El cántabro que exporta e importa conocimiento en tiempos difíciles para EE UU
Baldomero Lago, vicerrector de la Universidad Utah Valley (EE UU)
Baldomero Lago, un cántabro residente en EE UU, es el Vicerrector Internacional de la Utah Valley University (UVU) y cónsul honorario de España. Él se encarga de abrir líneas de cooperación internacional para que jóvenes de todo el planeta encuentren nuevas oportunidades a través de la educación, pero no son tiempos fáciles para las universidades norteamericanas ni para sus alumnos extranjeros, temerosos de que cualquier incidente, por banal que sea, les suponga la deportación.
El que hasta hace poco solía considerarse ‘país de las oportunidades’ ha experimentado un cambio drástico de dirección desde la llegada de Donald Trump a la presidencia. En apenas cuatro meses, los Estados Unidos de América han virado hacia una política económica proteccionista, marcada por los gravámenes al comercio internacional, y por el endurecimiento severo de las medidas migratorias, que no afectan solo a personas en situación irregular o a quienes delinquen, sino que también están perjudicando a miles de estudiantes extranjeros. Jóvenes que llegaron al país para enriquecer sus conocimientos y ampliar horizontes se enfrentan ahora a una situación incierta en la que no saben si podrán finalizar sus estudios.
En este escenario, experiencias como la del cántabro Baldomero Lago cobran especial relevancia. Nacido en Santander, Baldomero es vicerrector internacional en la Utah Valley University (UVU), cónsul honorario de España en el estado de Utah y lidera una cátedra con la UNESCO dedicada a la inteligencia artificial, la gestión ambiental y la sostenibilidad.
Baldomero reside desde hace tres décadas en Utah. Allí ha formado una familia y ha crecido profesionalmente
En los años 80, Baldomero trabajaba en Santander en una de las empresas de Severiano Ballesteros quien, junto a su hermano –también de nombre Baldomero–, y a uno de sus colaboradores norteamericanos, Jo Collet, supieron ver su potencial. Fueron ellos quienes le prestaron el apoyo necesario para cruzar el Atlántico y estudiar un MBA sobre negocios –el business americano– en California.
Una vez en EE UU, continuó sus estudios en Utah, donde acabó especializándose en educación y en lenguas extranjeras. Fue así como encontró su vocación: ayudar a jóvenes a aprender otros idiomas y a mejorar su carrera estudiando en el extranjero.
Desde entonces vive y trabaja en Utah. Allí ha formado una familia y ha crecido profesionalmente. Actualmente, se encarga de la proyección de su universidad, Utah Valley University, por todo el mundo como vicerrector internacional. También es cónsul honorario de España y en sus viajes por todos los continentes aprovecha para dar a conocer Cantabria y su país de origen.
La Universidad Utah Valley trabaja junto a la Universidad de Deusto en un proyecto sobre sostenibilidad, lo que justifica la presencia de Baldomero en España, que además utiliza su región de origen como base para viajar por Europa en busca de nuevas colaboraciones. “Llevo a cabo convenios, proyectos de intercambio, estudios en el exterior… Todo lo que sirva para sacar la universidad hacia fuera e invitar a los de fuera a que vengan”, explica.
Este afán por expandir la UVU le ha llevado a colaborar con incontables países. La cátedra que dirige desde febrero se integra en una red de más de mil universidades de todo el mundo y le permite cooperar con entidades de países tan variados como Indonesia, Camerún, Filipinas, Tailandia o Perú. Con Ucrania, por ejemplo, trabaja para poner la inteligencia artificial al servicio del apoyo emocional en casos de personas traumatizadas; y con China participa en un proyecto de la Universidad de Beijing que, enfatiza, “es de excelencia, la número uno en temas de inteligencia artificial y educación”.
Incertidumbre y tensión en las universidades
Como muchos americanos, se muestra preocupado por la llegada de Trump a la Casablanca, lo que, además, está influyendo en su trabajo.
Lago reconoce que un control migratorio laxo colocó al país en una situación compleja y ese problema acabó por estar entre las principales preocupaciones de los norteamericanos, hasta el punto de propiciar el cambio político. “La población estaba preocupada porque una migración poco controlada ha traído muchos problemas al país y la agenda antimigratoria del presidente fue, en gran medida, lo que le llevó a la Casa Blanca”.
