Agudo: “El valor de la marca Racing aún está por explotar”

Agudo probablemente ha sido el mayor defensor que ha tenido el Racing desde fuera del equipo. Hace años que publicó un libro sobre el marketing y el deporte en el que se recogía una estimación, siempre difícil de contrastar, de que el fútbol genera el 1% del PIB español. Aunque sea una participación significativa, la realidad es que el fútbol tiene unos tentáculos mucho más poderosos de lo que pueda indicar esa cifra. De hecho, la marca Racing es mucho más conocida que cualquier otra de la región, con excepción de la del Banco Santander y, desde que la televisión ha globalizado las comunicaciones deportivas, ha traspasado fronteras.
Curiosamente, la marca no es propiedad del club, sino del Gobierno cántabro, como consecuencia de una compleja operación financiera de titulización, diseñada sólo para poder subvencionar al equipo y Agudo es consciente de que su valor está aún por explotar, sobre todo en los mercados afectivamente más próximos, como el mexicano. Él mismo ha intentado en varias ocasiones que se establezcan alianzas entre el equipo cántabro y los empresarios de aquel país norteamericano vinculados a Cantabria.
Es posible que ese sea sólo uno de los mercados donde puede explotarse la condición del Racing como miembro del muy exclusivo club de la Primera División española. Pero el marketing deportivo en nuestro país está en mantillas y la industria del fútbol está muy lejos de haber alcanzado la madurez que tiene, por ejemplo, la británica.
De hecho, la operación de titulización de la marca Racing sólo tiene un precedente, la que realizó el Manchester con los futuros ingresos de sus entradas, y en el caso cántabro estuvo forzada por las circunstancias.

La venta y el alquiler de la marca Racing

Tras la penúltima privatización, el Gobierno encabezado por Martínez Sieso alcanzó un acuerdo con el equipo para subvencionarlo con un millón de euros al año durante un cuatrienio. El club tenía un déficit acumulado muy superior, lo que provocó su paso a manos de Piterman, el único empresario que se atrevió a afrontar la situación, pero la crisis era ya imparable para entonces y el equipo llegó a una situación de colapso económico, con una deuda vencida de 7,5 millones de euros que podía provocar su desaparición.
Empezaba a gobernar la coalición PSOE-PRC, y Agudo trató de buscar una solución a través de una nueva venta y elevando la subvención anual a dos millones de euros. Pero, poner el contador de la deuda exigible a cero exigía mucho más y el Gobierno aceptó un compromiso de subvención por once años, de forma que Dumviro, la sociedad compradora, ahora contralada por el grupo Silver Eagle, pudiese presentar esa garantía ante los bancos para conseguir la refinanciación. La estrategia se vino abajo cuando los bancos, escaldados con el fútbol, rechazaron la operación.
El Gobierno buscó otra solución, con la ayuda del abogado Emilio Garayar, y la encontró a través de una operación de ingeniería financiera. La sociedad pública CEP adquiría al club la marca Racing, valorándola en 17,5 millones de euros –la cifra solo era relevante para cuadrar la operación– y el club se comprometía al alquiler de la misma por once años, pagando dos millones de euros al año. De esta forma, la CEP conseguirá recuperar, al final del plazo, el dinero que había puesto y los intereses pagados a la CECA, que ha financiado a la sociedad pública en esta operación.
El Racing recibe, al tiempo, dos millones de euros de subvención al año, por lo cual el dinero público hace un curioso recorrido: sale de los Presupuestos Regionales y se abona en una cuenta del club desde la que, automáticamente, va a la CEP en pago por el alquiler de la marca, es decir que otra vez vuelve al origen.
El sector público también tiene retornos del equipo por vía fiscal. Agudo estima que, por cada euro de subvención vuelven a la autonomía tres en impuestos, vehiculados a través de la fracción autonómica del IRPF y del IVA. No hay que señalar que los elevadísimos sueldos de la plantilla –alrededor de 15 millones de euros al año– cotizan a un tipo marginal máximo.
Esa cuantía, lo mismo que el IVA por las entradas, las retransmisiones o la venta de camisetas, se reduciría sensiblemente si el equipo baja a Segunda, por lo que el Gobierno es el primer interesado en que el Racing permanezca en Primera y, por supuesto, que continúe en Cantabria. Algo que no parece cuestionable, al ser la propia autonomía propietaria de la marca.

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