CEOE revive la contienda de los constructores

Si Gema Díaz Real representa a los mironianos, como dicen sus adversarios, habrá que convenir que Miguel Mirones, que no perdió ninguna votación en la década y media que pasó al frente de la CEOE y de los hosteleros, tampoco las pierde cuando no se presenta, aunque esta vez haya sido por los pelos. Un año después de que el entonces secretario general, Díaz de Villegas, hiciese unas denuncias explosivas contra su persona, las elecciones debieran haber cerrado con una segunda llave el conflicto (la primera fue su dimisión) pero eso es mucho suponer tratándose de la CEOE cántabra. El voto repartido casi por mitades entre los dos candidatos (727 a 711) y el hecho de que más de la mitad de la Junta Directiva se haya posicionado en favor de los rivales de quien ha sido ganadora, Gema Díaz Real, pueden hacer que su labor no resulte fácil, ni siquiera para elegir un secretario general.
Las elecciones se han librado en un clima incómodo para los empresarios, presionados por un bando y otro para conseguir su aval o su delegación de voto, lo que hizo que algunos añorasen la vieja tradición según la cual cada presidente saliente dejaba casi nombrado al sucesor, al negociar previamente para evitar que su designado tuviese que competir con otra candidatura. Una tradición que se rompió a la salida de Lope Carral, cuando Miguel Mirones decidió disputarle el cargo al oficialista Fidel González Cuevas.
En esta ocasión eran tres los candidatos, aunque finalmente quedaron dos, en un proceso que, desde el principio hasta el final, ha reproducido casi milimétricamente (desde las partes enfrentadas a los resultados) lo ocurrido dos meses antes en la Asociación de Constructores y Promotores de Cantabria.
El primero en saltar al ruedo en esta ocasión fue Luis Marina, un consultor que encabezó el movimiento de la Tercera Vía nacido hace un año con la intención de impedir que Mirones pudiera seguir en la presidencia de la CEOE tras las denuncias de Díaz de Villegas.
El hecho de que aquel movimiento sostuviese públicamente que no buscaba el poder, sino que sólo pretendía apartar del cargo al entonces presidente, puede ser la razón de que ni Marina primero, ni José Emilio Alonso, el presidente de Mecánica Industrial Buelna, que se postuló después, quisiesen vestir sus candidaturas con la etiqueta de Tercera Vía. Desprendiéndose de ella también rompían el previsible techo de voto, ya que aunque este movimiento acabó por conseguir la salida de Mirones, su peso en la Junta Directiva, formada por los responsables de todas las asociaciones sectoriales, siempre fue minoritario.

La ‘Mayoría Silenciosa’

Esa aparente minoría fue el argumento de los más próximos a Mirones para articular la candidatura de quienes se autotitulaban como Mayoría Silenciosa. Un proyecto que tardó en encontrar una cabeza visible, puesto que Gema Díaz Real, a pesar de anunciar nada más convocarse las elecciones su posible entrada en liza, se lo estuvo pensando durante todas las Navidades. La joven licenciada en Derecho, de Polanco, que tiene sendas asesorías en Torrelavega y Santander, había conseguido alzarse unos meses antes con la presidencia de las Mujeres Empresarias, en un proceso electoral que también resultó ajustado y difícil.
Los empresarios que la alentaban en la CEOE (entre ellos parte del equipo de Mirones) movieron los hilos con mucho sigilo para conseguir que la presentación fuese tan contundente como para inducir a la retirada de los otros dos candidatos, de los que no se conocía públicamente ningún apoyo. Gema Díaz Real entró en escena en tromba, con el respaldo de las dos asociaciones más fuertes, la de Hostelería y la de Construcción, además de la que ya presidía, Mujeres Empresarias. En esa presentación también estaba prevista la presencia del presidente de la patronal del metal integrada en la CEOE, que finalmente no pudo salir en la foto por el revuelo surgido en el interior de esa sectorial al conocerse su intención.
Esa fue la primera señal de que las cosas no iban a resultar un paseo militar para Díaz Real, como parecía en un principio. Cada voto se iba a disputar con uñas y dientes y una muestra de ello es que en la dirección de la patronal del metal hubo más partidarios de las candidaturas rivales que de la suya.
El retraso en la presentación de Díaz Real, en ese intento de atar todos los cabos posibles, desató otros. De hecho, dejó espacio para que cada uno de sus rivales pudiera conseguir los 18 avales de la Junta Directiva (el 25%) necesarios para presentarse, algo que resulta muy difícil cuando concurren, como en este caso, tres candidaturas y mucho más si se tiene en cuenta que parte de estos avalistas apoyaron a Mirones hasta el último día.
Salvado el escollo de los avales, comenzaba la recolección de votos en las empresas, que tampoco iba a ser sencillo, dado que ninguno de los tres candidatos era mayoritariamente conocido entre los pequeños y medianos asociados. Marina, experto en nuevas tecnologías, donde ha tenido negocios de éxito, aprovechó las redes sociales. Alonso contrató una agencia de imagen y Gema Díaz pareció quedar ligeramente descolgada en esta presencia pública, incluso llegó a dar cierta sensación de soledad cuando empezó un chaparrón de acusaciones gruesas contra ella.
La unión de Marina con Alonso en una sola candidatura, en la que el empresario metalúrgico corraliego sería presidente y Marina vicepresidente ejecutivo, no sorprendió a nadie, aunque debiera. Según los partidarios de Gema Díaz, estaba escrito. Era una estrategia diseñada desde el primer momento para cubrir más campo, a la hora de conseguir los avales y los votos de las asociaciones representadas en la Junta Directiva, el máximo órgano de la patronal. Una estrategia que estas mismas fuentes consideran discutible, ya que sostienen que los dos candidatos fusionados ganaron el respaldo de algunas asociaciones manteniendo posturas diametralmente opuestas, que luego hubiesen sido imposibles de conciliar, por ejemplo, sobre el retorno de algunas patronales que están fuera de la CEOE.
La aparición de Gema Díaz en Fitur el Día de Cantabria y su foto con el presidente de la región Ignacio Diego –casual, según la nueva presidenta de la CEOE, organizada desde el Gobierno como un respaldo tácito, según otras versiones– dio aire de nuevo a la candidata, que con el paso de los días dejó ver que hay una mujer con coraje tras su frágil apariencia.

