La ganadería cántabra busca relevo: ‘Hay negocio y hay futuro’
Luis Pérez Portilla, propietario de la quesería El Pendo y secretario general de UGAM
En Europa se pierden cerca de unas 800 granjas diarias. En Cantabria han desaparecido unas 5.000 en menos de veinte años, el 62,5% de las que había, una tendencia que parece augurar la desaparición de esta actividad en una región de larga tradición ganadera. Dispuestos a cambiar ese destino, jóvenes como Luis Pérez Portilla continúan apostando por la agricultura y la ganadería como un sector económico y empresarial con futuro.
Luis Pérez Portilla no es solo el secretario general de la Unión de Ganaderos y Agricultores Montañeses (UGAM-COAG) y responsable de la coordinación de ganaderos y agricultores jóvenes a nivel estatal. A sus 34 años, es propietario, junto con su hermano Andrés, de El Pendo, una granja dedicada a la producción y elaboración de quesos con cerca de 300 ovejas y vacas de leche. Casi todo el queso que producen de forma artesanal, lo venden en la misma explotación.
La actividad de los hermanos Pérez Portilla llega aún más lejos. Su granja organiza visitas para familias y escuelas, que permiten que los niños puedan conocer de primera mano que “los productos no vienen de los estantes de los supermercados”, vean a los animales y den valor a toda la cadena alimentaria.
En Cantabria, una región en la que gran parte de la población reside en núcleos rurales y con 30 municipios en riesgo de despoblación, la actividad agropecuaria constituye un modo de vida estrechamente ligado al campo y es clave para su supervivencia, “vertebra la vida en los pueblos y también hace una labor ambiental”, defiende Pérez Portilla.
“¿Qué pasará si desaparecen las granjas?” plantea. “Va a ser todo un paisaje sucio, descuidado que aumentará el riesgo de incendio y tendrá que limpiar la propia Administración, gastando más dinero que ahora”, se responde con firmeza el ganadero que es también técnico forestal.
Garantizar el relevo, apostar por el sector
Entre las razones que llevaron a los hermanos a permanecer en un sector del que tantos se alejan está la pasión por haberse criado en el campo, junto a sus animales y a la naturaleza. También valoran la libertad que le ofrece ser su propio jefe y decidir por sí mismo cómo debe ser su negocio.
Pero nada de esto sería suficiente si no estuviesen convencidos de que el sector puede seguir siendo el motor económico del medio rural y de la importancia vital que tiene para toda la industria agroalimentaria cántabra. Toda una cadena en la que se necesita una complicidad general, y en el caso concreto de la carne, “pedimos al consumidor y a la restauración que apuesten por la carne de Cantabria. Si los terneros nacen en nuestras explotaciones, se ceban, se matan aquí y se consumen en Cantabria, estamos creando muchísimo valor añadido”.
En el último periodo PAC (Política Agraria Común) se perdieron unas 15.000 explotaciones ganaderas en España, “unas 800 granjas diarias” recalca Luis.
Si en Cantabria había unos 8.000 agricultores a título principal en 2008, en la actualidad no llegan a 3.000, de los cuales 770 son productores de leche y unos 2.000 de carne.
Estos datos, son especialmente preocupantes para una región como Cantabria, de tradición ganadera, y reflejan una realidad a la que los hermanos Pérez Portilla y otros jóvenes intentan poner freno. Con este objetivo ha organizado unas jornadas de UGAM-COAG sobre “El futuro del campo”, en las que han ofrecido información y apoyo a quienes se planteen desarrollar esta actividad.
Hasta hace poco tiempo buena parte de las familias cántabras tenían relación con la ganadería, pero, en las últimas décadas se ha animado a las generaciones más jóvenes a dejar el campo en pro de un trabajo más cómodo o mejor remunerado. Por ese motivo, resulta llamativo que jóvenes formados, como Luis y su hermano, apuesten por este modelo de negocio y de vida.
Luis insiste en que el perfil de los ganaderos ha cambiado y se aleja del estereotipo: “los ganaderos ya no tienen poca formación”, enfatiza.
