De las sartenes a la obra pública

En octubre de 2001 un pavoroso accidente en el túnel de San Gotardo conmocionó a toda Europa. La colisión entre dos camiones y el incendio que se produjo a continuación convirtió los 17 kilómetros que bajo los Alpes comunican Italia y Suiza en una infernal trampa para los automovilistas que se encontraban en su interior, cobrándose más de cien víctimas. Este accidente puso de manifiesto las carencias de seguridad de los túneles y supuso el respaldo definitivo para un nuevo tipo de revestimiento en las paredes, el acero esmaltado, bien conocido en los útiles de cocina.
Las características ignífugas de este producto y su resistencia a la corrosión también le han proporcionado una nueva utilidad como elemento de decoración interior y ha impulsado un mercado para el que aún existen pocos proveedores en Europa. Esta circunstancia ha animado a los 145 socios de Vitrinor, una sociedad anónima laboral cántabra que fabrica menaje de cocina a aventurarse en el negocio, ya que para ellos la técnica del esmaltado no tiene secretos. Así ha nacido una nueva empresa, Vitrispan, para la que han habilitado 5.000 metros cuadrados en dos de las amplísimas naves con que cuenta Vitrinor en Guriezo. En enero comenzará ya la fabricación de los paneles de acero esmaltado destinados a la obra pública y la edificación.
La iniciativa no responde sólo al deseo de irrumpir en un sector que ofrece amplias posibilidades de negocio, sino que abre una vía de diversificación a una actividad industrial muy madura, la fabricación de menaje de cocina, que soporta una creciente y feroz competencia por parte de los países asiáticos.

Una alternativa para un producto maduro

La deriva internacional del mercado del menaje en estos últimos años ha convencido a Vitrinor de ampliar su actividad industrial hacia productos con más recorrido comercial que las ollas y sartenes que fabrica en Guriezo desde 1955 y que llenaron primero las cocinas de España y más tarde de varios países de Europa y Sudamérica. Además de la dura competencia de otros fabricantes nacionales de menaje, como la vitoriana San Ignacio o la zaragozana Vitrex, la firma cántabra, creada sobre los restos de la antigua Gursa (Magefesa), ha tenido que hacer frente a la irrupción de las fábricas de esmalte de Europa del Este y sus bajos precios. No obstante, eso no ha frenado su expansión en el extranjero, aunque la depreciación del dólar ha supuesto un obstáculo para la penetración en América.
Pero lo que realmente amenaza con marcar un punto de inflexión en este disputado mercado es la irrupción de China que, como en tantos otros sectores, ha venido a dinamitar el marco de competencia entre los fabricantes de menaje. Los útiles de cocina producidos por el gigante asiático se abren camino en Europa cada día con más fuerza, ya sea a través de empresas comercializadoras, o de las propias firmas europeas que han optado por trasladar sus fabricaciones a China.
Enfrentados a esta incómoda realidad, los responsables de Vitrinor comenzaron a barajar distintas posibilidades para reforzar su posición. La más sencilla pasaba por incrementar su gama de productos, creando una línea de menaje en aluminio que complementase la de acero vitrificado. Vitrinor contaba con los canales comerciales y el conocimiento tecnológico suficiente para elaborar y dar salida a esa nueva línea, pero persistía la duda de si convenía continuar apostando por el menaje de cocina. Era cuestión de tiempo que los fabricantes chinos o de otra potencia emergente como India, se plantasen en el terreno del aluminio fundido la misma competencia que ahora suponen en el menaje de acero.
Un estudio alentado por un programa de diversificación de Sodercan llegó a esta misma conclusión y apuntó la necesidad de explorar otras vías. Una vía para aprovechar las sinergias de Vitrinor era la del acero esmaltado y hacia ahí se orientó la búsqueda de una nueva área de negocio. El paso decisivo fue el acuerdo al que Vitrinor llegó con un profundo conocedor de este mercado, Antonio Benedí, que les puso sobre la pista de las posibilidades que encerraba la fabricación de paneles para obra pública y se incorporó como socio minoritario al proyecto. Benedí ha sido el introductor en España de estos productos hace una década y sus contactos comerciales ofrecen un prometedor punto de partida para esta nueva aventura.
En 2005 se formalizaba la creación de Vitrispan, con un capital social de 1,2 millones de euros, y participada mayoritariamente por una sociedad patrimonial (Eurarco) constituida por los mismos trabajadores propietarios de Vitrinor desde el arranque de su aventura empresarial hace ya once años.

