Cyclops se muda
El crecimiento de Mutual Cyclops desde que en 1977 llegó a Cantabria hasta conseguir alcanzar las 4.000 empresas que tiene hoy asociadas (el 9% del mercado) ha exigido un cambio de sede. Los 400 m2 de que disponía en Santander eran manifiestamente insuficientes y, sin salir del barrio, ha encontrado un nuevo local en la calle Castilla 93, en el que habilitar unas instalaciones de 1.100 m2 que, además, le permiten adelantarse a la obligación de separar los servicios de prevención y asistencia.
Según su director en Cantabria, Roberto Tazón, este cambio le ha permitido, además, incorporar los avances técnicos que se han producido en el ámbito asistencial, que pasa a contar con cinco consultas médicas, un amplio gimnasio de rehabilitación con hidroterapia y un servicio de radiología abierta, de mayor calidad que el que tenía. En el área de prevención, cuenta con sala de formación, consulta médica y un circuito completo de reconocimientos.
Las sedes de las mutuas se están adaptando a la nueva realidad del sector, dado que las empresas están obligadas ahora a suscribir un servicio asistencial para los accidentes y enfermedades profesionales y otro de prevención de riesgos laborales, que incluye los tradicionales reconocimientos médicos. En el apartado asistencial, las empresas sólo pueden optar por la Seguridad Social o por las mutuas, pero en la prevención el mercado está abierto a una amplia competencia privada.
A estas circunstancias se añade que desde el pasado 14 de junio todas las empresas que cuentan con más de seis trabajadores en plantilla deben tener un plan de seguridad laboral propio. La mayoría de las afectadas –sobre todo, las más pequeñas– todavía no han reaccionado, por lo que, ante la inminencia de las inspecciones, se presume un aluvión de peticiones de ayuda.
Cyclops ingresó en Cantabria algo más de siete millones de euros por cuotas en el pasado ejercicio sólo en el apartado asistencial y confía acercarse a los ocho millones en este ejercicio.
En las nuevas prestaciones de prevención, facturó unos 400.000 euros y espera alcanzar este año los 525.000. Se trata, según Tazón, de objetivos “agresivos” en una región como Cantabria.
