La cerveza cántabra toma cuerpo
Cantabria está muy lejos de los más de seiscientos tipos de cerveza que se elaboran en Bélgica, y no parece que ese récord vaya a peligrar por lo que ocurra en nuestra comunidad, pero no dejan de aparecer iniciativas de pequeños fabricantes que hacen buena la previsión de un boom de la cerveza artesanal. Dos nuevos proyectos, uno en Reocín y otro en Reinosa, van a sumarse al puñado de emprendedores que ya han dado el paso de situar a Cantabria en el mapa de las cervezas elaboradas con métodos artesanales, en el que regiones como Cataluña, Galicia o Levante nos llevan bastante ventaja.
La iniciativa más avanzada es la de Reocín, donde Borja Fernández y Carlos Falagán, han montado un taller para elaborar cerveza que se distribuirá con las etiquetas Estela del Norte y Colegiata de Cantabria. Aunque han probado más de cincuenta recetas diferentes, al final se han decantado por comercializar dos tipos de cervezas ale (de alta fermentación), una ligeramente tostada y otra rubia, con un denominador común, evitar un cambio de sabores demasiado drástico para el consumidor español, que está acostumbrado a las cervezas industriales.
“Hemos decidido hacer una cerveza que guste a todo el mundo y no solo a los entendidos”, explica Borja Fernández. Aún así, los socios no renuncian a explorar la inmensa gama de posibilidades que permite la elaboración de cerveza artesanal y proyectan sacar pequeñas partidas con otras variedades. “Seguimos experimentando cada semana, mezclando especias diferentes que le dan a cada cerveza un toque característico”, comentan. Los toques de regaliz, cilantro, piel de naranja o el añadido de productos como la miel, son algunos de esos componentes que hacen de la cerveza artesanal un mundo de sabores por explorar.
Su taller cervecero se ha instalado en una nave nido del Parque Empresarial Besaya, una de las posibilidades que Sodercan ofrece a los emprendedores que, como ellos, recurren a su servicio de asesoramiento para hacer un plan empresarial. El modesto proyecto inicial ha crecido así de tamaño y lo que en un principio se planteaba como un pequeño taller de 70 m2 con el que explorar el mercado se ha convertido en una nave de 200 m2 con cubas, fermentadores y cocederos de mayores dimensiones, lo que les va a permitir elaborar unos 8.000 litros al mes. El formato de distribución será el de botellas de 33 cl, el habitual en la cerveza artesanal.
Es en este campo de la comercialización donde llevan mucho ganado, ya que Borja Fernández está vinculado a la distribución de productos alimentarios desde hace tiempo. Fue su contacto con el mundo de la cerveza artesanal en Gran Bretaña, donde ha vivido algún tiempo, lo que le animó a dar el paso y convertir un simple hobby en este pequeño negocio con el que confía en dar un impulso al incipiente sector de la cerveza artesanal en Cantabria. Un impulso para el que parece imprescindible que la Administración haga los cambios normativos precisos para que este producto pueda acogerse a la denominación de ‘artesanal’. Con esa etiqueta y los controles que llevaría aparejados, se impedirían prácticas como traer cerveza fabricada fuera de la región y venderla como elaborada en Cantabria.
Y otro en el polígono de la Vega
Otro de los proyectos que se pone en marcha es el del reinosano Marcos Alonso, que va a montar en el Polígono de La Vega una pequeña fábrica para elaborar una cerveza que llevará un marca con una fuerte impronta local, ‘Ibre’. Alonso ha optado por una cerveza base, un poco más lupulada, es decir, algo más amarga, que las cervezas industriales, de la que prevé elaborar unos 1.200 litros semanales. Esa producción principal será acompañada de otras series más cortas de cervezas aromatizadas con productos de temporada que se dan en la comarca de Campoo, como la miel de brezo o diferentes tipos de bayas. “La cerveza artesanal te da la posibilidad de hacer muchos cambios en lotes pequeños, mediante especias o con variaciones de temperatura y de fermentación que te permiten conseguir cosas totalmente distintas con los mismos ingredientes”, explica Alonso.
Para este ingeniero forestal, la creación de este pequeño negocio señala el camino de vuelta hacia su Reinosa natal desde Galicia, a la que se trasladó a trabajar hace más de veinte años. En este proyecto ha contado también con la colaboración de Sodercan, que le ayudó a diseñar un plan de negocio, y con el apoyo prestado por Emuprosa, la empresa municipal de la capital campurriana que se encarga de la promoción de iniciativas empresariales como los de Alonso, a quien le ha facilitado el acceso a una nave nido.
El obstáculo de las grandes cerveceras
Una de las limitaciones que afectan a los dos proyectos es la dificultad para proveerse de materias primas en el mercado nacional. No es que en España no se produzca malta, lúpulo o levaduras, sino que esa producción suele estar copada por las grandes compañías cerveceras, que compran por adelantado todas las partidas. Esto obliga a los artesanos a proveerse de la materia prima en Gran Bretaña, Bélgica o Alemania, con el lógico aumento de costes.
Ni siquiera es fácil encontrar un suministrador nacional para el equipamiento, a pesar de que se trata de una calderería bastante básica. De ahí que Alonso haya tenido que recurrir a un importador de equipos cerveceros construidos en Alemania o que los promotores de Estela del Norte hayan optado por construirse sus propios cocederos. Estos últimos también libran una batalla legal para registrar la marca ante la oposición de Estrella Damm (del grupo catalán Continental) a que se registre un nombre comercial que, según alegan, puede generar confusión con ‘Estrella del Sur’, una de sus marcas. Y es que, aunque los artesanos sean pequeños, los grandes grupos cerveceros no quieren compartir un mercado que, además, está menguando, tras muchos años de crecimiento ininterrumpido.
Lo que no preocupa a estos emprendedores cántabros es la competencia que pueda suponer la proliferación de iniciativas como la suya. Lo interpretan como la posibilidad de crear un sector fuerte, capaz de fomentar una cultura cervecera que va a beneficiar a todos, y que incluso podría dar lugar a la creación de una central de compras que les permitiera abaratar costes y defender mejor un proyecto que en Cantabria empieza a caminar con fuerza.