La ciencia al día

Coches en fila india

Una nueva tecnología puede cambiar para siempre la forma de circular, ya que los coches van a poder ir en convoy por la carretera sincronizados. El sistema permite que el conductor del vehículo que va en cabeza controle al resto de automóviles que le siguen, de manera que sus conductores puedan dedicarse a otras actividades como leer, comer, usar el portátil o simplemente relajarse, sin correr peligro.
Este concepto, denominado platooning o marcha en grupo consiste en conectar los vehículos para formar convoyes. Gracias a la tecnología inalámbrica, el coche que va en cabeza controla la aceleración, frenada y dirección de los que le siguen, siempre que éstos dispongan de sensores para detectar al vehículo que les precede y ajustar a la distancia, la velocidad o la dirección.
Si un coche desea unirse al convoy sólo tiene que enviar una solicitud al conductor principal y avisarle cuando quiera dejarlo para retomar el control manual del vehículo.
El sistema, que ya ha sido ensayado en Suecia, contribuye a la seguridad vial, ya que el 80% de las colisiones se deben a errores humanos. También reduce las emisiones contaminantes, dado que, al viajar a pocos metros, los coches ofrecen menor resistencia al aire.

Nuevo material semiconductor

Los chips electrónicos del futuro podrían no ser de silicio, ni tan siquiera de grafeno. Quizá se hagan de un material llamado molibdenita. Una reciente investigación demuestra que se trata de un semiconductor muy eficaz, que podría utilizarse para hacer transistores más pequeños y de mayor eficiencia energética.
La molibdenita ofrece ventajas respecto al silicio, muy utilizado en la electrónica, y el grafeno, el material bidimensional más estudiado por sus posibilidades de futuro.
En estado de espera, los transistores de molibdenita consumirían una cantidad de energía cien mil veces menor que los de silicio convencionales.
El hallazgo servirá para fabricar dispositivos electrónicos que combinen la capacidad de procesamiento atribuido a los conductores orgánicos con el rendimiento asociado a la electrónica basada en el silicio.

Un robot sensible

El nuevo robot industrial Pi4-Workerbot tiene proporciones similares a las de un ser humano, dos brazos e incluso sensibilidad en la yema de los dedos, además de diferentes expresiones faciales. El robot se ha diseñado para ayudar a las industrias alemanas a gestionar varios tipos de productos y hacerlo en volúmenes variables.
Una sofisticada cámara tridimensional situada en su frente le permite percibir su entorno y gracias a otras dos cámaras es capaz de medir objetos o examinar superficies. Por ejemplo, puede comprobar si el revestimiento de cromo de una pieza se ha aplicado correctamente analizando el reflejo de la luz que incide en el material.
El Workerbot puede inspeccionar los componentes salidos de las líneas de producción de forma ininterrumpida, 24 horas al día, lo que supone una gran ventaja en el campo del control de calidad.
Para humanizarlo un poco más, los programadores han decidido que el robot sonría cuando el trabajo va bien y ponga cara de aburrido cuando está esperando a que le den más trabajo.

Defensa contra las abejas

Una nueva investigación concluye que las plantas angiospermas (con flores) desarrollan mecanismos de defensa mediante un armamento químico que impide a las abejas obtener demasiado polen de ellas.
Las angiospermas hacen bien en protegerse, dado que para alimentar a una sola larva de abeja se necesita el polen de varios cientos de flores.
Las abejas poseen tal grado de habilidad en la recolección que son capaces de extraer cerca del 80% del polen de una flor en una única visita. Así que los intereses de abejas y plantas están enfrentados en esta materia.
Para evitar que acaben llevándose todo su polen, las plantas han tenido que adaptar su morfología, por lo que ha quedado demostrado que, tanto la composición química del polen como la forma de las flores, son importantes para limitar la cantidad que recolectan las abejas.