Santander lo intenta de nuevo

El alcalde, Iñigo de la Serna, se ha empeñado en que la plaza adquiera un carácter más simbólico y sea el lugar de encuentro natural de los santanderinos en los grandes acontecimientos. A eso va a contribuir, también, el alejarse de las polémicas, al desaparecer la estatua del general Franco, la única que permanecía en un espacio público en todo el territorio peninsular. Aunque inicialmente el alcalde dejó la decisión de reponerla o no en manos de la empresa adjudicataria de las obras, para eludir un pronunciamiento expreso, era evidente que una decisión semejante solo podía tomarla el propio Consistorio. No obstante, la estrategia de dilatar la decisión y dejarla, supuestamente, en manos de los técnicos evitó la polémica que se presumía con un sector todavía significativo de nostálgicos del franquismo, por lo que la retirada de la estatua no tendrá para el PP el coste electoral temido por otros alcaldes anteriores, que no se atrevieron a quitarla.
En el año 2005, cuando se otorgó la concesión del estacionamiento subterráneo a la UTE formada por la sociedad Espina Obras Hidráulicas y Aparcamientos Sar, se planteó la necesidad de acometer una amplia remodelación del subterráneo. El parking, a pesar de estar construido a comienzos de los años 80, resultaba incómodo, estaba deteriorado y su accesos complicaba la circulación en el centro de Santander, ya que bastaba con que varios vehículos tratasen de entrar simultáneamente para que esta pequeña retención amenazase con colapsar la arteria central de la ciudad.
El cambio de emplazamiento de la boca de entrada, la reforma de la distribución de la plazas y la impermeabilización de las cubiertas fue la ocasión perfecta para plantearse, también, la remodelación de la superficie de la plaza. Pero el proyecto hubo de esperar hasta diciembre de 2008. El inicio de las obras resultó sonoro, ya que la retirada de la estatua de Franco fue portada de todas las televisiones y de los más importantes periódicos del país.
La pasada primavera, cuatro años después de adjudicar el aparcamiento, la Junta de Gobierno local encargó a la empresa SIEC la reforma de la plaza por un importe de 902.000 euros y tres meses de plazo. A pesar de la diferencia de tiempos entre ambas adjudicaciones, las dos obras prácticamente se han solapado.

Conjunto escultórico singular

Por sugerencia de los técnicos municipales, se ha construido una plaza de grandes espacios abiertos, donde no hay ningún elemento arquitectónico significativo. No obstante, De la Serna ha manifestado, con la obra ya prácticamente acabada, la posibilidad de incorporar algún elemento escultórico singular, quizá porque el gran espacio central resulta demasiado vacío, dado que los ajardinamientos son perimetrales.
La plaza responde a las características geométricas de un triángulo isósceles y busca la armonía con el menor número de elementos posibles. Se han reordenado los espacios ajardinados de forma simétrica, se ha instalado un escueto mobiliario urbano y dos casetones dan acceso al subterráneo. Estas construcciones, revestidas con lajas de pizarra semejantes a las que se emplean en algunas edificaciones de montaña, chocan en color y textura con las superficies blancas del edificio del Ayuntamiento. De la antigua plaza no queda nada, ni tan siquiera la farola de las cuatro estaciones que la presidía.

Subterráneo con 354 plazas

El subterráneo ha sido renovado, tanto en sus accesos como en el interior, sin interrumpir su funcionamiento, o que no ha resultado fácil ni para los operarios ni para los clientes. Las entradas y salidas de vehículos se han trasladado de ubicación para evitar las graves interferencias sobre el tráfico que producía la antigua entrada por Calvo Sotelo. Los coches acceden ahora por la calle Amós de Escalante, mientras que la salida se puede efectuar por Isabel II o por la propia Amós de Escalante.
Al racionalizar los accesos, se consigue dotar de un carril más a la calle Jesús de Monasterio, que se ha reservado para la parada de los autobuses municipales y el acceso al aparcamiento.
Tras la caducidad de la concesión anterior y un periodo de interinidad en el que el propio Ayuntamiento de Santander explotó el parking, la nueva concesionaria es la sociedad Espina Obras Hidráulicas y Aparcamientos SAR, que lo gestionará durante cincuenta años.
Además de sufragar la obra de reforma, el concesionario debía comprometerse a abonar al Ayuntamiento un canon mínimo de 1,5 millones de euros. La compañía que ganó el concurso público ha ofrecido bastante más, 6.350.000 euros. La cuantía a abonar, en cualquier caso no parece descabellada, teniendo en cuenta los graves problemas de aparcamiento de Santander y la excelente ubicación del parking, en el centro comercial de la ciudad.
El subterráneo consta de dos plantas de sótano con 354 plazas, de las cuales 136 serán para residentes y se convertirá en otra importante fuente de ingresos para el Ayuntamiento cuando sean adjudicadas. Otras doce plazas han sido destinadas a personas con movilidad reducida. En uno de los accesos peatonales se ha instalado un ascensor con capacidad para ocho personas, que evitará los graves obstáculos que planteaba el parking anteriormente para el acceso o la salida de cualquier impedido o, simplemente, de una madre con un carrito de bebé.

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