La Asociación de Consultoras creará un ‘acelerador de empresas’

De situaciones tan críticas como la actual no se sale solo con ajustes, ahorros de costes o reestructuraciones. También se sale con proyectos empresariales que respondan a los nuevos escenarios económicos que serán habituales cuando esta crisis acabe. Pero, aunque se tenga una idea prometedora no siempre se cuenta con los recursos necesarios para ponerla en marcha, empezando el auxilio de quienes tienen por oficio orientar a los empresarios para la mejor gestión de sus negocios, las consultoras.
Para que ningún proyecto con posibilidades se malogre, la patronal que agrupa a las firmas consultoras que trabajan en la comunidad va a poner los recursos de las 18 empresas asociadas al servicio de aquellas ideas que le lleguen, para estudiar su viabilidad y hacer posible su puesta en práctica, incluida la búsqueda de financiación.
Aunque en un principio se pensó que este servicio fuese gratuito, la percepción de que ese planteamiento podría restarle valor ha llevado a la Asociación a establecer una contraprestación, pero exclusivamente en función del éxito obtenido. Incluso cabe la posibilidad de que esa retribución se haga por la vía de la participación en el capital de la nueva empresa.
El sistema que va poner en marcha la Asociación de Consultoras es lo que se conoce como un ‘acelerador de empresas’, una fórmula que ya existe en alguna comunidad, como Navarra, de cuya corta experiencia –apenas lleva seis meses– han extraído algunas enseñanzas.
Las amplia gama de servicios y de sectores que cubren las firmas asociadas permite garantizar que, sea cual sea el perfil del proyecto sometido a estudio, encontrará el asesoramiento adecuado, y el respaldo que supone la implicación de la Asociación en el desarrollo de esa nueva idea facilitará el acceso a la financiación bancaria. Una de las tareas en las que están especializadas las consultoras es precisamente la de buscar inversores para nuevos proyectos empresariales.
Además de dar forma a la idea para asegurar su viabilidad, la intervención de estos profesionales desde el primer momento permite acelerar la ejecución de los proyectos, al acortar notablemente su proceso de maduración hasta dar con el enfoque adecuado.
La iniciativa de la Asociación se hará pública en la asamblea que celebrará este mes en Santander y es un modo de llevar a la práctica el compromiso de este sector con el desarrollo económico y social de Cantabria. “Se trata de cumplir con un compromiso de responsabilidad social –señala el presidente de la Asociación, David González-Pescador–. Aquí hay un colectivo que quiere ayudar a que la región prospere y una de las responsabilidades que en estos momentos tenemos es la de asociarnos, la de colaborar entre los propios empresarios, aunque compitan en muchos ámbitos. Este proyecto quiere transmitir esos valores” concluye González-Pescador.

Un termómetro de la economía

Pocos sectores como el de las consultoras registran con tanta exactitud la marcha de la actividad económica y su percepción del momento por el que atraviesan las empresas cántabras no puede ser más negativa. Sobre todo en los últimos seis meses, donde constatan el agotamiento de recursos y una caída neta de la actividad. Solo se salvan algunos sectores industriales con capacidad de exportación, pero son contadas las empresas que están en una situación desahogada.
La realidad del tejido económico de Cantabria está formada por pequeñas y medianas empresas, que en el mejor de los casos facturan entre 4 y 6 millones de euros y que difícilmente pueden acometer un proceso de internacionalización. “Hay una aceleración en el proceso de deterioro de la economía tremendo –advierte González-Pescador– que incide en aquella parte, cada vez menor, del sector empresarial que se mantiene vivo. “Y sobre todo hay una crisis de confianza extraordinaria”, añade. Esa pérdida de confianza en la recuperación de sectores que han sido básicos en nuestra economía se refleja en el hecho de que incluso empresas que aún no están en una situación crítica, se plantean el cierre, ante el temor de sufrir el desgaste de una agonía inevitable.
Otras, de marcado carácter familiar, y que sí han tenido capacidad para salir al exterior, utilizan los recursos que obtienen en el mercado internacional para sostener la estructura empresarial que poseen en Cantabria, cuando en tiempos de bonanza su única preocupación era donde situar esas ganancias para tributar menos.
La economía regional también esta basada en las empresas de servicios y también en este caso el hundimiento del consumo interno las está arrastrando al abismo. “Ese sector está en este momento en la más absoluta de las penurias” –subraya José Miguel Manrique, cofundador de la Asesoría Manrique&Serna–, “porque ha caído el consumo de una manera brutal. Yo detecto en algunos sectores un descenso de como mínimo el 50% en los últimos dos años, y esto va a seguir. Dinero hay, pero la gente tiene mucho miedo”, apostilla Manrique.

