El viento impulsa a Transportes Lasarte

Los parques eólicos se han convertido en un elemento más en el paisaje de muchas regiones españolas. Vistos desde la distancia, sólo se llega a intuir su fenomenal envergadura, pero quien ha tenido ocasión de aproximarse a un aerogenerador no deja de sorprenderse de las gigantescas dimensiones de estos modernos molinos de viento.
Llevar las mastodónticas piezas de los aerogeneradores hasta los parajes recónditos donde suelen situarse los parques eólicos, por pistas de tierra y caminos muchas veces improvisados, es un reto que sólo está al alcance de un puñado de empresas. Una de ellas es la veterana Lasarte, a la que el esplendor de la energía eólica ha abierto un nuevo campo de actividad que sumar a los trabajos que venía haciendo para las empresas metalúrgicas regionales y otros sectores de la industria e ingeniería nacional que construyen grandes componentes destinados a la industria química y alimentaria.
Levantar en una cresta montañosa, alejada de caminos transitables una torre de 80 metros de altura con aspas que rozan los cincuenta metros y un rotor de 75 toneladas, requiere un estudio previo exhaustivo de los obstáculos que habrá que vencer. El transportista se convierte en un elemento clave de esta tarea y los fabricantes de grandes piezas metalúrgicas valoran en gran medida el estudio de viabilidad antes de acometer su diseño y, en el caso de los aerogeneradores, delegan en Lasarte la planificación de los accesos y la indicación de las obras que habrá que acometer para el acopio de las piezas. Los reconocimiento visuales del terreno se completan con la simulación 3D por ordenador del paso del camión por los puntos críticos del recorrido para analizar si el radio de giro de las curvas será suficiente. Afortunadamente, los vehículos utilizados para el transporte de estas grandes piezas cuentan con ruedas traseras direccionales que les confieren una maniobrabilidad sorprendente para su tamaño.
Diseñar el mejor trazado es tanto más necesario en cuanto que esa maniobra de paso, por delicada que sea, se va a repetir innumerables veces a lo largo de tres o cuatro meses. Trasladar los componentes de cada una de las torres que forman un parque eólico exige entre ocho y diez viajes, por lo que pocas empresas pueden postularse para estos trabajos. Sólo aquellas que cuentan con una flota de camiones y góndolas suficiente para no eternizar la construcción de un parque eólico. Incluso las que lo tienen, como Lasarte, acuden en muchas ocasiones a alianzas con otras empresas o a subcontrataciones para abordar trabajos de esta magnitud. Fue de esta forma como la empresa cántabra se aproximó a este mercado, en el que se ha consolidado hasta el punto de que ahora ya acomete en solitario la logística de parques eólicos completos.

General Electric

Desde la implantación de los primeros parques de generación eléctrica en nuestro país, hace menos de una década, Lasarte ha trabajado prácticamente con todos los fabricantes de aerogeneradores. Pero su vinculación con el sector se ha hecho mucho más estrecha tras el acuerdo de colaboración que ha firmado con una de estas grandes multinacionales, General Electric, para la que el pasado año trasladó las 66 torres de dos parques eólicos ubicados en Burgos. Fueron necesarios nada menos que 600 viajes, realizados a lo largo de ocho meses, para acarrear los componentes desde cada una de las fábricas que, además, están muy separadas entre sí. Los motores del aerogenerador los hace General Electric en su planta de Noblejas (Toledo) y las aspas y torres en Ponferrada (León) y en Portugal. Y puede ocurrir que alguna de estas piezas haya sido construida en una planta europea y sea preciso trasladarla desde el puerto de desembarco hasta el parque eólico donde será montada.
Lasarte colabora también con otros fabricantes que han equipado parques eólicos de Aragón, Castilla-La Mancha, Valencia y Andalucía, pero ha sido su vinculación con General Electric la que le ha abierto las puertas a otros mercados con un gran potencial como el portugués y, actualmente, el francés. La firma de Polanco está en pleno proceso de traslado de componentes a un pequeño parque de molinos eléctricos que se levanta en las cercanías de Poitiers. Un transporte que se realiza íntegramente por carretera desde las fábricas españolas, lo que implica, en algunos casos, recorrer distancias cercanas a los mil quinientos kilómetros, la mitad en territorio francés.
Mover un transporte pesado por Francia es una tarea aún más compleja que hacerlo por España, debido a las limitaciones que imponen las autoridades del país a este tipo de tráfico y a las innumerables autorizaciones que es necesario tramitar. Y eso que en España, atravesar diferentes autonomías o utilizar carreteras que pertenecen a distintos organismos públicos multiplica el número de gestiones y permisos que es preciso recabar antes de poner en movimiento un trasporte especial. Tanto que la estructura de Lasarte no se parece a una compañía de transporte convencional, ya que ha de contar con un potente departamento de tráfico y otro de ingeniería encargados de encontrar una solución administrativa y operativa para el traslado de cada pieza, por grande o pesada que sea.

