El proyecto cántabro que obtendrá energía del oleaje en los puertos
Degima ha patentado un dispositivo para aprovechar el oleaje que bate los espigones
La calderería cántabra Degima y el CEO de Neptune Roberto Legaz, exresponsable de Desarrollo de Iberdrola Renovables, se han aliado en la sociedad Neptune Wave Rider para sacar al mercado un sistema que permite obtener energía eléctrica de las olas que baten las escolleras de los puertos. El prototipo, ya patentado, aún ha de testarse en un escenario real. Se hará el próximo año en el puerto de Gijón, uno de los que reúnen las condiciones mínimas de oleaje necesarias para su implantación.
Los puertos españoles encaran el final de esta década con el reto de reducir de manera significativa su huella de carbono. Una nueva normativa europea ha fijado que para 2030 todos ellos deberán disminuirla en un 32% como mínimo y al menos un 74% de la energía que consumen ha de ser renovable.
Para dar respuesta a esta exigencia ha nacido Neptune Wave Rider, una iniciativa empresarial cuyo socio tecnológico es la calderería cántabra Degima y que está encabezado por el exdirector de Desarrollo y Proyectos Especiales de Iberdrola Renovables, Roberto Legaz. La startup ha desarrollado un dispositivo para obtener energía a partir del movimiento de las olas que llegan a los puertos de una forma más sencilla y eficiente que los ingenios que hasta ahora han tratado de aprovechar la energía undimotriz.
El ingeniero técnico naval y licenciado en Máquinas Navales Xabier Mediavilla, director de I+D de Degima, es el creador de este mecanismo que él mismo ha patentado y ha despertado el interés de un puñado de puertos nacionales.
Aunque nunca llegue a implantarse en el de Santander, que al encontrarse en una bahía natural no reune las condiciones mínimas de oleaje, son casi medio centenar los puertos que en España podrían aprovechar esta tecnología.
La ciencia ha llegado a la conclusión de que se puede llegar a aprovechar la mitad de la energía que genera una ola, pero por ahora las técnicas convencionales solo son capaces de obtener un 10%, un rendimiento que, según los responsables del proyecto, su sistema puede duplicar.
Una solución innovadora
Neptune propone unas estructuras flotantes que captan la energía de las olas y están conectadas a una escollera mediante brazos de fijación de unos pocos metros de longitud. El balanceo de estos brazos mecidos por las olas mueve una turbina y un generador, de forma que una parte de la energía de la ola que llega a ese dique se convierte en electricidad.
El sistema es modular, por lo que se puede dimensionar fácilmente, y sus componentes están construidos en aluminio, acero inoxidable y fibra, para soportar las inclemencias del tiempo. En estos momentos se encuentra en fase de prototipado pero las expectativas son más que alentadoras. Su viabilidad económica es claramente superior a la de los modelos que se instalan en alta mar, debido a que esta tecnología resulta mucho más barata de instalar y mantener, al aprovechar la energía en el mismo puerto, frente a los proyectos convencionales de energía undimotriz, que obligatoriamente han de ubicarse en alta mar, a una distancia de entre 25 y 40 millas de costa, por exigencias de los Planes de Ordenación del Espacio Marítimo.
Los dispositivos con los que compite, los que se están probando en mar abierto, son de mayores dimensiones, mucho más sofisticados, y por tanto más caros de producir y de instalar, ya que han de estar fondeados y necesitan una línea de evacuación de la energía que producen hasta la costa, lo que a su vez provoca una pérdida de transporte. “El problema es que estos cables tienden a deteriorarse y mantenerlos es complejo”, razona Mediavilla.
En algunos casos es necesario enterrar el cable de evacuación en el fondo marino, un trabajo que genera aún más sobrecostes. “Nuestro planteamiento es completamente diferente y menos agresivo con el medio ambiente”, explica Xabier Mediavilla. “Tenemos la suerte, además, de que instalar los equipos en los puertos no necesita tanta burocracia’.
Uno de los motivos por los que el desarrollo tecnológico de Neptune es más eficiente que los existentes radica en una característica muy particular del foil, una especie de hidroala sumergida que forma parte de sus captadores. Gracias a la estudiada curvatura de su arista –entre otras razones–, se consigue un mayor rendimiento.
Colaboraciones
El desarrollo de Neptune ha contado con la aportación de varias líneas de subvenciones, como ‘Innova 2023’, de la Consejería de Industria, y el proyecto de colaboración público-privada con el IDAE –Instituto para la Diversificación y Ahorro de la Energía– en el que intervienen Degima, el Instituto Hidráulico de Cantabria y Zigor.
Luis San Segundo, director institucional y financiero de Neptune y director administrativo de Degima, subraya que la experiencia de su calderería en proyectos de energía undimotriz también ha sido crucial en la puesta en marcha de esta iniciativa.
Degima ya participó hace más de quince años en una planta piloto fondeada frente a la costa de Santoña, que contaba con un sistema de transformación de energía denominado Power Take Off (PTO). Un mecanismo cuya función era captar y transformar la energía de las olas para almacenarla y, posteriormente, evacuarla en condiciones óptimas. “El conocimiento que adquirimos con ese y otros proyectos nos ha llevado a donde estamos”, apunta San Segundo.
Las mejoras de los sucesivos prototipos de Neptune se han realizado en un pequeño tanque de pruebas a escala 1:20 situado en las instalaciones de Degima.
Empezar por Gijón
Mientras tanto, han estado trasladando su propuesta a potenciales clientes. En su radar hay entre 40 y 50 puertos españoles donde podrían implantarse los captadores de Neptune y 338 puertos deportivos y marinas, pero Roberto Legaz confiesa que el proyecto más avanzado es el del puerto de Gijón.
El objetivo en la comunidad vecina es instalar seis captadores en el Dique Príncipe de Asturias, con capacidad para producir 5,1 gigavatios por hora al año.
Los directivos de Neptune se muestran confiados en hacer allí su primera instalación y ponen como fecha 2026, pero matizan que el sistema seguirá siendo susceptible de mejoras.
Una vez alcancen acuerdos de colaboración con un número suficiente de puertos españoles y se haya conseguido el captador definitivo, Degima abordará su fabricación en serie con la ayuda de otras empresas cántabras.
Los planetas se alinean
Aunque un proyecto de este tipo requiere tanta burocracia como ingeniería, se han producido varias circunstancias legales muy favorables para los intereses de Neptune. En septiembre entró en vigor un Real Decreto que regula la producción de energía eléctrica a partir de fuentes renovables en instalaciones marinas, un impulso para proyectos como el suyo.
El decreto establece un procedimiento de concurrencia para autorizar instalaciones renovables marinas y el adjudicatario obtendrá de forma simultánea el régimen económico, la reserva de la capacidad de acceso a la red eléctrica y la prioridad en la obtención de concesiones marítimo-terrestres.
En paralelo, se ha creado una nueva línea de subvenciones europeas para integrar energías renovables marinas en los puertos. De ahí que Neptune haya tomado la decisión de participar en toda la cadena de valor que generará su proyecto, desde la promoción de la iniciativa a la construcción de la maquinaria y su mantenimiento pasando por la gestión de subvenciones y la venta de la energía. “Es una oportunidad que no podemos dejar escapar”, reconocen.
Por ahora, Neptune se dirige al mercado nacional, pero no descarta adentrarse en el internacional más adelante, pese a que ya existen algunas compañías que llevan a cabo proyectos similares. “La energía undimotriz se está empezando a poner de moda”, sentencia Legaz.
David Pérez