Una nueva planta industrial

La buena marcha de Vitrinor y su capacidad para autofinanciar sus propias inversiones –más de seis millones de euros desde su creación–, ha permitido la puesta en marcha de este nuevo proyecto industrial, que se abordará en varias fases. En la primera etapa se han invertido 2,8 millones de euros en equipar las naves que la nueva sociedad alquila a Vitrinor con un moderno túnel de decapado donde se procederá al desengrasado de los paneles de acero, que pueden llegar a alcanzar un tamaño de tres metros de altura por uno y medio de ancho. Tras su limpieza, los paneles circulan por el transfer aéreo, pasan a la línea de esmalte y, por último, al horno de cocción para el vitrificado a una temperatura de 850 grados. En el proceso de esmaltado se utiliza la misma técnica que con los útiles de cocina, con la evidente diferencia del tamaño.
La elaboración del esmalte se realiza en las propias instalaciones de Guriezo. En un molino de bolas se mezclan y trituran las arcillas, cuarzos, colorantes, agua y un material vítreo que se conoce como frita, que en el caso de los paneles tendrá mayor dureza para reforzar su resistencia a la corrosión.
En fases posteriores, y si el mercado responde como se espera, se montarán otras dos cabinas de esmaltado. El proyecto se completará con la instalación de un taller mecánico para la conformación de las chapas de acero, una tarea que ahora está previsto subcontratar con un taller de calderería.
La nueva planta ya estará robotizada y todo el proceso se podrá manejar con tan sólo 14 personas. Este ahorro de costes en la mano de obra no sólo es una de las medidas de precaución que se han tomado al perfilar el proyecto, ya que tampoco puede descartarse aquí la competencia futura de los países asiáticos.

Un mercado con futuro

Para atender el amplio mercado que empiezan a tener los paneles vitrificados, sobre todo en las obras públicas, sólo existen tres fabricantes en Europa: uno en Alemania, otro en Italia y una empresa española de Zaragoza. Esta firma no tiene, sin embargo, la capacidad para fabricar paneles del tamaño de los que se podrán hacer en Vitrispan.
La empresa de Guriezo confía en dichos paneles para atender una demanda que ya es tangible. En Madrid todos los túneles de la M-30 van a ser revestidos con este material, lo que supone un millón de metros cuadrados de paneles de acero esmaltado, y desde hace cinco años la red de Metro viene utilizándolos en la renovación de sus estaciones. También se van a aplicar en las catorce galerías de evacuación que se han construido en el Túnel de Viella (Lérida) tras su reforma. En Cantabria, Ferrovial estudia su utilización para el revestimiento de los túneles que se están construyendo en el último tramo de la Autovía de la Meseta.
En otros países, el mercado es aún más amplio. Suiza, tras el accidente de San Gotardo, ha exigido el revestimiento con acero esmaltado de todos los túneles que se encuentran en su territorio. La propia Unión Europea encargó un estudio a una consultora sobre seguridad vial, que concluyó con la recomendación de utilizar este material para evitar la propagación de los fuegos.
La versatilidad de este producto, cuyo acabado vítreo le proporciona elevadas cualidades higiénicas, lo hace también aplicable en quirófanos, donde empieza a competir con el acero inoxidable, así como en la fabricación de bañeras y platos de ducha. En las plantas térmicas y petroquímicas el acero esmaltado es imprescindible para la fabricación de los filtros que frenan la salida de gases contaminantes al exterior.
Entre los arquitectos españoles también se comienza a valorar su utilización en el revestimiento de fachadas y en la decoración de interiores, algo de lo que existen ya numerosos ejemplos en aeropuertos y centros comerciales de otros países. Uno de los grandes atractivos de este material es la posibilidad de darle el color que desee el cliente. En su experiencia como fabricante de menaje, Vitrinor ha alcanzado una gama de 49 colores que puede aplicar sin ninguna dificultad al esmaltado de estos paneles de acero. Algo parecido ocurre con los anclajes.
Una de las principales ventajas, en comparación con otros materiales de la gama alta de revestimientos, es la competitividad del precio final del producto –unos 60 euros por metro cuadrado–, a lo que hay que añadir que no necesita mantenimiento, lo que supone un aval muy importante para la obra pública. Tanto que los socios de Vitrinor están convencidos de que parten con muchos mejores auspicios que cuando supieron resurgir de las cenizas de Gursa.

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