Los hermanos Pérez Portilla encarnan ese nuevo paradigma. Luis es técnico forestal y viajó hasta Francia para estudiar la industria quesera: su hermano, licenciado en Ciencias Ambientales, se trasladó a Inglaterra con el mismo fin: conocer lo que se hace en otros lugares y aplicarlo a su empresa.
Un modelo de negocio con futuro
Hay factores que pueden colaborar en un renacimiento del sector, aunque nunca volverán las cifras de población activa del pasado: el precio de la carne ha subido, la oferta se ha reducido y se necesitan productores. “No se puede importar todo lo que se consume”, señala Pérez Portilla, y es que, por el momento, la mayor parte de la carne de vacuno cántabra se destina al consumo regional.
Cantabria tiene unas condiciones óptimas para la cría de vacuno dirigido a la carne, y podría plantearse retos mucho más ambiciosos: “Hay unos pastizales buenísimos para ello, y el 70% del terreno es comunal, por lo que sí que tiene mucho futuro”, ratifica Pérez Portilla.
Luis, técnico forestal, viajó a Francia para estudiar la industria quesera y Andrés, licenciado en Ciencias Ambientales, lo hizo en Inglaterra
Señala algunas vías que podrían potenciar la venta de carne de la región, como sacar más partido de la IGP (Indicación Geográfica Protegida), una etiqueta que ofrece confianza al consumidor y diferencia el producto cántabro aportándole más valor.
Cadenas de alimentación regionales como el grupo Semark (Lupa), restaurantes de fama y muchos consumidores muestran especial interés por el producto de Cantabria, y estos sellos aseguran de dónde proviene lo que se come y bajo qué condiciones ha sido elaborado. Al promover un modelo de consumo más sostenible, ligado a lo local, dan lugar a una vuelta a un modelo tradicional, de productos de proximidad que, paradójicamente, ofrece más rentabilidad comercial para el productor, además de darle oportunidades de crecer.
¿Eco o convencional?
Entre estos sellos están los que amparan a los productos ecológicos. Para que una producción pueda ser considerada bio requiere unas condiciones muy específicas a las que no todos los ganaderos pueden optar. Tampoco es rentable para muchos de ellos, “depende del tipo de explotación o del terreno que tenga, de lo que quiere producir y de cómo lo quiere producir”, apunta el joven ganadero.
Es verdad que ese producto resulta más caro para el consumidor, “pero aporta otro valor”, apostilla Pérez Portilla, quien recuerda que hay un tipo de cliente que lo pide y puede pagarlo. “Hay gente que demanda producto ecológico y gente que quiere producto convencional”, añade. Él, como empresario, está convencido de que es bueno que la producción esté diversificada y la región combine las dos gamas, la convencional y la ecológica, porque esta última acaba por influir positivamente sobre el resto, al resaltar las virtudes de todo el producto autóctono.
¿Es la carne más cara?
El momento es esperanzador, con fuertes subidas de la carne en todo el mundo. “No es que ahora la carne esté cara, sino que hay que pagar lo que realmente vale”, asegura Luis, tras recordar que “los ganaderos han sufrido durante muchos años precios irrisorios, lo que dificultaba enormemente mantener las explotaciones”. Y desgrana una ristra de motivos que justifican esa subida de precios: “Porque cuesta producirla, porque nos estamos quedando sin ganaderos y porque hay menos vacas, debido a problemas como la sequía, el encarecimiento de las materias primas y enfermedades como la EHE o la lengua azul”.
Con la leche ocurrió algo parecido. Tras años de precios extremadamente bajos, los ganaderos optaron por salir a las calles y consiguieron un precio más ajustado, aunque buena parte de las mejoras iniciales se han ido diluyendo con el tiempo y el goteo a la baja de explotaciones no cesa. En Cantabria solo quedan 800 y los pocos que quieren incorporarse al sector tienen que superar muchos obstáculos, por la inversión que conlleva y el enorme esfuerzo humano que implica: “hay que ordeñar mañana y tarde, 365 días al año”, recuerda Luis. A él no le han asustado estas cargas, “porque soy ganadero de leche y quiero jubilarme en ello”.
La vocación no parece suficiente si el horizonte es el cierre, pero él está convencido de lo contrario: “Creo que la leche tiene futuro”. Eso sí, con explotaciones cada vez más automatizadas.