El papel de las consultoras

En coyunturas como éstas, las consultoras y asesorías han visto multiplicarse las peticiones de sus clientes para llevar a cabo una reestructuración de sus empresas y un ajuste en los costes, cuando no una reorientación de sus negocios. Y, las que pueden salir al exterior, solicitan información detallada sobre mercados, sistemas de tributación, trámites burocráticos y, especialmente, cómo asegurarse el cobro y las garantías que han de pedir antes de empezar a fabricar.
El deterioro de la economía también se ha hecho notar en la marcha de las propias consultoras. El adelgazamiento de plantillas ha ido acompañado de un aumento de profesionales que, ante la imposibilidad de encontrar acomodo en otra empresa, optan por continuar su actividad como autónomos. El vínculo de confianza forjado en los años en que han estado asesorando a un grupo de empresas suele ofrecerles la oportunidad de contar para esa nueva etapa con los mismos clientes. Esta práctica no era inusual en el sector, pero se ha agudizado con la crisis.
Otro fenómeno que es común a la mayoría de los sectores de servicios es el hundimiento de los precios y no por esa competencia sobrevenida. Incluso firmas muy arraigadas han entrado en esa dinámica de abaratamiento de sus tarifas para tratar de ser más competitivas.

Falta un modelo de región

Una de las quejas más recurrentes en el sector es la ausencia de liderazgo de los poderes públicos y de instituciones como la CEOE para cohesionar a los empresarios en torno a un objetivo. Se apunta incluso a una disociación entre la realidad económica y empresarial de Cantabria y las instituciones que teóricamente les representan. Esa falta de liderazgo tiene su correlato en la ausencia de un modelo de región que defina hacia dónde debe encaminarse nuestra economía y cómo potenciar los aspectos industriales.
Con la anulación del plan eólico por el actual Gobierno y los proyectos industriales a él asociados, se perdió, dicen estas voces críticas, una oportunidad que ya es irrecuperable tras la evolución a la baja que han tenido las primas a las energías renovables. Las grandes expectativas que aquel plan encerraba para la potente industria cántabra del metal (siderurgia, calderería o mecanizados) se ha esfumado definitivamente.
La decepción es mayor por cuanto el desembarco en Cantabria de grandes empresas que optaban al desarrollo de alguna de las zonas eólicas supuso para muchas consultoras cántabras un estímulo inesperado. Ellas fueron el partner elegido por esas firmas para buscar los proyectos industriales que el concurso exigía.
Tampoco se ha querido mantener la apuesta del anterior Gobierno por la investigación en energía eólica offshore, una modalidad que aglutina algunos de los mayores proyectos en energías renovables que se ejecutan actualmente en Europa. Bremerhaven, una ciudad portuaria alemana que en los años 80 se encontraba en declive, se ha convertido ahora en el pujante centro de esa industria eólica offshore, algo que no habría sido posible sin el mantenimiento durante veinte años de un plan aprobado por el Parlamento de Bremen y que ha sido respetado por tres gobiernos diferentes.
No es necesario irse hasta Alemania para buscar ejemplos de cooperación entre partidos. En la vecina comunidad vasca se aprobó en 2004 una Ley Industrial que ha sido respetada por todos cuantos han gobernado desde entonces, y que les obliga a presentar cada cuatro años un plan industrial. Este modelo debería servir de referencia para lo que necesita Cantabria, en opinión de González-Pescador.
El presidente de los consultores sugiere apoyarse, como hizo la comunidad vecina, en análisis de expertos que ayuden a diseñar un Plan Estratégico para el futuro de Cantabria manteniendo la vocación industrial porque, en su opinión, “lo terrible para Cantabria es esa muerte lenta que supone perder en una década diez puntos del peso de la industria en el PIB”. “Ese es el drama que tiene esta región”, lamenta.

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