Palacios y casonas históricas de Cantabria a la venta
Las familias aprovechan la coyuntura del mercado para deshacerse de un patrimonio caro de mantener y cuya propiedad cada vez está más fragmentada
Palacios, torres medievales, casonas de grandes literatos, monasterios… Cualquiera puede adquirir hoy en Cantabria edificios cargados de historia y de nobleza. Es cierto que algunos se ofrecen en varios millones de euros, pero ni siquiera suelen ser los más caros, y la mayoría ya están rehabilitados por sus actuales propietarios. En muchos casos se han convertido en hoteles rurales o en residencias de verano, pero su mantenimiento no es fácil ni barato y salen al mercado, aprovechando la revalorización general de todos los inmuebles.
Cada vez que sale una casa histórica a la venta se produce una pequeña conmoción social: ¿Cómo es posible? Nadie concibe que un bien semejante quede al azar de un comprador que quizá no tenga el más mínimo interés por la historia del inmueble y de sus moradores históricos o por su singular arquitectura. Peor aún, puede que tan solo pretenda hacer una reforma a fondo que la deje irreconocible. Sobran ejemplos de vaciado integral en los que solo quedaron las fachadas.
Desde que Cantabria se convirtió en autonomía, el sector público ha ido adquiriendo la mayoría de los edificios más notables que estaban en manos privadas: el Palacio de la Magdalena, el de Sobrellano, en Comillas, o la casa del músico Jesús de Monasterio, en Casar de Periedo. En todos ellos realizó rehabilitaciones costosas, pero no siempre encontraron una utilidad concreta, lo que produce gastos recurrentes difíciles de justificar. Quizá por eso el Ayuntamiento de Torrelavega sigue sin decidirse a adquirir el resto del caserón de la plaza de Baldomero Iglesias en el que se ubica, ni siquiera para agrupar todas las dependencias municipales en un solo lugar.
Los propietarios de esos inmuebles suelen ser los herederos de quien los levantaron, pero la participación de cada uno de ellos se ha ido diluyendo con las sucesivas herencias y para muchos la mejor solución, ante las crecientes gastos que generan y la imposibilidad de disfrutarlos en exclusividad, es la venta. Todos ellos aspiran a que el comprador sea el sector público, pero las administraciones no siempre están dispuestas a pagar lo que piden, conscientes de que es solo la primera parte de una larga ristra de gastos, que empiezan por una rehabilitación a fondo.
Estas circunstancias se han vuelto a producir en los últimos meses con la casona de José María de Pereda en Polanco, que ahora mismo está a la venta por algo menos de un millón de euros para quien esté dispuesto a pagarlo, o con la de Concha Espina, en Mazcuerras. En ambos casos, la familia ha tratado de negociarlas previamente con las administraciones, sin resultados. Tanto el Ayuntamiento de Polanco, que se interesó por la de Pereda, como la Consejería de Cultura, que aceptaba comprar la de Concha Espina, consideraron el precio muy elevado. Quizá no lo sea tanto si se compara con otros dos edificios adquiridos recientemente, la sede del diario Alerta y la de la Cámara de Comercio de Cantabria, por las que el Gobierno regional ha pagado 4,5 millones y 5 millones de euros, respectivamente, a pesar de que la habilitación va a resultar muy costosa porque los dos edificios tienen una estructura interna poco adecuada a los usos que se prenden dar: la sede de Protección Civil y un edificio de oficinas.
La venta de casas de literatos de renombre han sido las que han suscitado más atención de los medios, pero no tanto de los compradores. La casona de la familia de Calderón de la Barca, en Corvera de Toranzo, que pasó a manos de la ONG Manos Unidas, buscó nuevo propietario durante muchos meses en 2021, a pesar de que se ofrecía a un precio muy razonable: 250.000 euros.
Compradores foráneos
La posible pérdida del patrimonio histórico-cultural que representan estas casonas tan emblemáticos o la Torre de Mogrovejo, también a la venta, indican que las familias propietarias van a romper la cadena de transmisiones mantenida durante siglos y prefieren que otros ostenten estos blasones, si pagan por ello. La razón, en muchos casos, está en los gastos de mantenimiento, pero en otros es simplemente la distancia. Los descendientes de muchas de estas familias ya no viven en Cantabria sino en Madrid y gestionar a distancia no es fácil ni cómodo, con el agravante de que una casa sin habitar o prácticamente deshabitada todo el año, es proclive a un rápido deterioro.
Para tratar de rentabilizarlas, algunas de estas familias optaron por dejar estas propiedades en manos de empresas gestoras, que las han venido alquilando para turismo de corta estancia, pero los ratios de ocupación no son los esperados por los propietarios y estas casonas, como la de Juan de Herrera en Aras, acaban por salir a la venta.
Por lo general, los compradores son foráneos, aunque vinculados a Cantabria, casi siempre como veraneantes. El exCEO de todo el Grupo Volkswagen, Herbert Diess, que antes fue director de la fábrica Bosch de Treto, compró la casona Pico de Velasco en Angustina y lo sometió a una polémica rehabilitación, en la que únicamente subsistieron las cuatro fachadas (ni siquiera el tejado) y en el interior se erigió un edificio acristalado que levantó una enorme polvareda en el mundo de la cultura, porque ese cubo de cristal interior queda muy patente en el exterior, dado que es bastante más alto. Diess acabó pensando que la enorme casona excedía con mucho sus necesidades y la ha reconvertido en un restaurante y hotel de lujo, que regenta el chef Nacho Solana, de La Bien Aparecida. Él, cuando viene a Cantabria se conforma con otra casa que había en el interior de la finca.
Es bastante habitual que antiguos palacios se reconviertan en hoteles. Ya ocurrió con el Palacio de Soñanes, en Villacarriedo, reformado por Rafael Calleja, tras adquirirlo con varios socios mexicanos. Aunque, como en el caso de Diess, aumentaron la capacidad original del edificio recreciendo la altura de la bajocubierta, se trata de un trabajo tan sutil que apenas es perceptible desde el exterior.
El caso del expresidente y exCEO de Volkswagen, segundo fabricante de coches del planeta, es sintomático del interés que puede despertar Cantabria.
También Marcos de Quinto, exvicepresidente mundial de Coca Cola se dejó seducir por la región al adquirir otro palacio en Mazcuerras, el de la escritoria y fundadora del Colegio Estilo Josefina Aldecoa. Un espectacular edificio, que se conoce como Las Magnolias, y un no menos encantador jardín que también lleva camino de convertirse en hotel.
Otro alto ejecutivo, el banquero Ignacio De la Colina pretende recuperar el esplendor del Palacio Vélez de las Cuevas, también conocido como Palacio Sánchez Movellán, que adquirió el pasado año y la Comisión Regional de Urbanismo acaba de dar su visto bueno al proyecto de rehabilitación que ha presentado. Antes lo consiguió Miguel Ángel Rodríguez, el polémico jefe de gabinete de la presidenta de la comunidad autónoma de Madrid, que decidió adquirir y reformar un viejo palacio en el municipio de Piélagos.