Ahora reconoce ser testigo, como el resto del país, de cómo las políticas de Trump están yendo mucho más allá de la expulsión de delincuentes. “Hoy en día, tengas o no visado, no tienes protección legal y cada caso está a expensas del Departamento Migratorio”, explica.
Esta situación afecta también a sus estudiantes internacionales, que se sienten temerosos. “Un estudiante se va de fiesta y cualquier mínima infracción que cometa puede suponerle una deportación. Tienen miedo”, afirma.
Centros de investigación españoles afirman estar recibiendo un alto volumen de solicitudes de investigadores estadounidenses para continuar sus proyectos en España
Su universidad, la UVU, cuenta con 600 estudiantes extranjeros, de un total de 46.809 matriculados. Aunque se ha producido un declive de estudiantes internacionales (llegó a tener mil hace unos años), cree que es pronto para evaluar los daños, pero reconoce que aquellos que continúan en el país lo hacen con incertidumbre y tensión. “Ahora, los estudiantes internacionales están muy nerviosos porque pueden estar terminando un posgrado y no saber si lograrán concluirlo”. Teme que el pánico se extienda entre los cientos de alumnos de grado y posgrado que han hecho un gran esfuerzo por llegar al país, tal y como hizo él mismo años atrás.
Baldomero es conocedor de que ya hay estudiantes e, incluso, profesores que, ante un escenario tan incierto, están barajando trasladarse a otros destinos.
Pocas semanas atrás, centros de investigación españoles de Madrid y Barcelona, afirmaron estar recibiendo un alto volumen de solicitudes de investigadores estadounidenses para continuar sus proyectos en España.
El presidente norteamericano está acometiendo recortes de presupuesto a entidades tan importantes como la NASA o a universidades tan prestigiosas como Harvard. Ninguna se libra: “Nosotros contamos con millones de dólares del Gobierno federal para investigación y ahora nos enfrentamos a la incertidumbre”, constata.
Temen, incluso, perder docentes. “Un profesor de origen extranjero, ingeniero, que lleva años viviendo y trabajando en el país, ha salido de EE UU para dar una conferencia en Alemania y tiene miedo de no poder entrar otra vez. Esto antes no se veía”.
Salvaguardar la serenidad
No obstante, el mensaje de Baldomero trata de ser tranquilizador. Lleva más de treinta años en Estados Unidos y conoce bien las formas de Trump, que además de empresario ha sido habitual en los shows televisivos.
“Aunque ya fue presidente, es más empresario que político y utiliza técnicas empresariales agresivas, como iniciar la negociación asustando. Después, negocia”, explica. Lago se muestra crítico con esa estrategia y duda sobre las auténticas prioridades del actual presidente: “Lo que persigue es que se hable de él en los medios, en las redes sociales. Hasta yo soy una víctima, durante estos días en Europa no paran de preguntarme por su política, cada día hablo de él”, apostilla con cierto hastío.
Para este cántabro, que reside en un estado de costumbres sencillas y religiosas como es Utah, muy alejado del show business y de los focos, resulta fundamental no añadir más tensión al debate público, huir de la polarización y apelar a la colaboración internacional.
“Para las relaciones internacionales está siendo un golpe durísimo. Algunos de nuestros vínculos comerciales más longevos, como los que tenemos con México o Canadá, se han visto sacudidos. También las relaciones con Europa”, constata desolado.
Secretos del business americano
Su amplia experiencia negociando acuerdos por todo el mundo, su recorrido como diplomático y su doble nacionalidad le han permitido forjarse una visión privilegiada del panorama internacional.
De su lugar de residencia, el estado de Utah –que no sobresale por volumen de población ni por tamaño– destaca la apuesta por la internacionalización. Utah cuenta con más de 4.000 empresas internacionales, de las que un millar están dedicadas a la tecnología, y ha sido reconocida durante varios años por la revista Forbes como “estado número uno para hacer negocios”.
Situado en un gran espacio árido del interior del país, Utah se ha sobrepuesto a esas circunstancias y favorece el asentamiento de empresas extranjeras, a las que concede muchas facilidades, sean del tamaño que sean. “Si una pequeña empresa quiere llevar a cabo un proyecto recibe préstamos con un interés bajísimo; si al estado le interesa ese perfil, habrá apoyo económico”, explica. Un ejemplo es la constructora de trenes suiza Stadler Rail, con presencia en más de 25 países. “A Utah le interesaba atraer a la compañía, así que ofrecieron construirle parte de las naves que necesitaba si se decidía por asentar allí la nueva sede”, como efectivamente hizo.
