Los cruceros le piden a Santander una oferta más imaginativa

Los pasajeros dejan atrás las excursiones tradicionales y ahora buscan experiencias

La Autoridad Portuaria ha traído a Santander a los responsables de las compañías de cruceros para conseguir que el puerto pase de la decena de escalas actuales a medio centenar dentro de tres años. Los cruceristas europeos optan mayoritariamente por el Mediterráneo pero, en un mercado que está creciendo muy deprisa, hay negocio para todos. Eso sí, los responsables de las navieras piden propuestas imaginativas en tierra, porque su clientela cada vez demanda más experiencias y menos excursiones convencionales.


En 1992 hacían escala en puertos españoles 450.000 cruceristas. Entonces era un lujo al alcance de pocas personas. En el último año han llegado por esta vía 9,2 millones de turistas, en parte porque, según las compañías de cruceros que se dieron cita en Santander, ya están al alcance de casi todo el mundo. Eso sí, nueve de cada diez barcos que tocan puertos españoles lo hacen en el Mediterráneo.

En la fachada atlántica el negocio ha crecido mucho menos. Este año solo llegarán siete barcos a Santander, un número que no ha variado mucho en los últimos años, pero el presidente del Puerto, Jaime González, ha lanzado un órdago y está convencido de poder llegar a 50 en tres años. De hecho, para el próximo ya tiene confirmados 23, la mayor cifra alcanzada nunca.

De los casi 50.000 barcos que navegan las aguas de todo el mundo, 335 son cruceros. Gigantescos barcos de recreo que cada vez atraen a más capas de población, aunque la edad media de sus usuarios es de 55 años y las navieras están haciendo todo lo posible por convencer también a los jóvenes. La cifra, en cualquier caso, no parece tan significativa. Lo que realmente sorprende es que, en un sector tan mortecino como el de la construcción naval, los astilleros especializados en cruceros tengan lista de espera, porque ahora mismo hay 105 pedidos, que suponen una inversión de 61.000 millones de dólares y añadirán nada menos que 245.000 camas al sector.

El crecimiento del negocio de cruceros es imparable, pero eso empieza a crear un problema nuevo, la posibilidad de morir de éxito, como recordó alguno de los representantes de las mayores compañías, que han sido reunidos en Santander por la Autoridad Portuaria, para que vean por sí mismos lo que ofrece Cantabria y para conocer mejor sus criterios de programación. Una cita en la que estuvieron los responsables de MSC Cruceros en España, de Mundomar-Cunar, P&O y Princess Cruisses, de Costa Cruceros, de Pullmantur, de Pérez y Cía y de la Asociación Clia, que agrupa a las grandes compañías de todo el mundo.

Destinos ya saturados

A pesar de que cada año se desbordan las previsiones de negocio, las navieras reconocen que sus ofertas tradicionales de destinos empiezan a agotarse, porque el público pide novedades o porque, en algunos de ellos, la saturación turística hace que los cruceristas tengan malas experiencias. Lo reconocía Mario Sennacheribbo, uno de los principales touroperadores crucerísticos del país, al apuntar que algunas compañías están sacando de sus ofertas las visitas a la Sagrada Familia o a la Alhambra por este motivo, algo que parecía impensable.

Las compañías necesitan nuevos destinos, como reconocía Raffaele D’Ambrosio, responsable en España de Costa Cruceros, y nuevas experiencias en tierra, “porque la excursión panorámica en autobús por la ciudad que triunfaba hace años, cuando la gente no tenía un conocimiento previo de los lugares que visita el barco ya no tiene mucho sentido”, decía la representante de Pullmantur, Yolanda Pelayo. “La gente ahora quiere vivir experiencias”. Tanto que su compañía acaba de incluir en su oferta un crucero por el Círculo Polar. Y lamentaba que, en muchas ocasiones, las agencias de las ciudades en las que recalan sus barcos no estén atentas a estas nuevas necesidades en tierra, hasta el punto que ella misma se ve obligada a insistir para que organicen experiencias de turismo de aventura, paseos en bicicleta, excursiones por el campo o incluso, encuentros con las familias del lugar, porque cada vez hay más viajeros interesados en participar en actividades artesanales.

Variedad de gustos

Las demandas de los cruceristas son ahora muy diversas y muchas de ellas están relacionadas con el medio natural. Emiliano González, presidente de MSC Cruceros  España, recomienda tener una idea menos generalista de cuáles son los intereses de quienes viajan en un crucero, en el que se juntan personas de muchas nacionalidades y con intereses muy diferentes. Recordó que las navieras estadounidenses siempre programan excursiones a los cementerios donde haya soldados norteamericanos enterrados, en cualquier parte del mundo “porque son las primeras que se llenan”, un interés que se le suscita a muy pocos europeos.

