Las cuevas prehistóricas, un patrimonio aún por explotar

Es posible que en el mundo no haya una cueva tan conocida como la de Altamira, declarada Patrimonio de la Humanidad. Es el buque insignia del arte paleolítico pero, afortunadamente para la región, está arropada por otras nueve que también tienen la consideración de Patrimonio de la Humanidad que podrían contribuir a crear la imagen turística muy poderosa, la de un auténtico parque temático del paleolítico. Sin embargo, al depender de distintas administraciones, ni siquiera es posible que los 250.000 visitantes del Museo de Altamira que cada año se quedan con las ganas de ver las cuevas originales puedan comprar allí mismo entradas para contemplar las otras cuevas de la región con pinturas que sí son visitables.
Claudio Planás, director de la Bodega El Pendo, que se asienta al pie de la cueva camarguesa Patrimonio de la Humanidad, pensó que esta declaración resultaría una palanca inmejorable para impulsar las visitas a El Pendo, pero la realidad es muy distinta. A pesar de que está a diez kilómetros del centro de Santander, llegar a ella no es nada fácil y eso desanima a muchos visitantes que quieren acceder por su cuenta. La tortuosa carretera también ahuyenta a los autobuses.
Con esta evidencia y el empuje del director del proyecto arqueológico de El Pendo, Edgard Camarós, han reunido en una mesa de trabajo al gerente de la Fundación Atapuerca, a la nueva directora de Altamira, al responsable de las cuevas dependientes de la autonomía y al Ayuntamiento de Camargo para buscar ideas con las que impulsar estas visitas. Una mesa en la que también estaba invitada Cantabria Económica.

El éxito de Atapuerca

Repetir el extraordinario éxito de Atapuerca, que ha conseguido crear una nueva seña de identidad para Burgos en todo el mundo no es fácil, porque se han unido muchos ingredientes, entre ellos la especial personalidad de los tres arqueólogos codirectores del proyecto, José Luis Arsuaga, José María Bermúdez de Castro y Eudald Carbonell. No obstante, su modelo de gestión puede ser un referente para otros lugares y así lo expuso el gerente de la Fundación que lo tutela, Alejandro Sarmiento.
Aunque la Fundación no tiene la independencia de funcionamiento de una empresa y sus dependencias están repartidas por los dos ayuntamientos donde se encuentran los yacimiento (Atapuerca e Ibeas de Barros) y por Burgos capital, donde se levantó el Museo de la Evolución Humana, su modelo de gestión puede ser un ejemplo de agilidad y de éxito incuestionable, tanto que ha superado ya los dos millones de visitantes.
El Museo y la neocueva de Altamira reciben al año unos 250.000 visitantes, de los cuales sólo una pequeñísima parte tiene la posibilidad de visitar la cueva original, a través de un sorteo que se celebra cada viernes. A pesar de las polémicas periódicas sobre la ampliación del número de visitas, la apertura restringida no ha dado lugar a un aumento significativo en el número de interesados y son muy pocos los que optan conscientemente por acudir el viernes (día del sorteo) al Museo con la esperanza de que la suerte les acompañe y poder acceder a la cueva original.
No obstante, el tirón que tiene el museo y la propia villa de Santillana deberían convertirlo en la punta de lanza de todo el complejo de cuevas prehistóricas de Cantabria. Sin embargo, la realidad es muy distinta. El Museo de Altamira y la propia cueva han dependido tradicionalmente del Ministerio de Cultura (hoy, Educación), mientras que el resto de cuevas con pinturas prehistóricas y restos arqueológicos son responsabilidad del Gobierno de Cantabria, y en todos estos años las dos instituciones no han formalizado ningún convenio para promocionarse conjuntamente. Los asistentes a la mesa de trabajo lamentaron que tampoco haya estrategias cruzadas de promoción con los ayuntamientos, lo que da lugar a que el turista llegado a Santander, por ejemplo, no vea por ningún lugar de la ciudad un cartel promocional de Altamira, ni siquiera un indicativo de cómo llegar.

Las cuevas cántabras

Si esto ocurre con la cueva más conocida del mundo, es perfectamente entendible el escasísimo eco que encuentran las otras nueve cuevas cántabras declaradas patrimonio de la Humanidad, de las cuales sólo las dos ubicadas en Puente Viesgo (El Castillo y Las Monedas) tienen cierto éxito turístico, con unos 28.000 visitantes al año. El Pendo, aunque atrae cada vez a más interesados, no pasa de las 4.600, un número muy bajo si se tienen en cuenta sus posibilidades, y que podría mejorar sensiblemente si Camargo consigue hacer una carretera alternativa, como pretende, para que la cueva tenga un acceso más directo, algo que no va a resultar barato ni rápido, porque se contemplan tres alternativas distintas, ahora que los técnicos han dejado claro que la obra no afectaría a la estabilidad de la cueva.
El gerente del sistema de Atapuerca puso de relieve el enorme impacto económico que han tenido las excavaciones sobre la economía de la zona e, incluso, sobre la imagen de Burgos, y atribuyó parte del éxito al apoyo social que ha tenido en todos los estamentos.
Pilar Fatás, nueva directora de Altamira, también hizo referencia a la importancia económica que tiene este complejo sobre su entorno: además del centenar de empleos directos que mantiene, un estudio de la Universidad de Santiago indica que su impacto directo e indirecto (en alojamientos y restauración), es de 36 millones de euros al año y, con un grado muy alto de satisfacción, ya que los visitantes puntúan con un 6,2 sobre 7 cuando se les pregunta si tienen intención de volver o, al menos, recomendárselo a sus amistades.
Por su parte, Roberto Ontañón, director del MUPAC y las cuevas prehistóricas de Cantabria, avanzó el interés que tiene el actual Gobierno por hacer una gestión planificada del patrimonio arqueológico regional, con una dotación presupuestaria, algo que podría marcar un antes y un después.

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