Chempro desafía a las multinacionales de la cosmética
Perlas de crema suspendidas en un mar solidificado, polvo de oro cayendo lentamente a través de una emulsión translúcida… son algunas de las sorprendentes imágenes que nos va a empezar a deparar la cosmética cuando los productos ideados por una empresa cántabra, Chempro, salgan a la venta dentro de unos meses. Una línea de fascinante impacto visual en la que se alían la delicadeza del orfebre en el diseño de su presentación con las cualidades terapéuticas que le proporcionan los extractos naturales que constituyen la base de su formulación.
Lo sorprendente de esta apuesta por un nuevo concepto de la cosmética es que detrás de este proyecto se encuentra un grupo que ha basado toda su trayectoria empresarial en una química muy distinta. Chempro, una firma especializada en aditivos para la construcción y en productos para el mantenimiento industrial, ha creado una nueva división de negocio con productos cosméticos de gama media y alta que, en un principio, irán destinados a profesionales de la peluquería y a cubrir la demanda de productos específicos que tienen los balnearios urbanos (spas) para algunos tratamientos, como los masajes terapéuticos.
Dos grandes líneas van a orientar la fabricación en esta primera etapa: la cosmética regenerativa y la preventiva, basadas ambas en la antiquísima tradición que tiene la cultura oriental en el uso de productos naturales, como los extractos de plantas. El objetivo de la fábrica asentada en Heras es añadir efectos terapéuticos a la cosmética convencional.
De Occidente a Oriente
Adentrarse con un proyecto empresarial propio en un territorio tan colonizado por las multinacionales como el de la cosmética requiere notables dosis de audacia y de confianza en lo acertado del planteamiento. Si de algo no se puede dudar, en el caso del fundador del Grupo Chempro, es en el empuje con que afronta los retos. La industria química que Carlos López ha creado en los últimos trece años se ha convertido en uno de los referentes europeos del sector y ahora cree que ha llegado la hora de traducir en hechos una vieja ilusión, la de alcanzar en el campo de la cosmética los mismos éxitos que le ha deparado la química industrial.
Una ilusión que se vincula a los primeros pasos de su carrera profesional, como comercial en multinacionales de productos cosméticos e higiene corporal. Al servicio de esa idea ha creado una industria cosmética en la que ha invertido más de cuatro millones de euros en maquinaria, además de rodearse de un grupo de expertos, a cuyo frente está Vicente Redondo, un químico con más de treinta años de experiencia en compañías multinacionales del sector. Pero lo auténticamente distintivo de su proyecto es el papel que jugará en él un asesor técnico chino, que aportará a la gama de productos una línea prácticamente inédita para la cosmética occidental.
Cuando Carlos López se decidió a poner en marcha su proyecto de crear esta nueva empresa, su primer impulso fue viajar a Francia, el país que aparentemente seguía siendo el centro internacional de la cosmética. Sin embargo, la globalización también ha llegado a este glamoroso sector y la primera sorpresa fue descubrir que también en el campo de los cosméticos el peso de la fabricación mundial se ha desplazado hacia Oriente. Las firmas francesas continúan ostentando las marcas, efectuando el marketing y controlando los canales de distribución, pero la fabricación material de las formulaciones ideadas en laboratorios europeos se ha traslado al entorno de los países asiáticos y, junto a ella, los conocimientos para la elaboración de estos productos. A esta transferencia de tecnología hay que añadir la aportación que podía hacer la milenaria tradición oriental a través de una gama de cosmética basada en el poder curativo y regenerativo de plantas y extractos naturales y donde la química apenas tiene presencia.
Tras ese descubrimiento, Carlos López realizó media docena de viajes a países orientales, buscando el asesoramiento técnico más adecuado para poner en marcha la nueva línea de cosmética, con la que aspira a convertirse en una de las diez primeras marcas del mercado, y hacerlo en solo dos años.
Su estrategia pasa, como hizo con Chempro, por buscar los nichos de mercado en los que puede marcar la diferencia. En este caso serán los productos capilares o las emulsiones para masajes destinados a los cada vez más numerosos ‘spas’. Las bazas con las que jugarán los productos de Chempro son un alto componente terapéutico, basado en los extractos naturales y en el aprovechamiento de los conocimientos orientales sobre las propiedades de metales como la plata o el oro, y una presentación muy atractiva.
Buscando nuevas combinaciones
Además de las formulaciones cuyos efectos ya están probados y cuya receta aportará un asesor chino, en la planta de Heras se investigan nuevas combinaciones de extractos naturales con efectos regenerantes, hidratantes o nutritivos y que resulten estables. A pesar de lo que pueda parecer, en el campo de la cosmética queda todavía un amplio margen para explorar la relación entre diferentes sustancias y una de las líneas de trabajo de Chempro es la combinación de extractos vegetales procedentes de aguacate, kiwi, papaya o mango con miel y cera de abejas como emoliente. Pero aunque la química parezca batirse en retirada ante el avance de los productos naturales, también se investiga con elementos inorgánicos como ciertos derivados del azufre de elevadas propiedades regenerativas.
Para preservar las cualidades de los productos naturales en que se va a basar la cosmética de la firma cántabra, los procesos de fabricación se harán a bajas temperaturas, de manera que no se alteren sus principios activos.
Tras superar la fase de formulación, el nuevo laboratorio cuenta con una planta piloto para llevar a cabo lo que se conoce como la ‘prueba de kilo’, es decir, la fabricación a pequeña escala de lo que luego se hará en los reactores industriales. El equipamiento de la nueva fábrica está compuesto de cuatro reactores de 10, 50, 500 y 1.000 kilos, una infraestructura más que suficiente para cubrir cualquier pedido que pueda llegar a la planta, si se tiene en cuenta el pequeño tamaño de los envases en que se distribuyen los productos cosméticos; por ejemplo, una crema reafirmante suele utilizar presentaciones de 75 ml.
El equipo se completa con dos máquinas automáticas de llenado, capaces de completar en ocho horas 13.000 y 34.000 envases, respectivamente.
Otra línea de cosmética animal
Todas las fases de fabricación y de envasado se hacen en atmósfera controlada para asegurar la asepsia de un proceso en el que intervienen componentes orgánicos. El diseño de la planta en varias alturas facilita que la conducción de las materias primas y del producto elaborado hasta la zona de envasado se haga aprovechando la gravedad, lo que evita someterlo a presiones que podrían alterar sus cualidades.
La combinación de productos que dan lugar a un cosmético no sólo debe proporcionar el resultado apetecido sino que ha de ser estable. Para comprobarlo, se somete a cuarentena antes de proceder a su distribución por todo el territorio nacional, lo que Chempro tiene previsto hacer desde la propia planta, sin utilizar almacenistas intermedios.
Carlos López también está negociando acuerdos con grandes cadenas nacionales de distribución para la comercialización de sus nuevos productos, que saldrán a la venta a principios de año.
A medio plazo, la compañía cántabra tiene previsto añadir una gama de cosmética animal, destinada a peluquerías caninas y clínicas veterinarias, un nicho de mercado que cada vez es más importante.
Serán los dos vectores de una aventura empresarial que puede crear, en dos años, una treintena de puestos de trabajo directos y que va a situar a Cantabria en el mapa de la cosmética española.