¿HabrÁ empresas para llenar tantos polígonos?

Es difícil poder entender lo que ocurre en Cantabria. La población tiene una opinión mayoritariamente negativa sobre la evolución de la industria, convencida de que se encuentra en un declive irreversible que los dirigentes regionales no logran impedir. Es posible que esta opinión, que comparten muchos empresarios, tenga una parte de razón, pero al mismo tiempo se produce una demanda de suelo industrial que parece desmentirla rotundamente. Nunca antes se construyeron tantos polígonos industriales y nunca tuvieron tanta demanda.
El enigma solo puede tener tres explicaciones: o cada vez las empresas necesitan más suelo para el mismo fin, o hay acaparadores de este suelo que esperan especular con él, o realmente se instalan y expanden más empresas que en los años anteriores.
La experiencia demuestra que la especulación con suelo industrial no ha resultado especialmente rentable en Cantabria y una prueba de ello es que los empresarios privados están prácticamente fuera de este negocio. A excepción del polígono de Heras, que tuvo grandes complicaciones para su desarrollo, y el que acaba de promover Emilio Bolado en Parbayón, la gran mayoría de los polígonos son de promoción pública y, especialmente, del Gobierno regional, a través de la empresa Sican.
Por otra parte, el Gobierno ha establecido una serie de cautelas que dificultan notoriamente posibles prácticas especulativas. A cambio de vender el suelo al precio que le cuesta urbanizarlo, exige que el comprador presente un proyecto en seis meses, empiece las obras antes de dos años y no pueda enajenar la parcela en siete.

La avalancha de suelo público

Desde la llegada al Gobierno de Martínez Sieso, la iniciativa pública ha sido la fuente principal de suelo industrial, con 580.000 metros cuadrados puestos en el mercado a través de nueve polígonos, a los que habría que sumar los 326.000 metros cuadrados que ofrecía el Sepes en Reinosa desde hace más de diez años sin encontrar comprador hasta la reciente llegada de la fabrica de yesos, y buena parte del polígono de Barros, que por fin está agotado.
La auténtica avalancha de suelo, sin embargo, llega ahora. En los próximos meses estarán disponibles otros 820.000 metros cuadrados, la mayor parte de ellos en el Parque Empresarial Cantabria, que se construye en Morero (El Astillero) y el resto repartidos entre Requejada y la tercera fase de Ambrosero.
Estas tres actuaciones se quedarán empequeñecidas por otro alud inmediatamente posterior, que sacará a la venta más de un millón y medio de metros cuadrados, el equivalente a 200 campos de fútbol, a través del Parque Empresarial Besaya, construido sobre las escombreras de AZSA en Reocín, o el corredor que conectará la zona industrial de Sniace con la de Solvay, en la ribera del Besaya.
Ni siquiera con estas promociones se culminará la oferta, dado que ya está en trámite otro paquete de polígonos: los que se construirán en Villaescusa (450.000 m2), Las Presas (Camargo, 190.000 m2) y Ramales (300.000 m2). Si a esto le incluimos el Parque Científico y Tecnológico de Santander, más atrasado, pero que va a tener prioridad política, podemos contemplar un horizonte donde la oferta de suelo industrial alcanzará niveles nunca vistos.

Buenas ventas

La suma de todas estas promociones indica que se preparan para salir al mercado antes del 2005 nada menos que 3,2 millones de metros cuadrados, lo que prácticamente supondrá duplicar los 5,2 millones de metros cuadrados industriales que Cantabria tenía a finales de la década pasada.
A primera vista, no resultará sencillo encontrar comprador para semejante oferta, pero hay que reconocer que la demanda por ahora se comporta relativamente bien. Por fin se han llenado dos de los polígonos del Sepes que parecían condenados al olvido, como son los de Barros y Reinosa, hay muchas peticiones para Requejada y Morero –que empezará a adjudicarse entre los solicitantes en las próximas semanas– y se ha vendido razonablemente bien Ambrosero, donde ya están construyendo sus plantas Burdin 2000, Canteras y Hormigones Quintana, Electricidad G. Cuesta y Electro-Móvil.
Por su parte, Camargo sabe que no tendrá problemas para llenar Las Presas y eso ha animado a la alcaldía a arriesgarse a una inversión que siempre es demasiado elevada para un ayuntamiento. El polígono está muy bien situado y la evidencia es que todo lo que se encuentra en el entorno de Santander se llena cuando la calidad es adecuada, porque en la capital la ausencia de suelo industrial es tan acuciante o mayor que en Torrelavega. Candina está agotado, Raos-Parayas prácticamente y el polígono de Nueva Montaña es tan precario y está tan saturado que habría que plantearse la conveniencia de reubicar las empresas que allí se ubican, huérfanas como están de todo tipo de servicios.