Las compañías de cruceros tienen dos motivos principales para incluir un puerto dentro de sus escalas: porque tiene muy buena valoración en las encuestas de satisfacción que realizan a sus clientes o porque ganan dinero con ellas. En realidad, los dos están relacionados, dado que aquellos lugares que suscitan más interés entre los pasajeros son también donde se contratan más excursiones, una fuente sustancial de beneficios para las navieras, más que los pasajes, cuyos precios están sometidos a una dura competencia. Por tanto, para ellos no es una buena noticia que parte de los cruceristas no quieran bajar a tierra (“aunque en el barco sobran entretenimientos para quien quiere permanecer en él”, dijeron).

De la complacencia a las críticas

Las ciudades acogen con lo brazos abiertos a los cruceros –y un representante del Puerto de Cartagena explicó el enorme éxito que han tenido en este mercado–, pero poco tiempo después surgen las críticas. Hosteleros y comerciantes locales se quejan de que una parte de los cruceristas se bajan del barco para embarcarse en autobuses que les dirigen a otras poblaciones o, peor aún, se quedan en el buque. Los responsables de las navieras lo ven desde otro punto de vista. Ellos aseguran que el grueso de los pasajeros se quedan en la ciudad en la que recala el barco –si el puerto está en el casco urbano, como ocurre en Santander– y recomiendan al comercio y a la hostelería local que pongan en práctica una estrategia más adecuada para atraer a ese turista. “¿Cuántos comercios pusieron un cartel de ‘se habla inglés’, ‘se habla francés’ o ‘se habla alemán’ cuando llegó el último crucero a Santander?”, se preguntó el presidente de MSC, tras explicar que en un barco de 3.500 pasajeros, como el ‘Britannia’ (la escala más reciente) puede haber 70 nacionalidades distintas.

Sennacheribbo, de la touroperadora de cruceros BC Agency recomienda abrir más el foco: “Más rentables para la ciudad que los propios pasajeros son los otros 1.500 potenciales clientes que lleva el barco, los tripulantes, que sí se iban a gastar su dinero sin intermediación de la naviera”.

Para las navieras, lo importante es que la ciudad consiga que el barco atraque. Una vez logrado, son los operadores turísticos locales los que deberán ser más imaginativos para convencer a esa clientela potencial.

El representante del Puerto de Cartagena recordó su experiencia, un modelo de éxito que ha logrado cambiar una ciudad industrial contaminada y fea, hasta convertirla en una escala habitual de cruceros, incluso después de un primer año muy desafortunado, porque todos los barcos hicieron escala de 12.00 a 18.00, prácticamente las horas en que los comercios locales permanecían cerrados. Tras sacar consecuencias entre todos, Cartagena se ha abierto un hueco insospechado en este mercado crucerístico, que ha reactivado la vida de la ciudad.

En Cantabria esa colaboración aún está por llenar. Aunque las Administraciones hace tiempo que participan en las principales ferias internacionales de cruceros, y el presidente de la Autoridad Portuaria puso énfasis en el esfuerzo que había supuesto traer a Santander a los responsables de las principales compañías de cruceros, lamentaba que el presidente de la Asociación de Hostelería hubiese declinado acudir al acto o que no hubiese entre el público ningún otro representante de los hosteleros, uno de los colectivos más beneficiados por las escalas de cruceros, junto a los comercios, los taxis o las compañías de autobuses.

‘Cantabria ofrece todo lo que ofrecen los otros y más’

A pesar de las quejas locales, las estadísticas indican que el 80% de los viajeros se bajan del barco, y más de la mitad se quedan en Santander, deambulando por las calles. FOTO: DAVID S. BUSTAMANTE

El consejero de Turismo, Francisco Martín está convencido de que Santander tiene una oferta más completa que cualquier otro destino para atender esas necesidades que manifiestan las compañías de cruceros. “Tenemos todo lo que tienen los otros puertos, y además tenemos cosas que no tienen los otros, como la posibilidad de esquiar y de hacer surf a una distancia de 40 minutos, o la de que un crucerista que llega a Santander vaya a la playa simplemente andando, por no hablar de Altamira, Cabárceno, Santillana del Mar, El Soplao, Liébana, el teleférico de Fuente De…”.

En opinión del consejero, con una oferta tan amplia y con tan poca competencia, el único motivo que puede justificar que Santander no se haya convertido en una escala recurrente de los cruceros es el no disponer de masa crítica suficiente. Esta falta de tamaño no es motivo suficiente para renunciar al éxito, y el Gobierno cántabro no solo postula Santander como escala habitual para los cruceros que recorren la fachada Atlántica sino para ser un punto de relevo de tripulaciones, lo que generaría unos ingresos aún más importantes.

Esfuerzos, hasta ahora, se han hecho muchos, pero es la primera vez que en el horizonte inmediato se otea un salto muy importante en el número de cruceros, con los 23 que ya están confirmados para el año que viene.

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