IFC cambia de piel

Aunque su trayectoria ha estado históricamente asociada a la elaboración de fármacos genéricos, ante IFC se abre una nueva aventura empresarial al reorientar su actividad hacia un campo internacionalmente mucho más prometedor, el de la dermocosmética. Una línea de trabajo que no es nueva para la empresa cántabra, pero en la que ahora puede volcar todos sus esfuerzos.
La oportunidad de reinventarse le llegó de la mano de la firma india Wanbury y de su interés por hacerse con la división farmacéutica, la única de la que se ha desprendido. La pujanza del sector farmacéutico en aquel país ha llevado a varios laboratorios indios a buscar otros mercados y, para ellos, IFC, con marcas propias aunque se tratase de genéricos y una potente red comercial, era una puerta idónea para establecerse sólidamente en España.
El interés de la empresa india coincidió en el tiempo con la conclusión a la que habían llegado los gestores del laboratorio cántabro de que era conveniente un cambio de estrategia si querían continuar creciendo. Los fármacos forman parte de un mercado muy regulado que impone serias restricciones a la comercialización. El hecho de que el sector esté en manos de grandes multinacionales hace que sea aún más difícil abrirse paso.
Las cosas son distintas en el campo de la dermocosmética, donde empresas con productos propios, como IFC, sí pueden tener recorrido internacional: “Mientras que en el sector farmacéutico cada vez nos costaba más ser alguien, en dermocosmética nos hemos ido haciendo progresivamente más fuertes”. –explica el gerente, Ernesto Quintana–. IFC sustenta este empuje en dos importantes principios activos para el cuidado de la piel que han surgido de su propia investigación.
El acuerdo de venta con la compañía india se formalizó en 2006 y desde entonces la firma cántabra ha ido reforzado la expansión internacional en dermocosmética, que ya había iniciado en 2003, y en la que ha empleado buena parte de lo que ingresó por la división farmacéutica.

Compañías en media docena de países

Los primeros pasos para crecer en el mercado dermocosmético se dieron hace cinco años con la compra de una empresa italiana. Fue el principio de una apuesta por un sector en el que ya vislumbraban el futuro de la firma, ante el incremento de la demanda de productos destinados al cuidado personal. IFC se sentía cómoda en un terreno en el que no tenía por qué olvidar su raíz farmacológica: “En este campo también tenemos fármacos dirigidos a la piel o al cabello y nos estamos involucrando cada vez más en lo que demandan los especialistas en medicina estética”, subraya Ernesto Quintana.
IFC ha continuado su despliegue internacional con la compra de dos compañías en Bélgica y Portugal, que le han abierto la puerta de sus mercados, y la creación de otras dos en Alemania –mediante una join venture con socios locales– y en Brasil. El mercado alemán, con 85 millones de personas y una elevada renta per capita, es un objetivo muy atrayente para una empresa de dermocosmética. También lo es Brasil, que se ha convertido en el tercer país del mundo en ventas de productos para el cuidado personal y cuenta con cerca de 6.000 especialistas en dermatología (en España hay 1.500) a los que captar como potenciales clientes y prescriptores.
En el caso belga, la firma adquirida tiene distribución por todo el Benelux y la de Portugal es una empresa con productos muy consolidados en la zona.
La red creada a través de estas adquisiciones se ha convertido en el canal internacional de comercialización del laboratorio cántabro, que continuará manteniendo la investigación y la fabricación en Santander, donde trabajan 40 personas.

Alimentos saludables

La división de dermocosmética se ha reforzado, además, con una línea de distribución de tecnología, iniciada con la representación en España de una marca norteamericana de láseres para el tratamiento de la piel.
IFC tiene mucho interés en reforzar sus vinculaciones con Estados Unidos, donde también ha creado una empresa con la intención de introducir en aquel país los productos que ha desarrollado en el campo de los alimentos funcionales. Quintana explica su objetivo más inmediato: “Estamos buscando grandes fabricantes de alimentos para introducir en ellos nuestros principios activos y dotar a ese alimento de propiedades saludables”. Un objetivo ambicioso dado el elevado nivel tecnológico del país, pero que da idea de la confianza que tienen los gestores de IFC en las posibilidades de su empresa.
Con el mapa de filiales para la expansión internacional prácticamente concluido, para el laboratorio cántabro ha llegado la hora de consolidar el acelerado crecimiento de estos cinco últimos años y de rentabilizar un esfuerzo que, según sus previsiones, le va a permitir alcanzar en 2010 el mismo nivel de facturación que tenía antes de vender la división de farmacia.

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