A pesar de la notable diferencia en habitantes y tamaño –Utah tiene 40 veces la extensión de Cantabria– ambos representan un porcentaje similar de población con respecto al conjunto del país: el 1,01% Utah y el 1,2% Cantabria.
Baldomero insiste en que Utah es un enclave estratégico para hacer negocios: “En el océano también hay espacio para los peces pequeños. Utah ha sabido convertirse en una alternativa a Silicon Valley y ya cuenta con sedes de importantes compañías, como Adobe o Goldamn Sachs, que tiene en el estado su segunda oficina más grande”.
Además de los incentivos fiscales, cuenta con un aeropuerto con muchas conexiones internacionales, la mina a cielo abierto más profunda del mundo y cinco parques nacionales de gran interés turístico.
Con un conocimiento sobre EE UU que pocos cántabros más han acumulado, cuando a Baldomero se le inquiere sobre las principales diferencias entre los empresarios estadounidenses y el españoles, apunta dos. La primera, que el norteamericano es más directo. “Esto se ve en la forma de usar la tarjeta de visita”, explica. “Un americano te la dará nada más conocerte y mucho más si le interesa lo que puedes ofrecer; el español, en cambio, la entrega al final de las conversaciones y muchas veces con vergüenza”, compara. “Además, son mucho más cercanos y pragmáticos. Si se tienen que poner un traje se lo pondrán, pero no es imprescindible, mira Amazon o Google, la gente no se pone corbata y permiten, incluso, que lleves el perro al trabajo. Intentan hacerte sentir cómodo, la amabilidad es muy importante para el empresario estadounidense”.
Baldomero destaca también el trato al cliente y que la atención al público no ha disminuido ni empeorado con la llegada de la digitalización: “Se sigue apostando por el trato humano. Siempre hay alguien al otro lado del teléfono o para atenderte personalmente en el banco”, lo que no deja de sorprender en un país que lleva años de ventaja a España en la implementación de la IA y los entornos digitales.
Los nuevos dreamers, capital humano para un mundo globalizado
Los estadounidenses son muy conscientes de la importancia de los intercambios educativos y se esfuerzan en fomentarlos: “Utah es el estado número uno en lo que a educación bilingüe se refiere. Allí se hablan 130 idiomas y eso aporta grandes beneficios”.
Su estado apuesta por la educación y no solo en las aulas: “El conocimiento es muy bueno allí [en EE UU] y aquí [en España]. La mayor diferencia está en que nuestra educación es más práctica, está más ligada las necesidades y a la realidad laboral. Todos los estudios están vinculados a prácticas en empresas o se aplican sobre el terreno, en laboratorios o compañías”, explica.
“Además, la colaboración entre las empresas y las universidades es mucho más estrecha, aunque sean estatales. Si una empresa tiene una necesidad, se la comunica a la universidad y, si supone empleabilidad, es muy posible que en la universidad abramos una línea de estudios sobre esa materia”, detalla el vicerrector cántabro.
El objetivo de sus programas internacionales “es proveer de experiencias sobre el terreno al estudiante”. Como enseña su propia trayectoria, estudiar en el extranjero no solo aporta conocimiento que en muchos casos retornará al país de origen, también ofrece la oportunidad de convivir con sociedades ajenas y adquirir skills, esas aptitudes tan valoradas en las sociedades contemporáneas como la tolerancia, la convivencia pacífica o la negociación, características imprescindibles para los líderes del futuro en un mundo cada vez más global.
Él fue uno de esos jóvenes llegados a EE UU y hoy expande las marcas de Utah y de España por el mundo, aunque en estos tiempos difíciles debe seguir trabajando por mantener los programas de estudios internacionales. Hace años se hablaba de los dreamers, aquellos jóvenes que llegaban al país de las barras y estrellas indocumentados y conseguían prosperar y alcanzar el éxito gracias a las oportunidades que les ofrecía EE UU. A día de hoy, ni siquiera los que tienen visados en regla están seguros de poder seguir allí.
Begoña Cueli