Bezana ya tiene nuevo Colegio
Hablar de un plan de choque con iniciativas para reactivar el sector de la obra pública se ha convertido en una expresión en desuso, habida cuenta de la penuria actual de recursos, pero hasta hace dos años podía oirse y uno de los frutos del último plan de infraestructuras impulsado en la etapa PSOE-PRC es el colegio que se dispone a abrir sus puertas en Mompía en este curso escolar. Una respuesta a las necesidades de escolarización de Santa Cruz de Bezana, tras el fuerte crecimiento de los últimos años, y un ejemplo, también, del papel que jugó la Consejería de Educación en el intento de dinamizar el sector de la construcción.
El proyecto de levantar un colegio en Mompía, surgió en 2008, cuando la Consejería, atendiendo a la petición del Ayuntamiento de Bezana, decidió destinar a un centro de Infantil y Primaria el terreno que inicialmente iba a servir para hacer un nuevo Instituto de Secundaria. El aumento de población que estaba experimentando la zona, atraída por las promociones inmobiliarias y formado básicamente por parejas jóvenes procedentes en muchos casos de Santander, había disparado las necesidades de escolarización en ese municipio.
El Colegio de Mompía formaba parte del Plan de Modernización de Infraestructuras Escolares, que convirtió a la Consejería en uno de los motores de la obra pública entre 2009 y 2011. En ese Plan figuraban otros dos colegios, en Reocín y Colindres, la ampliación de los existentes en Requejada y Guriezo y un nuevo Instituto de Secundaria en Suances, que se llevaba la inversión más elevada. Sea por las prioridades establecidas por la Consejería o por la rapidez en la puesta a disposición de los terrenos por parte de los ayuntamientos, el de Mompía ha sido el último en ser ejecutado y va a ser también la principal novedad del curso escolar que ahora empieza.
Un arranque paulatino
El nuevo colegio tendrá carácter bilingüe y ha sido diseñado para albergar los ciclos de Infantil y Primaria, además de contar con aulas para niños de dos años. En total, unos cuatrocientos alumnos, una vez que se completen todos los cursos. En este primer año arrancará con Infantil, la enseñanza desde los tres a los cinco años, y 114 alumnos. Posteriormente irá implantando los sucesivos cursos de Primaria, hasta llegar a los doce años. De esta manera dará respuesta a las necesidades de escolarización de aquellos niños que, residiendo en Bezana, han tenido que ser matriculados en los colegios de Liencres o Puente Arce, pero también a los que viven en localidades cercanas, como Boo de Piélagos o Mortera.
A pesar de que la necesidad más acuciante de las familias de la zona es la de aulas para niños de dos años y de que el nuevo colegio cuenta con dos, en el curso escolar que ahora comienza no serán dotadas de profesorado. La necesidad de contratar personal especializado, en un momento de drásticos recortes presupuestarios, y el hecho de que no forme parte de la educación obligatoria, ha llevado al actual titular de la Consejería a descartar su puesta en marcha por el momento.
El protagonismo del color
La luminosidad y el color destacan en el nuevo edificio. Un conjunto armonioso de volúmenes y espacios generosos, gracias a la superficie de la parcela cedida por el Ayuntamiento (8.500 metros cuadrados) para construir el centro escolar. El edificio está distribuido en dos plantas, con 2.500 metros cuadrados en la inferior y 1.800 en la superior. En total 4.300 m2 de espacios lectivos, deportivos y de gestión.
En la planta baja, donde se concentran la aulas de infantil, el color es protagonista en paredes y suelos, aprovechando las posibilidades cromáticas de materiales como el papel vinílico, que además facilita las tareas de limpieza, o del pvc.
En las aulas de infantil se ha extremado el confort hasta el punto de colocar un suelo más mullido que en el resto del edificio. Bajo él se ha situado un sistema de calefacción radiante que permite eliminar los radiadores en las aulas destinadas a los más pequeños. Las que ocuparán en el futuro los niños de hasta dos años son todavía más específicas, con equipamiento de microondas, cambiadores y sanitarios adecuados a su tamaño y están dotadas de una zona exterior de juegos separada. También cuentan con una entrada diferenciada para acceder al colegio.
Otro de los espacios de la planta baja se reserva para el comedor, con capacidad para doscientas personas y un amplio office donde se podrá calentar o conservar refrigerada la comida que llegue ya elaborada por un servicio de catering.
El pabellón cubierto alberga una pista polideportiva, sin gradas y con canastas escamoteables. La luz natural la proporciona un ventanal elevado de vidrio uglass que proporciona una luz difusa y es capaz de soportar vientos de hasta 140 km a la hora. Además de este pabellón cubierto, el colegio cuenta con dos canchas exteriores de deportes, separadas por una valla multicolor de las zonas de recreo y flanqueadas en uno de sus lados por una pequeña zona verde.
En la planta superior se han situado las aulas de primaria, distribuidas en cuatro alas, así como la biblioteca, las aulas de música e informática y otros espacios dedicados a fisioterapia, psicomotricidad y logopedia.
Un ejemplo del cuidado que se ha puesto en el equipamiento es el aula de música, que se encuentra totalmente insonorizada, con un doble techo y paneles especiales para mejorar su acústica y evitar reverberaciones.
La iluminación es otro de los apartados especialmente estudiados. Las aulas cuentan con amplios ventanales para aprovechar al máximo la luz natural y para la iluminación artificial de todo el edificio se han utilizado leds, en lugar de bombillas convencionales. Aunque se trata de una tecnología más cara, el ahorro en energía es tan notable que la instalación se amortiza con rapidez. El más beneficiado será el Ayuntamiento de Bezana cuando tenga que hacerse cargo de la factura de la luz y la compare con los consumos de otros colegios.
El lugar elegido para la construcción del colegio planteó un doble problema. El primero, de cimentación, ya que si en un extremo se encontró rápidamente roca, en el otro hubo que recurrir a micropilotes para darle una base sólida al edificio, lo que alargó en unos dos meses el plazo previsto para la ejecución, que en principio era de un año.
El otro problema lo planteaba la proximidad a la autovía Santander-Torrelavega. Para evitar el ruido del tráfico se ha recurrido a pantallas acústicas que prácticamente anulan el sonido procedente de la autovía. También se ha tenido en cuenta la posibilidad de que en un futuro se construya un tercer carril. Aunque no se aprecia a simple vista, porque lo ocultan los restos de la loma excavada para construir el colegio, el muro más cercano a la carretera se ha reforzado hasta alcanzar los cuatro metros y medio de anchura y se le han añadido zapatas para evitar cualquier movimiento del terreno.
Lo que sí se aprecia desde la carretera es el juego de color que los paneles fenólicos dan a la fachada, combinado con el gris y blanco de los prefabricados. El último de los nuevos centros escolares de Cantabria resulta así un atractivo edificio en el que la comunidad autónoma ha invertido 5,6 millones de euros.