¿Cuánto dinero hace falta para llegar a fin de mes?
En realidad, la renta disponible (los ingresos una vez descontado los impuestos) de los hogares cántabros está muy cerca de ese límite aspirado, ya que es de alrededor de 2.000 euros de promedio al mes por familia, con un sensible incremento en los dos últimos años, que sólo en parte es producto de una mejora de los salarios o de las rentas empresariales. En realidad, es consecuencia de la incorporación de más personas al mercado de trabajo, nada menos que 60.000 en este corto espacio de tiempo, en su mayoría mujeres. Tantas que, por primera vez en la historia, la ocupación conocida como ‘sus labores’ ha dejado de ser la primera actividad del colectivo femenino en edad de trabajar.
El principal gasto familiar hace tiempo que dejó de ser la alimentación; ahora es la hipoteca por la compra de una vivienda. En el 2005 pagaba una hipoteca el 25% de los hogares cántabros; dos años después el porcentaje superaba ya el 30% y para uno de cada cuatro eso significaba abonar más de 600 euros al mes. Otro 20% de las familias tiene que devolver, además, otros préstamos de consumo, cinco puntos más que en la encuesta realizada dos años antes, aunque las cuotas mensuales por este concepto (compra de coches, electrodomésticos, viajes, etc) son mucho menores y se encuentran en torno a los 180 euros.
La necesidad de más ingresos se dispara
El rápido crecimiento que se ha producido en el endeudamiento familiar es, probablemente, el factor que más ha empujado al alza las necesidades de ingresos que dicen tener las familias para cubrir sus gastos, tanto que han crecido nada menos que un 23% en apenas dos años. Es cierto que los ingresos de las familias también han aumentado muy deprisa en este tiempo, pero como los clubes de fútbol que bajan de división, si la crisis arrecia, habrá muchos problemas para reajustar un nivel de gasto muy condicionado por las cuotas de amortización de los créditos que no sólo no hay posibilidad de bajar, sino que suben año a año por el incremento de los tipos de interés. La posibilidad de alargar el plazo de las hipotecas para pagar menos cada mes suele estar agotada, dado que en los últimos años los bancos y las cajas han sido los primeros en ofrecer plazos muy dilatados que ahora será difícil prolongar.
Teniendo en cuenta que en los últimos dos años de bonanza económica ya se había incrementado en diez puntos el porcentaje de hogares de la región que llegaba con dificultad a fin de mes (ha pasado del 40% a algo más del 50%), corremos el riesgo de que con la crisis estas cifras se disparen.
Frente a la resistencia a la baja de los gastos, los ingresos son mucho más proclives al descenso. El año pasado, uno de cada diez hogares cántabros vivía de rentas y un 35% de las pensiones. Unos y otros no cambiarán de condición como consecuencia de la crisis, si bien el deterioro de las cotizaciones bursátiles y de los inmuebles puede que obligue a replantearse la vida a alguno de los del primer grupo.
Los que viven de su trabajo o de una actividad empresarial probablemente verán más incierto su futuro y no por el deterioro de los salarios, sino por el descenso en el número de empleos y en los beneficios empresariales, que puede afectar seriamente a la capacidad de unos y otros para hacer frente a los compromisos de pago adquiridos.
Sin que aún se hubiese manifestado con claridad el cambio de ciclo, los resultados de la encuesta social del 2007 ya detectaban un incremento de la inquietud de los ciudadanos de la región frente al problema de la vivienda, la economía o el mercado laboral con respecto a la anterior encuesta, de 2005. Si el ICANE volviese a hacer ahora la encuesta, apenas unos meses más tarde, esos temores probablemente se multiplicarían.
Satisfechos con el trabajo
Uno de los resultados más significativos de la encuesta del Instituto Cántabro de Estadística es que los cántabros están bastante satisfechos con el trabajo que hacen y se muestran poco decididos a tomar la iniciativa para fundar su propio negocio.
Estas respuestas parecen indicar un cierto conformismo, cuando se descubre un poco más adelante que se mantiene muy arraigada la convicción de que para encontrar un buen trabajo hay que buscar fuera, algo que no encaja del todo con esa satisfacción con el empleo propio. Esa puede ser la razón de que, a pesar de la convicción de que para hacer carrera profesional hay que irse a una ciudad grande, el número de cántabros que lo hace sigue siendo muy pequeño y apenas ha cambiado con el transcurso del tiempo.