelería (trabaja para casi 140 restaurantes y hoteles) y en la de Maliaño aquella ropa sanitaria que no lava en los propios centros, ya que también gestiona las lavanderías de la Residencia de Mayores de Santander, el CAMP de Sierrallana, la Residencia Geriátrica Los Robles o el Centro Hospitalario Padre Menni.
Soemca empieza a captar otra clientela importante en el sector industrial donde cada vez es más habitual que la ropa de trabajo se entregue a una empresa especializada para su lavado.
El crecimiento de su negocio en lavandería ha empujado, al mismo tiempo, el de confección, ya que a partir del contrato de arrendamiento de ropa al Hospital Sierrallana, cada vez es más demandado este sistema. De esta forma, hospitales, hoteles y restaurantes se liberan no sólo del lavado sino también de tener importantes stocks de ropa (en algunos de ellos hasta cinco juegos por cama). Simplemente, alquilan la que posee Soemca en un leasing que les garantiza la cobertura permanente. Si se tiene en cuenta que sólo en servilletas, la empresa de minusválidos maneja un stock de 110.000 unidades para atender la demanda de sus clientes puede calcularse el importante flujo de trabajo que propicia este sistema en la empresa de confección del grupo.
Eso no quiere decir que toda la actividad de confección se haya reconcentrado en este área. Si bien es verdad que Soemca abandonó el campo de la moda, muy arriesgado, sus talleres han encontrado otra clientela alternativa en la ropa de trabajo y en estos momentos el 70% de su facturación en confección se realiza con clientes ajenos al grupo.
Cambiar la imagen de los minusválidos
El hecho de que Amica sea una entidad sin ánimo de lucro ha conducido a Soemca por un camino distinto al de una empresa convencional, al poner más énfasis en la creación de empleo que en los resultados: “Con las ayudas europeas hemos creado una infraestructura industrial y hemos creado empleo real”, dice Tomás Castillo, director de Amica y Soemca. “Esa es una labor importante, pero también el hecho de que la sociedad se dé cuenta de que las personas con discapacidad hacen un servicio importante. Nuestras actividades pretenden transmitir una imagen de valía de estas personas, a las que antes no se veía con capacidad de aportar algo a la sociedad.”
Lo cierto es que la Asociación tuvo un éxito inmediato como centro especial de empleo, pero tardó más tiempo en convencer a los empresarios de que acogiesen a los trabajadores minusválidos que iba formando, ya que sus centros son una lanzadera hacia el mercado de trabajo más que un destino laboral definitivo. Hasta ahora, 145 de sus trabajadores han encontrado acomodo en empresas convencionales, de los cuales la mitad se han consolidado.
La estrategia de Soemca no ha dejado de insistir en mostrar públicamente sus actividades para convencer a una sociedad reacia a aceptar la capacidad laboral de los minusválidos: “Con los trabajos que hacemos entramos en la vida diaria de mucha gente, que nos ve fabricar prendas, hacer mantenimiento, recoger, lavar y entregar ropa, cuidar el medio ambiente… Y en ese proceso ven que estamos empleando a mucha gente con distintas discapacidades”, explica Castillo.
Planta de selección de residuos
Una de las actividades con más trascendencia pública es la medioambiental, donde Soemca ha diversificado su actividad en los últimos años. En concreto, ha abierto el Centro Entorno, teóricamente encargado del triaje de los residuos urbanos de plásticos y férricos, aunque en la práctica ha tenido que ser derivada hacia la separación de papel y cartón porque los ayuntamientos cántabros siguen sin adaptarse a la normativa europea que exige la recogida diferenciada de estos estos residuos –lo que se conoce como bolsa amarilla–.
El Centro ha trabajado durante año y medio para el País Vasco, que tenía el problema inverso, ya que había implantado la recogida selectiva y había conseguido la conciencia ciudadana pero no contaba con centros de selección suficientes. Una vez que el País Vasco ha resuelto este desfase, con la construcción de dos plantas más, las instalaciones de Soemca en Candina quedaban sin actividad, ya que en la región únicamente Astillero hace recogidas diferenciadas. Para evitar la inactividad ha optado por adaptar la planta a la clasificación de papel y cartón por tipos, de los que selecciona y recupera entre 7 y 8 toneladas al día, que se envían a las papeleras. Una actividad probablemente coyuntural, dado que la alta volatilidad del mercado del papel usado hace muy difícil rentabilizarla.
Soemca también fue contratada por la Consejería de Medio Ambiente para las campañas de limpiezas de playas, gestiona el punto limpio de Astillero y tiene una cuadrilla contratada por el Ayuntamiento de Miengo para la recuperación paisajística de aquel municipio.
El crecimiento del grupo ha estado basado en su capacidad para conseguir y gestionar programas comunitarios –en estos diez años ha obtenido unos 700 millones de Bruselas que han sufragado buena parte de sus inversiones–. Pero también es producto de una motivación que ha permitido superar momentos difíciles, como los años 93 a 95 en que la Diputación regional cortó las subvenciones a las organizaciones sin ánimo de lucro y puso a todas ellas en serios apuros. Curiosamente, ahora se reproduce una situación semejante, al reducir la Consejería de Sanidad bruscamente las ayudas por la actividad asistencial, lo que en el caso de Amica, que atiende a más de 800 personas, ha dado lugar a un déficit de más de 50 millones en el 2001. A este problema se añade la pérdida de su sede tradicional en el edificio de El Carmen, en Torrelavega. Hace algunas semanas, el Ayuntamiento de Torrelavega lo cerró de forma sorpresiva, con vistas a su demolición –a pesar de que había sido rehabilitado hace algunos años por el propio Consistorio– y ahora las dependencias administrativas de la Asociación están repartidas por varios de sus centros, con la cabecera en la planta de triaje que tiene en Santander. Muchas complicaciones que, afortunadamente, no han afectado a su actividad empresarial ni a la atención de unas minusvalías, como el síndrome de Down o las enfermedades mentales, que el sector público no atiende ni sería capaz de atender con los medios que concede a estas asociaciones sin ánimo de lucro.