Se acabó el ‘light’

Mukunda siempre había estado interesado en lo que pasaba en Occidente, lo cual era un poco raro, para qué vamos a engañarnos, pero el caso es que era así; nadie lo podía entender en la tribu Mabutu. Los más viejos estaban francamente preocupados, más que nada porque Mukunda era el nuevo jefe de la tribu; “Que si el Tribunal de Luxemburgo dice esto, que si dice lo otro, que si las condiciones económicas del libre mercado, que la circulación de las mercancías…”
Esto sucedía en un país africano lleno de contrastes, porque donde acababa la selva empezaba el desierto sin más mediaciones ni intermedios ni fases de transición ni nada de nada; de la manera más salvaje, si se permite la expresión.
Así que la diferencia con esta Europa donde llevamos con el método incremental unos cincuenta años para formar el no se sabe qué todavía, era más grande que la distancia entre Europa y América ida y vuelta. De tal manera sólo podía esperarse que los aborígenes actuaran en consecuencia, o sea que pasaran del blanco al negro.
Aunque la verdad es que la selva últimamente, como decía Bandundu, el de la tribu que más iba a cazar por ahí, ya no era como antes, porque con tanta civilización los animales se habían hecho un lío y ya no eran tan feroces. “¿Qué es una selva sin peligros?”, lamentaba más que preguntaba. Y todo esto porque al jefe de la tribu, preocupado por las cuestiones de estado, había decidido adoptar la influencia occidental.
“Mira lo que pone aquí en esta hoja del Wild Africa News”, le dijo Mukunda a Kisangani, un gorila macho enorme que se había acercado a ver qué pasaba con tanto personal por allí reunido de manera tan poco habitual. Y leyó: “El Tribunal de Justicia de la Unión Europea dice que la prohibición de fabricar cigarrillos que no respeten los contenidos máximos establecidos en la Directiva sobre alquitrán, nicotina y monóxido de carbono resulta especialmente apta para suprimir de raíz las desviaciones del tráfico comercial de cigarrillos fabricados en la Comunidad para su exportación a países terceros”, dijo sin respirar.
–“Sigue, sigue” le instó el gorila, que había aguantado con una atención considerable la parrafada.
–“Voy” dijo el otro tras tomarse un poco de agua de coco directamente de un coco. “A juicio del TJ la prohibición de utilizar en las unidades de envasado del tabaco elementos descriptivos que indiquen que un producto es menos nocivo que otro, como por ejemplo light o suave pueden inducir a error al consumidor, al entender que es apta para alcanzar un nivel elevado de protección de la salud.”
Lo que el gorila le contestó es preferible no reproducirlo, porque nadie se iba a enterar, pero más o menos podríamos traducirlo libremente como: “Que se acabe el light no querrá decir que empieza el strong”, dicho con cierto talante dubitativo.
Su interlocutor no pudo por menos que rascarse la cabeza, porque el asunto era tan proceloso como determinar si las cebras son blancas y negras o negras y blancas.
–“Tú, Bandundu que estás enterado de esas cosas, ¿cuáles son las últimas tendencias en el gobierno de los blancos?”, le preguntó el jefe de la tribu para centrar la cuestión a la vista de que se estaban yendo por las ramas.
Con una enorme perspectiva histórica sentenció: “La presencia de los blancos no es más que un intervalo, una anécdota en la historia, no perdamos la paciencia ni los papeles”.
Pero el jefe no podía abandonar el asunto tan fácilmente.
–“Desde que tenemos dos categorías –lamentó–, la selva light y la selva strong esto es un caos sin sentido y nos estemos quedando sin animales feroces. Estos métodos de los blancos son un embrollo y luego ellos son los primeros que los abandonan”.
–“Es que la Unión Europea es un gran experimento, jefe” dijo Bujumbura, el brujo de la tribu, “y cada cinco años más o menos lo cambian todo, a ver qué pasa. Eso sí, no tiran nada, todo lo guardan”.
–“Pues va a llegar un momento en el que no se van a a aclarar”, sentenció reflexivo el jefe.
–“¿Qué más dice la sentencia?”
Y se puso a silabear con esfuerzo el inextricable lenguaje burocrático occidental: “El legislador comunitario no desea extender la prohibición de comercializar en la Comunidad productos del tabaco cuyo embalaje contenga ciertos elementos descriptivos prohibidos a los productos del tabaco empaquetados para su exportación a países terceros. Por consiguiente, la prohibición de utilizar en el envasado del tabaco los términos light o suave se aplicará únicamente a los productos comercializados en la Comunidad”.
–“Bien, no vamos a iniciar ahora un debate con este jaleo…” A todo esto, hay que decir que aquel era un día laboral selvático y no había quien se entendiera. “Además, –continuó el jefe– no ha venido el experto en lenguajes extranjeros y esto no hay quien lo entienda”. “No es que yo no lo entienda”, precisó dejando a salvo su amor propio. Así que hizo venir de nuevo al brujo, que podía servir para un caso de necesidad.
–“¿Qué quiere decir utilizar ciertos elementos descriptivos?”.
–“Eso quiere decir que no se puede poner en las cajas lo que hay dentro”, le respondió.
–“¿O sea, que es un sorpresa?”, le preguntó de nuevo. Y como tenía la porra de mando en la mano el otro no se atrevió a contradecirle.
–“Así que eso es como si se hicieran regalos los unos a los otros constantemente”.
–“Sí, eso es más o menos lo que hacen los blancos, regalos. Nunca se sabe lo que viene dentro”, dijo el otro entre la verdad y la resignación.
–“Bueno, pero habrá que leerlo todo” advirtió con un gran sentido común uno de los vocales del Gran Consejo de las Lluvias y las Tormentas, que se había reunido sin convocatoria previa ni orden del día, “porque si lo empezamos a leer por la mitad vamos tergiversar su contenido”, añadió en un alarde lingüístico.
–“¿Tergiqué…?”, preguntó el jefe, a quien no le gustaba que nadie dijera cosas que él no entendiera.
–“¿Y de que otra forma vamos a enterarnos de lo que hacen estos tíos que vienen en Occidente, jefe?” preguntó Lumunbasi.
–“Yo creo –le respondió– que tal y como están las cosas de avanzadas por Europa en lo que se refiere a la alimentación, si nos los comemos corremos el peligro de coger algo”. “Acuérdate de lo malo que te pusiste con el último explorador”, le recordó a su interlocutor, que parecerá mentira, pero carecía por completo de memoria, lo cual aunque es bueno para unas cosas, para otras es todo lo contrario.
–“¿Y fuera del territorio de la UE dices que se puede poner la etiqueta light? Qué hecho más extraordinario” reflexionó el jefe, que si se le daba el tiempo suficiente comprendía las cosas. “No será que son enemigos suyos y les quieren trasladar los problemas lingüísticos y luego invadirlos”. Y es que él siempre pensaba en términos de Estado, le dominaban las grandes ideas y a las pequeñas no les prestaba importancia. “Confundir al enemigo, una idea muy interesante la de estos occidentales”. Tendría que reflexionar sobre ello, porque después del guirigay de la última asamblea de tribus, cualquiera sabía lo que podía pasar allí en la selva.
Como ya era hora de comer decidió dar por terminada la reunión sin más formalidades; en lo que todos, por otra parte, estuvieron de acuerdo.

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