La guerra de las delegaciones de voto

Mientras tanto, los equipos de unos y otros batían las empresas en busca de delegaciones de voto, que en algunos casos se entregaron sin saber muy bien quiénes eran los contendientes, porque hay muchos empresarios a los que les motiva poco quién sea el presidente de la CEOE.
La posibilidad de delegar el voto hace que las elecciones realmente se diluciden fuera del salón donde está colocada la urna. Hasta la última hora de la jornada de votación estuvieron llegando empresarios que apoyaban públicamente a una y otra lista con delegaciones que recababan de su entorno. Esa circunstancia hace algo más sencillo saber el sentido del voto, de forma que se puede presumir que la gran empresa votó por José Emilio Alonso, la mediana estuvo repartida y en la pequeña barrió la candidata.
Más evidente aún era la fractura de las constructoras de la región, que volvían a repetir milimétricamente el proceso que vivieron dos meses antes en su Asociación, (Ascan, en apoyo de la candidatura de Alonso, y Cobo, presidente de los constructores y promotores, en favor de Díaz Real). La diferencia es que en esta ocasión ampliaban el perímetro, al atraer cada una para su bando a muchas de las empresas con las que trabajan habitualmente.
Todos eran conscientes de que el resultado sería muy apretado y todos temían que, como consecuencia, las incidencias acabasen por impedir que hubiese un ganador claro durante horas o incluso días, hasta que se decidiese sobre cada uno de los votos conflictivos. Ambos candidatos ensayaban las justificaciones públicas del perdedor, por si acaso, y desde uno y otro bando miraban con temor los abultados fajos de representaciones que iban aportando los rivales.

Las espadas seguirán en alto

Pero no hubo que esperar tanto. A las 2.30 de la madrugada el recuento ya daba ganadora a Gema Díaz Real por diecisiete votos, una diferencia tan estrecha que las tornas podrían haber cambiado si Alonso hubiese mantenido asociadas todas las empresas de las que es propietario y que dio de baja hace algún tiempo.
Unos respiraron aliviados al conocer el resultado y otros, sombríos, dejaban perfilado un comunicado de perdedores con fair play para el día siguiente. Pero con el paso de las horas, la deportividad bajó muchos escalones, al aparecer comentarios poco alentadores para la nueva presidenta. Si esperaba cerrar las costuras rápidamente, ya ha sido advertida de que tendrá oposición desde el primer día, y mucha.
Las dificultades de Gema Díaz Real pueden provenir de la Junta Directiva, el órgano en el que se asientan las asociaciones sectoriales y donde no tiene garantizada la mayoría, mientras que en el Comité Ejecutivo, el órgano de gobierno ordinario, puede sentar a personas de su completa confianza. No obstante, quienes conocen la patronal a fondo sostienen que muchas de las asociaciones que apoyaron a Marina y Alonso lo hicieron por promesas coyunturales y, una vez pasadas las elecciones, volverán a una posición institucional de respaldo al presidente (ahora, presidenta). Incluso en este caso, Díaz Real tendrá otro frente muy difícil de manejar: la presión de los empresarios que, agobiados por la crisis, exigen que la CEOE sea más contundente en su defensa, ya tenga que enfrentarse a los sindicatos o al Gobierno.

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