Torrelavega se inunda de suelo industrial

Las dudas están en Torrelavega. Los empresarios de un municipio que lleva cuarenta años esperando suelo industrial, de repente se encuentran con tres polígonos de gran tamaño que van a salir casi simultáneamente al mercado. El más pequeño de los tres, asentado en Requejada, ya está terminado y ha encontrado más pretendientes que suelo. Ubicado en un enclave estratégico, entre las vías del ferrocarril, el puerto fluvial y la autovía Santander-Torrelavega, una gran parte de su superficie ha sido solicitada por Día (Carrefour) para construir una gran plataforma logística desde la que abastecer a su nutrida red de tiendas del norte del país, aunque la iniciativa está a expensas del precio final del suelo, que para una superficie tan grande, resulta decisivo. Hay otro proyecto de importancia que podría sustanciarse en las próximas semanas, el de una empresa metalúrgica ya asentada en Cantabria que pretende ampliar y requiere varios miles de metros cuadrados.
Lo que nadie puede suponer es lo que pueda ocurrir con el millón y medio de metros cuadrados que van a aportar el corredor existente entre Solvay y Sniace y el Parque Empresarial Besaya que se asentará en los terrenos de la escombrera de AZSA, que la compañía minera ha vendido al Gobierno regional por 41 millones de pesetas. La construcción de tres centrales de ciclo combinado para producir energía eléctrica promovidas por Solvay y Sniace puede consumir sólo una parte de esos terrenos, que previsiblemente se convertirán en una reserva de suelo para varias décadas, a la vista de lo poco que ha evolucionado el censo industrial de la capital del Besaya en las tres últimas, aunque hay que reconocer que la T que van a formar la Autovía del Cantábrico con la de la Meseta se empieza a convertir en un lugar estratégico para la logística y hay varias empresas con intereses comerciales en todo el norte de España que han puesto sus ojos en ese enclave para sus centros de distribución.

¿Qué pasará con el Parque Tecnológico?

También suscita cierto escepticismo el Parque Científico Tecnológico de Santander que llegará al mercado en un momento tardío. Las empresas tecnológicas cántabras son muy pocas y parte de ellas han construido nuevas sedes en los últimos años, como ocurre con CiC o Setelsa, mientras que Mundivía está perfectamente asentada en las instalaciones que Viesgo ha dejado de necesitar. Las posibilidades de que acudan nuevas compañías del exterior se han reducido sustancialmente tras la debacle de las puntocom y los precios de los locales de oficinas (por encima de las 200.000 pesetas el m2) no estarán al alcance de las más pequeñas.
No obstante, el polígono es una apuesta estratégica a medio plazo y así lo defiende el consejero de Industria, Pedro Nalda: “Quizá el polígono pueda parecer excesivo, pero tenemos que pensar en una iniciativa que no quede pequeña antes del 2010”. El hecho de que se acometa en varias fases puede ayudar a su éxito, así como la decisión de trasladar a ese lugar el Centro Tecnológico de Componentes o la instalación ya decidida del Centro Nacional del INEM.

Un desorden difícil de corregir

Con la red de nuevos polígonos, quedarán holgadamente cubiertas las necesidades de la región, pero no se podrá evitar un problema notorio: la extraordinaria fragmentación del suelo industrial ya consolidado que produce un deterioro paisajístico muy superior al que podría deducirse de su importancia real. Aunque los polígonos industriales formales sólo consumen las cinco milésimas partes del territorio regional, la sensación es muy distinta. Bien por el hecho de que la mayoría de ellos se alineen en la franja costera, bien por la perturbación añadida de los pseudopolígonos que han nacido espontáneamente y que a veces no son más que una solitaria nave, la percepción de cualquiera es la de un territorio moteado por zonas industriales que aparecen desordenadas por todas partes.
Un problema de difícil corrección que el retraso de una Ley de Ordenación del Territorio, que debía haber delimitado y agrupado las zonas industriales, ha acabado por hacer prácticamente irresoluble. Esta dispersión, además de provocar una sensación de caos urbanístico, ha multiplicado los gastos de equipamiento para dar servicios a las decenas de emplazamientos industriales que ha acumulado la región.

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