Medio siglo de vida

La orientación de Lasarte hacia estos tráficos singulares de alto valor añadido comenzó en los años setenta. Hasta entonces, la empresa fundada en Reocín en 1953 por Arturo Lasarte González, había llevado cargas de todo tipo, desde muebles y materiales de construcción, hasta la banda de música de alguna fiesta local. Al comenzar a trabajar para las industrias metalúrgicas de la zona, como Talleres Landaluce, se vio en la necesidad de trasladar los depósitos que fabricaba hasta el puerto de Santander y otros lugares de la geografía nacional a través de las carreteras de la época, angostas, sinuosas y repletas de cables que había que desmontar y volver a montar a cada paso o, en el mejor de los casos, elevar con unas enormes perchas.
La incorporación a la dirección de Andrés R. Tárano, yerno del fundador, y de sus hijos Paz y Arturo dio un nuevo impulso a esta empresa familiar a comienzos de los ochenta.
La progresiva especialización en el transporte de grandes piezas llevó a la empresa a adquirir equipos cada vez más sofisticados, siendo una de las primeras del país en contar con plataformas capaces de mover los depósitos de cerveza que fabrica Landaluce, que llegan a alcanzar los siete metros de diámetro y 25 de longitud. Recientemente ha trasladado hasta el cercano Puerto de Requejada, 24 de estos enormes tanques de acero inoxidable para ser embarcados con destino a una fábrica de cerveza catalana. De la complejidad de estos transportes da idea el hecho de que, una vez desembarcados, es preciso emplear cuatro horas en recorrer los doce kilómetros que separan el puerto barcelonés del lugar donde se ubica la fábrica.
Actualmente, Lasarte dispone de una flota de unos cien vehículos entre cabezas tractoras y semirremolques (góndolas, plataformas, equipos modulares que permiten una gran combinación de camas…) y coches de acompañamiento o vehículos piloto. También mantiene colaboraciones con empresas nacionales y europeas del sector del transporte de mercancías por carretera y marítimo, con el fin de ofrecer a sus clientes un servicio integral.
Los camiones que se suelen utilizar para el transporte especial son de tres y cuatro ejes, capaces de arrastrar piezas de hasta 250 toneladas. Son equipos caros –un semirremolque modular puede costar unos 500.000 euros– y los fabricantes no suelen entregarlos antes de un año, por lo que una estructura como la puesta en pie por Lasarte es difícil de improvisar para empresas que se sientan tentadas por el buen momento que atraviesa el sector de trasportes especiales.

El impulso de la industria verde

La industria de componentes para desaladoras es otro de los nichos de mercado en los que se ha introducido la compañía, ayudada por el hecho de que en Cantabria hay varias firmas que construyen filtros y depósitos para estas plantas. Pero es la energía eólica la que mejores perspectivas de negocio ofrece para Lasarte, que esperaba superar los seis millones de euros de facturación en 2007.
En la evolución futura jugará un papel decisivo la demanda que pueda provenir de los parques eólicos que se instalen en Francia, ya que la experiencia de Poitiers es entendida como un ensayo general en un territorio todavía por explorar. Sobre todo si entra en funcionamiento alguna de las llamadas ‘autovías del mar’ (líneas marítimas para el transporte de camiones), lo que permitiría acortar distancias entre las fábricas españolas de componentes y los países europeos donde aún no ha despegado la energía eólica: “En Francia todavía hay muy pocos parques –recuerda Andrés Tárano–, mientras que España puede estar saturada en 6 o7 años”.
Sean aerogeneradores, grandes depósitos o desalinizadoras, lo cierto es que las piezas gigantescas viajan cada vez en mayor número y a lugares más alejados gracias a la logística, que es la que ha globalizado el mundo.

Suscríbete a Cantabria Económica
Ver más

Artículos relacionados

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.

Botón volver arriba
Escucha ahora   

Bloqueador de anuncios detectado

Por favor, considere ayudarnos desactivando su bloqueador de anuncios