La tecnificación de las granjas se convierte en una condición sine qua non para poder aumentar el rendimiento y mejorar las condiciones de trabajo y de vida de los ganaderos. Contar con más y mejores medios es probablemente el único camino para frenar la pérdida de explotaciones lácteas, renovar el sector y aumentar la competitividad.
¿Qué piden los jóvenes ganaderos?
Para afrontar estas mejoras es necesario el apoyo de las instituciones. A pesar de que muchos jóvenes ganaderos tienen reticencias a solicitar ayudas –en el último encuentro estatal de COAG, en torno al 40% afirmaban no querer subvenciones–, la realidad es que acaban pidiéndolas. En Cantabria el pasado año se incorporaron al sector unos 82 nuevos productores, de los que 63 tenían menos de 41 años, y todos ellos recibieron ayudas de primera instalación.
Las críticas responden a las estrictas cláusulas de obligado cumplimiento, que añaden más preocupaciones a los ganaderos en la gestión de sus negocios.
Pérez Portilla achaca el enfado general a que los organismos estatales y la Unión Europea crean planes genéricos que no se ajustan a una actividad con características muy distintas según el lugar donde se ubican: “La PAC no está hecha para un tipo de ganadería como la de la cornisa cantábrica, porque no es lo mismo segar en Reinosa que en el arco de la bahía”, aclara. Y se queja de los desajustes que producen unas normativas excesivamente centralizadas: “A mí alguien, desde un despacho de Madrid, no me tiene que decir cuántas veces tengo que segar mi finca, porque en mi caso, cuántas más veces la siegue, más comida saco, de mejor calidad, y menos insumos o menos forraje tengo que comprar fuera. Lo mismo sucede con los días de pastoreo o con las fechas y periodos en los que hay que segar o abonar”.
El sector también se movilizó en 2024 denunciando la fuerte carga administrativa que comportan las ayudas, lo que les obliga a contratar estas tareas, en un sector formado por ganaderos a título propio.
Pedían, además, mayor dotación presupuestaria ante la subida de precios de sus aprovisionamientos tras la guerra de Ucrania.
Tecnificar para avanzar
En una actividad tan exigente a nivel físico y con horarios que apenas permite la pausas –los animales siempre necesitan atención–, la modernización tecnológica es esencial: “Lo vemos en los tractores con GPS y digitalizados de Castilla o en Cantabria, con el ordeño. La mejora de calidad de vida que aportan es innegable”. Por ello, el ganadero de Escobedo está convencido de que las subvenciones destinadas a la modernización deben ser una prioridad.
Tanto si un joven está pensando en incorporarse como si se plantea dejar el sector, la compra de un robot de ordeño puede resultar decisiva, porque le permite compatibilizar su actividad con otros aspectos de la vida, como formar una familia.
El apoyo público también resulta clave, en su opinión, para aumentar el tamaño de las explotaciones. “Es probable que si puede acceder a planes de modernización, ese joven ganadero lo siga siendo hasta que se jubile”.
Internacionalización
La internacionalización es otra vía a explorar para asegurar el porvernir del sector primario cántabro, pero los productores señalan la falta de coherencia de las instituciones. “Desde que ganó Trump, la Unión Europea se ha apresurado a firmar el Tratado Mercosur” que, según Portilla y UGAM-COAG, lastrará las producciones autóctonas. Su ratificación, asegura, supondría “la pérdida de dos millones de vacas nodrizas en Europa”. La organización cree que les enfrenta a competir en condiciones desiguales con países con regulaciones mucho menos estrictas que España, como Brasil, y que choca abiertamente con otros planes europeos dirigidos a fomentar la producción local y sostenible, como la importancia del kilómetro cero y etiquetas como la eco.
Son muchos los frentes que tiene ante sí el sector, pero nunca lo tuvo fácil y lo importante es que aparezcan ganaderos convencidos de que puede ser modelo de negocio con proyección de futuro. De su éxito dependerá la supervivencia del medio rural, clave para Cantabria, cuya identidad y marca se asocian al campo y a la montaña.
Begoña Cueli