El cierre de oficinas rivales dará más cuota al Santander

Botín no está muy predispuesto a comprar entidades en España, donde ha perdido el liderazgo, aunque nunca las encontrará a mejor precio ni con un tamaño semejante. Le basta con saber que, como producto de las fusiones y absorciones de sus rivales, el Santander va a ganar peso por una circunstancia en la que poco tiene que ver: el cierre de muchas oficinas de la competencia. La concentración del sector es posible que llegue a producir la amortización de una de cada tres sucursales que ahora llenan las calles principales de todas las ciudades. España es el cuarto país del mundo en densidad de oficinas por habitante, una situación que sólo se justifica por la enorme fragmentación del mercado financiero que ha habido hasta ahora y que desaparecerá tras la absorción de muchas de las cajas de ahorros.
El Santander, no obstante, está en boca de todo el mundo como un posible candidato a la compra de Catalunya Caixa que le devolvería al primer lugar del ranking nacional en volumen de negocio. Durante la última junta general, Botín mostró una actitud distante, asegurando “que no nos interesa crecer” pero el presidente del Santander nunca desprecia una oportunidad.
El Santander llegó a tener una cuota de mercado en España del 20% cuando se fusionó con el Central Hispano, pero ahora apenas llega al 13%. En realidad, los siete grandes de nuestro sistema financiero sólo tienen el 40% del mercado nacional, un porcentaje sorprendentemente pequeño si se tiene en cuenta la dimensión internacional que han adquirido algunas de estas entidades (sobre todo, Santander y BBVA) y el hecho de que, como promedio, en Europa los siete primeros del ranking controlan el 70% de sus respectivos mercados.
Para volver al 20% que tuvo tras la fusión con el BCH, el Santander ahora tendría que adquirir un banco del tamaño del Popular, pero probablemente no lo necesite. Le basta con recoger los frutos del retroceso de sus rivales. En algunos casos, por una caída del negocio de éstos y en otro por el cierre masivo de oficinas que se va a producir en los próximos meses. Unas sucursales que en muchos casos se abrieron al calor de la burbuja inmobiliaria pero que hace tiempo que han dejado de tener sentido, porque el negocio que les había empujado ha desaparecido y por la fusión de entidades que ha convertido muchas de ellas en redundantes. Ya antes de estas fusiones su continuidad parecía muy discutible, dado que el 70% de las oficinas existentes en el país sólo aportan el 30% del beneficio del sistema financiero.
Probablemente sea un aumento de cuota sin costes para el Santander pero no para el país. La amortización de 16.000 oficinas bancarias daría lugar a la desaparición de 41.000 trabajadores en este sector, con un efecto social y económico muy importante en estos momentos.
El reajuste no bastará por sí solo para que el Santander se sienta satisfecho, ya que le plantea algunos problemas territoriales. Tras quedarse con Unimm, el BBVA tiene 1.025 oficinas en Cataluña, frente a las 460 del Santander, que no puede permitirse esta desproporción en uno de los mercados más activos. Por este motivo, Catalunya Caixa, con 871 sucursales, puede ser el objetivo más interesantes para Botín. Controlada en un 90% por el Estado, a través del FROB, la entidad se subastará a finales de este mes o el próximo. La que fuera tercera caja del sistema español, tras La Caixa y Caja Madrid, será la novena entidad catalana que desaparece con la crisis. De las diez cajas existentes en esa comunidad sólo ha sobrevivido La Caixa. Y es que por mucho que algunos insistan en la lentitud de la reforma financiera, han cambiado muchas cosas en los últimos dos años.

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